En un mundo que enfrenta crecientes desafíos ambientales, los bonos verdes se han convertido en herramientas clave para financiar proyectos que buscan reducir el impacto negativo en el planeta. Estas emisiones de deuda están específicamente destinadas a iniciativas ecológicas, desde la energía renovable hasta la gestión de residuos. Es así como empresas, organizaciones e incluso gobiernos avanzan en esta lógica. Recientemente fue el turno de la ciudad de Mendoza, la cual busca avanzar hacia este método de financiación verde, para profundizar de esa manera su estrategia ambiental.
La importancia de los bonos verdes radica en su capacidad para movilizar grandes cantidades de capital hacia proyectos que no solo benefician el medio ambiente, sino también a las economías locales, impulsando la creación de empleos verdes y promoviendo prácticas sostenibles.
En el ámbito internacional, países como Alemania y Francia han liderado el camino en la emisión de bonos verdes. Por ejemplo, el primero de ellos ha emitido bonos soberanos verdes que financian proyectos de energía limpia, transporte ecológico y conservación de la biodiversidad.
Del mismo modo, en Asia, Japón y China también siguen esta tendencia y han canalizado sus emisiones hacia la transformación de sus infraestructuras energéticas. A nivel global, estos instrumentos financieros juegan un papel crucial en la lucha contra el cambio climático, ya que permiten que gobiernos y empresas inviertan en proyectos con un impacto positivo a largo plazo.
BONOS VERDES: UN MODELO MUNDIAL HACIA LA SUSTENTABILIDAD
El auge de estos bonos no es casual. Desde que el Acuerdo de París fijó metas claras en cuanto a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), los bonos verdes han emergido como un medio efectivo para canalizar inversiones hacia proyectos que contribuyan a estos objetivos globales. Además, representan una oportunidad para inversores que buscan generar retornos mientras apoyan la sostenibilidad. Es un modelo que beneficia tanto al emisor como al medio ambiente, alineando la rentabilidad financiera con el desarrollo sostenible.
En América Latina, países como Chile y Brasil también han apostado por este tipo de financiamiento. En Chile, los bonos verdes han sido clave para la transición hacia una matriz energética más limpia, enfocándose en proyectos solares y eólicos mientras que en Argentina empiezan a ser una realidad. Estas experiencias internacionales han servido de referencia para otras naciones que buscan replicar los beneficios económicos y ambientales de los bonos verdes en sus propias regiones.
MENDOZA Y SU APUESTA VERDE
Mendoza, una de las ciudades que más ha trabajado en la sustentabilidad en Argentina ha dado un paso significativo al emitir su primer bono verde. Con un monto cercano a los $ 500 millones (unos 0,54 millones de dólares), esta emisión está destinada a la instalación de módulos de energía fotovoltaica en espacios públicos y edificios municipales.
Al momento de su aprobación el secretario de Ambiente y Desarrollo Urbano del municipio, Sebastián Fermani: “Los bonos verdes se destinan a la financiación o refinanciación de proyectos verdes, es decir, a la inversión en activos sostenibles y socialmente responsables en áreas diversas como las energías renovables, la eficiencia energética, el transporte limpio o la gestión responsable de los residuos. Constituyen un tipo de deuda emitida por instituciones públicas o privadas para financiarse y, a diferencia de otros instrumentos de crédito, comprometen el uso de los fondos obtenidos con un proyecto ambiental o relacionado con el cambio climático”.
Esta iniciativa no solo busca reducir la dependencia de fuentes de energía no renovables, sino también transformar a Mendoza en una ciudad más sostenible y resiliente. De esta manera, distintos emprendedores, grandes empresas, instituciones, cooperativas e incluso los propios vecinos podrán acceder al financiamiento de un bono verde para poder avanzar.
El proyecto contempla la instalación de módulos solares con capacidad de hasta 10 kW, lo que permitirá generar electricidad de manera limpia y contribuir a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Además, se espera que este tipo de iniciativas impulse la creación de empleos verdes, especialmente en el sector de energías renovables, generando un impacto positivo tanto en la economía local como en el medio ambiente.
A lo largo de los años, Mendoza ha mostrado un firme compromiso con la sostenibilidad. La ciudad cuenta con inventarios de gases de efecto invernadero desde 2013, lo que ha permitido identificar áreas clave para la intervención y mitigación de emisiones. Gracias a esta política de gestión ambiental, Mendoza ha implementado estrategias que buscan un desarrollo equilibrado entre el crecimiento económico y la conservación del entorno.
Además de los proyectos de energía renovable, la ciudad ha desarrollado programas como «Huerta en Casa» y «Guardianes Ambientales», iniciativas que buscan involucrar a la comunidad en la preservación del medio ambiente y la adopción de prácticas sostenibles.
El camino hacia una ciudad más verde y sostenible está trazado en Mendoza, y los bonos verdes son una herramienta crucial para acelerar esta transformación. Al destinar los recursos obtenidos a proyectos de energía limpia, la ciudad no solo avanza en su compromiso con el medio ambiente, sino que también genera nuevas oportunidades de desarrollo económico y social.
El éxito de esta iniciativa no solo tendrá un impacto local, sino que servirá de ejemplo para otras ciudades de la región que buscan enfrentar los desafíos del cambio climático. Los bonos verdes, como parte de una estrategia gubernamental integral, son una muestra clara de que la sostenibilidad no solo es posible, sino también rentable. ¿Qué opinás de esta forma de financiamiento?
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