Pensar en ciudades inteligentes no solamente es incorporar tecnología, también se trata de encontrar una serie de prácticas y buenas costumbres que permitan avanzar hacia urbes mejor preparadas para los desafíos sociales y con mayor calidad de vida.
En esa línea se vuelve determinante delinear estrategias integrales para la gestión urbana, según las prioridades de cada ciudad. Un desafío común en América Latina es como garantizar la comodidad de los ciudadanos en aquellas áreas urbanas donde la violencia es moneda corriente. Un claro ejemplo de esto es el país de Colombia, donde una ola de narcotráfico sumergió a su población en la más cruda oscuridad por mucho tiempo.
En ese contexto, Medellín, la segunda ciudad en población de Colombia, enfrentaba una situación alarmante de violencia y delincuencia, con tasas de homicidios que alcanzaban niveles inimaginables. En 1991, la ciudad registró una tasa de 381 homicidios por cada 100.000 habitantes, lo que la convirtió en una de las ciudades más peligrosas del mundo. Sin embargo, en los últimos años, la ciudad ha experimentado una transformación impresionante y ha logrado reducir drásticamente la violencia, convirtiéndose en un modelo de referencia para otras ciudades. Pero no sólo eso, hoy también es destacada por su perfil innovadoras, sustentable e inclusivo.
Para comenzar a revertir la situación, la estrategia implementada por Medellín se basó en 6 pilares fundamentales y ejes de acción interconectados que abordaron de manera integral los problemas de seguridad e integración social. Desde un enfoque holístico para enfrentar el problema como punto de partida, pero considerando también más inversión en infraestructura, programas preventivos de seguridad y de desarme, y una mayor participación ciudadana como líneas clave, a lo que se les sumó un uso de tecnología y gestión de datos de apoyo.
Los 6 ejes de acción de Medellín en seguridad e integración social
Uno de los principales enfoques fue adoptar una perspectiva integral de seguridad. Medellín, ciudad de 2,5 millones de habitantes, combinó estrategias de prevención del delito, acciones de control y represión del crimen, y programas de inclusión social para comunidades vulnerables. Este enfoque holístico permitió abordar las causas fundamentales de la violencia y fomentar la convivencia ciudadana.
La inversión en infraestructura y desarrollo urbano también fue clave para la transformación de la ciudad. Medellín impulsó proyectos de transformación urbana y desarrollo de infraestructura en áreas desfavorecidas. Se construyeron bibliotecas, parques, centros comunitarios y espacios públicos seguros, mejorando la calidad de vida y reduciendo los índices delictivos en estas zonas. Puede sumarse en este ítem a la inversión en sistemas de transporte público confiables y eficientes, como el metro y el sistema integrado de transporte público, que también contribuyó a reducir la segregación social y facilitó el acceso a oportunidades en toda la ciudad.
El programa de prevención de pandillas fue otra iniciativa destacada, donde se implementaron programas para jóvenes en riesgo de unirse a pandillas o grupos criminales. Estos programas fueron importantes porque proporcionaron oportunidades educativas, laborales y de desarrollo personal para alejar a los jóvenes de la delincuencia, brindando una alternativa positiva en sus vidas.
POTENCIAR LA PARTICIPACIÓN
Sin dudas, otros aspectos remarcables fueron la participación ciudadana y el fortalecimiento de la policía comunitaria, que jugaron un papel fundamental. En ese sentido, la clave fue fomentar la participación activa de la comunidad en la formulación e implementación de políticas de seguridad. Además, se impulsaron iniciativas de policía comunitaria para mejorar la cooperación entre la comunidad y las fuerzas de seguridad, creando un ambiente de confianza y cooperación en la lucha contra el crimen.
El proceso fue acompañado por una gestión inteligente y estratégica de la información. En ese sentido, la implementación de tecnología y análisis de datos fue una herramienta crucial para mejorar la seguridad en la ciudad. Medellín adoptó tecnología avanzada y análisis de datos para monitorear patrones delictivos, lo que permitió una respuesta más rápida y efectiva por parte de las autoridades y una mejor asignación de recursos.
Asimismo, se implementaron políticas de desarme y control de armas para reducir la proliferación de armas de fuego ilegales y promover el desarme de grupos criminales, contribuyendo a la disminución de la violencia armada.
Los resultados de la estrategia han sido asombrosos. En dos décadas, la tasa de muertes por homicidios en Medellín se redujo en casi 97% (de 11.150 en 1991 a 371 en 2022). Aunque la cifra cero homicidios sería la ideal, la ciudad ha avanzado considerablemente en la reducción de la violencia y en el respeto por la vida.
La experiencia de Medellín ha enseñado valiosas lecciones a otras ciudades que buscan abordar problemas similares. El enfoque integral de seguridad, la inversión en infraestructura y desarrollo urbano, el programa de prevención de pandillas, la mejora de la movilidad y el transporte público, la participación ciudadana, la implementación de tecnología y análisis de datos, y las políticas de desarme y control de armas son estrategias que han demostrado su efectividad en darle una nueva cara a la ciudad.
Como ha dicho en alguna oportunidad Federico Gutierrez, ex alcalde de Medellín entre 2016 y 2020, “el trabajo en equipo como sociedad fue factor determinante para emprender la transformación social de la ciudad”. Es que se ha demostrado que con una visión clara, una voluntad política decidida y la participación activa de la comunidad, es posible superar los desafíos de la violencia y la inseguridad, y transformar una ciudad en un lugar más seguro, inclusivo y próspero para todos sus habitantes.¿Conoces otros casos así?
Otras notas sobre Seguridad: