El avance hacia ciudades sustentables trae consigo grandes desafíos en materia de nuevos hábitos y cambio cultural, pero, sin dudas, se ha convertido en una de las principales obsesiones de las grandes y pequeñas urbes. Una de las situaciones cotidianas más prácticas y transformadoras en este sentido es el uso de la bicicleta en reemplazo de los vehículos particulares.
Si bien es cierto que uno de los efectos positivos destacados del uso de la bicicleta son los beneficios para la salud, la realidad indica que en las ciudades de mayor dimensión se necesita desarrollar políticas públicas e infraestructura que inciten a los ciudadanos a reemplazar los viajes de vehículos de combustión interna por alternativas descarbonizadas.
En un contexto donde aún no se han multiplicado los esfuerzos por llegar a la electromovilidad, la bicicleta es la principal aliada de las ciudades y su intención de desarrollar una movilidad verde en sus ciudades.
Esto ya se ha empezado a notar en países como Dinamarca o los Países Bajos, donde han desarrollado leyes nacionales, provinciales o locales que buscan ser promotoras de este tipo de movilidad. El impacto es tal, que en el caso de esta última nación, el 25% de los viajes anuales en el país se hacen en bicicleta.
Sin embargo, hoy nos centraremos en los casos de Francia y los Países Bajos donde se da una medida novedosa: han empezado a pagarle a los ciudadanos por usar la bicicleta en sus traslados laborales. De esa manera, se apunta a reducir su huella de carbono, haciendo un aporte al medio ambiente, pero también mejora la calidad de vida de los ciudadanos y simultáneamente se baja la presión sobre otros medios de transporte.
La primera intención gubernamental en relación a la movilidad sustentable siempre fue subvencionar los transportes públicos para evitar los pequeños traslados innecesarios en vehículos particulares y que los ciudadanos elijan este tipo de movilidad.
Pese a los subsidios, los resultados no fueron los esperados, por lo que desde estos gobiernos han analizado otro tipo de estrategia: pasar de estos subsidios del transporte público a las decisiones individuales y financiar los viajes en bicicleta de los trabajadores urbanos. Estas cifras van desde los €800 en Francia a los €1000 en los Países Bajos.
En el caso neerlandés, el gobierno dispone de 21 centavos de euro por cada kilómetro recorrido en bici entre la casa de los ciudadanos y su lugar de trabajo, por lo que aquellos que vivan lejos de sus hogares tienen una gran oportunidad. Esto se trata de una compensación que se refleja en el coste de la gasolina, es decir, se sacan los costos de la gasolina ahorrada en esos trayectos y los precios destinados a las estaciones de servicios se destinan a los ciclistas.
Este precio está directamente relacionado con los aumentos de combustible, es decir que en el caso de un alza del precio del gasoil, también habría un incremento de esta cuota a los ciclistas.
ESPAÑA BUSCA IMPULSARLO
El gobierno español ha recapacitado sobre la necesidad de asegurar este tipo de movilidad para acompañar las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) y descarbonizar el tránsito céntrico sobre todo en ciudades como Madrid o Barcelona.
Por esta razón han elaborado una importante Estrategia Estatal para Impulsar el uso de Bicicletas con el objetivo de sustituir los autos por este medio de transporte, teniendo en cuenta que ocupan menos espacio, no contaminan y contribuyen a la salud de las personas.
Si bien desde el gobierno ven con buenos ojos copiar la iniciativa neerlandesa, la realidad indica que la infraestructura pertinente a las bicicletas no está lo suficientemente desarrollada como para impulsar este cambio. Para ello, en las principales ciudades se está trabajando en ese sentido, prueba de ello fueron las palabras del alcalde de Madrid en entrevista publicada por Utopía Urbana, donde expuso cómo se impulsa el servicio de bicicleta pública compartida BiciMAD, como parte de la estrategia de movilidad sustentable.
No obstante, en este país ya hay hay empresas que han comenzando a implementar un pago a sus trabajadores por ir a sus puestos laborales en bicicleta e incluso tienen un valor mucho más alto que el que se paga en los Países Bajos o en Francia. Sin embargo, desde el lado de la política pública las medidas aún parecen lejanas.
MÉTODO DE PAGO
Volviendo a los casos de Francia y de Países Bajos, este servicio brindado por las autoridades públicas es tercerizado por medio de apps que controlan la cantidad de kilómetros recorridos. El proceso es bastante simple.
Descargar una aplicación móvil donde se cargan de manera manual la cantidad de kilómetros hechos por semana para recorrer la distancia al trabajo. Allí el gobierno se fía de esta palabra, que además está basado en métricas semanales y realizan el pago mediante la app.
Con 20 kilómetros diarios serían unos 1.050 euros anuales. En el caso de los autónomos, funciona como una deducción fiscal.
En la actualidad, un 27% de los viajes laborales se realizan por medio de la bicicleta y se espera que por medio de esta medida se logre impulsar aún más de cara al 2024 y lo que se espera en un contexto donde el combustible seguirá aumentando de manera indiscriminada.
De todas formas, aunque quienes acceden a este beneficio aseguran que no lo hacen por el dinero, desde el Gobierno ven este incentivo como un gran impulso e inversión para descarbonizar sus calles. ¿Podrán lograrlo?
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