Pensar en ciudades más sustentables e inclusivas requiere, entre otras cuestiones, de un avance sostenido de estrategias de movilidad alternativa. Algo de esto empezó a suceder en Italia, más específicamente en Milan una ciudad conocida por su cultura de la velocidad y su agitado estilo de vida, que se enfrenta a un problema cada vez más apremiante: la congestión del tráfico.
De hecho, para el ranking internacional de TomTom, Milán ocupa el quinto lugar en la lista de las ciudades más congestionadas del mundo y resulta imperioso empezar a tomar decisiones distintas desde la generación de políticas públicas. Sin embargo, la ciudad está decidida a cambiar esta tendencia y reformular su movilidad urbana con un enfoque que priorice las bicicletas como medio de transporte sostenible.
LA BICICLETA COMO OPCIÓN
A pesar de que Milán ha visto un aumento en la infraestructura de transporte público y ciclovías en los últimos años, el ratio de carriles bici por cada 10.000 habitantes en la ciudad es de apenas 2,1 kilómetros, muy por detrás de otras ciudades europeas líderes en movilidad sostenible, como Gante (20,2 km), Helsinki (19,8 km), Estrasburgo (7,0 km) o Bruselas (3,1 km).
Esto ha llevado a una creciente demanda por parte de los activistas ciclistas de Milán, quienes están luchando por una ciudad más segura, menos contaminada y más amigable con las bicicletas. Además cabe destacar la necesidad de generar alternativas descarbonizantes como la inclusión de monopatines eléctricos que circularían dentro de esta infraestructura.
Un ejemplo de esta lucha es el símbolo del Ponte della Ghisolfa de Milán, donde los coches circulan a gran velocidad mientras que los ciclistas esperan un carril bici desde 2018. Davide Branca, un activista ciclista, se ha convertido en un defensor apasionado de la causa ciclista en la ciudad. Branca es miembro de Massamarmocchi, un proyecto que organiza convoyes de bicicletas para llevar a los niños a la escuela todas las mañanas. A pesar de estos esfuerzos, la congestión del tráfico sigue siendo un problema persistente en Milán.
Una de las principales preocupaciones para los ciclistas en Milán son los peligros típicos que enfrentan en las calles, como la velocidad de los coches, la falta de atención de los conductores, la falta de visibilidad y la falta de continuidad de la red de carriles bici. La situación se agrava con automóviles estacionados en doble fila, bloqueando carriles para bicicletas y obligando a los ciclistas a maniobrar peligrosamente alrededor de ellos.
El problema de la congestión en Milán se ve exacerbado por la alta tasa de motorización en Italia, donde el gobierno invierte considerablemente más en función de automóviles que de bicicletas. A nivel nacional, las ciudades italianas promedian solo 2.8 kilómetros de carriles bici por cada 10,000 habitantes, lo que pone de manifiesto la necesidad urgente de una inversión significativa en infraestructura ciclista.
Sin embargo, hay esperanza en el horizonte con el proyecto «Cambio» de Milán. Este ambicioso plan busca crear 750 kilómetros de carriles bici con un presupuesto de 400 millones de euros, con el objetivo de alcanzar el 20% del total de viajes en bicicleta en la ciudad. La filosofía detrás de Cambio es fomentar el uso seguro y adecuado de la bicicleta, conectando eficazmente los municipios de la ciudad metropolitana. Este proyecto es resultado de una colaboración sólida con los municipios y busca abordar la necesidad de conexión intermunicipal.
A pesar de este prometedor plan, algunos ciudadanos cuestionan su eficacia. Las estadísticas de accidentes de tráfico en Milán siguen siendo preocupantes, con un alto número de multas por exceso de velocidad y un aumento en los accidentes de bicicleta. Esto plantea preguntas sobre si las políticas públicas y privadas están evolucionando lo suficientemente rápido para proteger a los ciudadanos. Los activistas ciclistas, como Ilaria Lenzi y Davide Branca, continúan luchando por un Milán más seguro y sostenible, donde las bicicletas sean una parte integral de la movilidad urbana. La construcción de carriles bici por parte de los propios activistas demuestra su compromiso con esta causa y su deseo de ver un cambio real en la ciudad.
En última instancia, Milán se encuentra en un punto crítico en su búsqueda de una movilidad más sostenible. El proyecto Cambio y el compromiso de los activistas ciclistas ofrecen esperanza de un futuro en el que la congestión disminuya y las bicicletas se conviertan en una opción de transporte segura y popular. Sin embargo, la ciudad aún enfrenta desafíos significativos para lograr esta transformación, y el equilibrio entre las políticas públicas y las necesidades de la comunidad es fundamental para su éxito. Beatrice Macrì y otros ciudadanos como ella son un recordatorio de que detrás de las estadísticas hay vidas en juego, y la movilidad segura en Milán es una prioridad que no puede esperar.
Proyecto de bicisendas en Milan

Fuente: Hayden Clarkin (@the_transit_guy)
Otras notas sobre movilidad en bicicletas:
- Estos países le pagan a las personas para que vayan a trabajar en bicicleta
- España: estrategia estatal para impulsar el uso de las bicicletas
- Por esta razón Países Bajos es uno de los mejores países para andar en bicicleta
- Dinamarca, un país ejemplo en la utilización de bicicletas para reemplazar los vehículos