En tiempos donde la incertidumbre y la crisis golpea fuerte, algunos proyectos logran florecer con una convicción simple pero poderosa: producir sin destruir. Ese es el caso de Don Arnolfo, un emprendimiento de triple impacto que nació en plena pandemia y hoy es ejemplo de cómo la sostenibilidad puede ser rentable, innovadora y profundamente humana.
Detrás de la marca está Nicolás Macián, un joven emprendedor que pasó de fabricar muebles a transformar materiales en desuso en mochilas, bolsos y prendas únicas, fabricadas con telas de parapentes, carpas y descartes industriales. Su historia es la de un cambio de rumbo que se volvió propósito:
“Sabía que tenía que fabricar un producto amigable con el medioambiente y que contamine lo menos posible. Y un día, viendo parapentes, se me prendió la lamparita”, recuerda.

Esa idea inicial lo llevó a crear una red de pilotos y deportistas que le donaron equipos en desuso para transformarlos en algo nuevo. “Me sorprendió la respuesta —cuenta—. Muchos tenían parapentes guardados sin uso, y ahí entendí que había una oportunidad: rescatar materiales que estaban olvidados para darles una nueva vida”.
Así nació Don Arnolfo, una marca que combina reciclaje, inclusión e innovación, demostrando que es posible construir un modelo de negocio con impacto ambiental, social y económico al mismo tiempo.
Del taller a la conciencia: un modelo que inspira
La historia de Macián es también una historia de resiliencia. “Cuando empezó la pandemia, me quedé sin poder trabajar. Tenía un taller lleno de máquinas de carpintería y no podía entregar ni un mueble. En ese momento tuve que reinventarme. Vendí todo y aposté a las máquinas de coser. Fue una decisión a todo o nada”, relata.
Ese salto de fe terminó marcando un camino que hoy inspira a otros emprendedores.
“Los proyectos de triple impacto son fundamentales porque proponen una nueva forma de entender el trabajo y la producción. Ya no se trata solo de generar ganancias, sino de hacerlo de forma consciente, generando valor social y cuidando el medioambiente”, reflexiona.

En Don Arnolfo, la materia prima proviene de descartes textiles que de otro modo terminarían siendo basura. Con creatividad y oficio, cada material se limpia, clasifica y se transforma en un nuevo producto con identidad propia. Así, telas de parapentes, paracaídas o lonas industriales encuentran una segunda vida, prolongando su utilidad y reduciendo residuos.
Pero el impacto no se detiene ahí. La marca también trabaja con organizaciones sociales, ofreciendo capacitaciones textiles gratuitas a mujeres trans, promoviendo la inclusión laboral y ampliando las oportunidades de acceso a un oficio.
“Siempre sentí que si un proyecto crece, tiene que crecer con propósito. Poder capacitar y generar trabajo para otros me parece la parte más linda de todo esto”, explica Macián.
Además, cada producto lleva un chip NFC que permite conocer su trazabilidad: el origen de los materiales, su proceso de confección y la historia detrás de cada pieza. “Queríamos que cada persona pueda conectar con la historia real del producto, que sepa de dónde viene y quién lo hizo”, agrega.
El poder de elegir: cuando el consumo también transforma
Una de las claves del crecimiento de Don Arnolfo está en la conexión emocional que genera con las personas. Macián lo explica con claridad:
“Sentimos que cada vez más personas se acercan no solo por el diseño de los productos, sino por el mensaje que hay detrás: no contaminar, reutilizar materiales y hacer un trabajo social sin esperar un beneficio económico a cambio”.
Esa sensibilidad se refleja en los números: el consumo de productos ecológicos crece año a año —un 20% en Argentina y un 30% en Latinoamérica—, mostrando que hay un cambio cultural en marcha. La gente ya no solo compra, elige con conciencia, busca marcas que representen valores y propósito.

“Todavía falta mucho camino por recorrer, pero la conciencia del consumidor va creciendo. Cada vez más personas preguntan de dónde viene lo que compran, cómo se hizo, quién lo hizo. Y eso está buenísimo, porque te obliga a hacer las cosas bien”, señala.
Emprender con propósito
Don Arnolfo es una muestra de que el triple impacto no es una utopía, sino una forma real de construir empresas sostenibles, rentables y humanas.
“Yo no vengo del mundo de la moda ni del reciclaje —dice Nicolás—, pero aprendí que cuando hay pasión y propósito, se puede crear algo valioso. Mi historia no empezó con un plan perfecto, empezó con la necesidad de hacer algo distinto, y terminó siendo un camino de vida”.
En un contexto donde la sociedad demanda coherencia y compromiso, proyectos como este marcan el rumbo hacia un nuevo paradigma productivo: aquel donde el diseño, la tecnología y la conciencia ambiental pueden convivir y prosperar juntos. Porque emprender, cuando se hace con propósito, también puede ser una forma de cuidar el mundo.
En síntesis – Don Arnolfo:
- ¿Qué es?: emprendimiento de triple impacto en moda sostenible
- ¿Qué hacen?: Transforman residuos de industrias y deportes en indumentaria y accesorios
- Ubicación: Tucumán (Argentina)
- Contacto: Web, Instagram
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