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El consumo de carne es uno de los principales desafíos ambientales en la actualidad. No tanto por lo que implica el consumo en sí, sino por las implicancias de su proceso de producción, como el caso de una elevada huella hídrica. Para una sola hamburguesa se necesitan 2.410 litros de agua, casi un tercio del que usa una persona en todo el año para hidratarse y asearse (7.300 litros). 

En la búsqueda de un futuro más sostenible, la reconsideración de nuestros hábitos y acciones se vuelven cruciales, lo que involucra las elecciones alimenticias. En este artículo, exploraremos la problemática del consumo de carne, destacando la importancia de dejar atrás este hábito y analizando las cifras detrás de la producción de una simple hamburguesa de carne, revelando el impacto ambiental y la cantidad de agua involucrada en elaboración.

El proceso de producción de carne, desde la cría del ganado hasta la mesa, implica un uso masivo de recursos naturales, siendo el agua uno de los más críticos. La cruda realidad es que la fabricación de una hamburguesa de carne tiene un impacto ambiental significativo, contribuyendo a la escasez de agua y generando contaminación.

La primera etapa implica el cultivo de grandes extensiones de tierra para producir alimentos para el ganado. Este proceso requiere vastas cantidades de agua para regar cultivos como la soja y el maíz. El ganado consume enormes cantidades de agua durante su vida. Se estima que un solo bovino puede consumir hasta aproximadamente 189 litros de agua por día.

La etapa final involucra el sacrificio del animal y la transformación de la carne en productos alimenticios como las hamburguesas. Este proceso también utiliza agua en diversas fases, desde la limpieza hasta la preparación del producto final.

Se estima que el agua que utilizamos cada día representa sólo el 4 % del total que consumimos de manera directa, ya que el restante 96 % corresponde al agua que ha sido utilizada en el proceso de elaboración de los productos y servicios que demandamos. De ahí se deriva el concepto de Huella Hídrica, que se corresponde con el agua involucrada en los alimentos que comemos, el vehículo con el que nos movemos o hasta la vestimenta que usamos, por citar ejemplos.

De acuerdo al Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), esta es la huella hídrica que dejamos cuando consumimos nuestros alimentos favoritos: 

  • una hamburguesa, 2.400 litros; 
  • un kilogramo de arroz, 1.700 litros; 
  • un kilo de trigo, 1.000 litros; 
  • un litro de leche, 1.000 litros; 
  • dos huevos, 400 litros; 
  • un jugo de naranja, 170 litros; 
  • un kilo de maíz, 90 litros; 
  • una manzana, 70 litros, 
  • una naranja, 50 litros.

Pero ahora analicemos cuánta agua se necesita para producir una sola hamburguesa en un restaurante promedio. Es decir, cada vez que comemos una sola hamburguesa -sin contar pan y complementos- estamos consumiendo un tercio del recomendado por la OMS para un año de consumo personal (7.300 litros) que incluye hidratación y aseo. En base a datos brindados por la Fundación Aquae, para comer una hamburguesa de 150 gramos se necesitan 2.400 litros de agua. Si se habla de queso, son aproximadamente 2.500 litros, mientras que para una bolsa de papas fritas son 185 litros.

Al analizar las cifras, queda claro que la producción de carne tiene un impacto significativo en nuestros recursos naturales, especialmente en el consumo de agua. Como sociedad comprometida con la sostenibilidad, es esencial considerar alternativas alimenticias que minimicen este impacto. Desde opciones basadas en plantas hasta la promoción de una dieta más equilibrada, cada elección cuenta en la construcción de un futuro más sostenible para nuestro planeta.

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