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Pese a haber sido un acuerdo firmado de manera voluntaria, muchas gestiones de los países más emisores hacen caso omiso a sus obligaciones y compromisos ambientales. En esta nota analizamos paso por paso algunos de los ejes que dificultan el avance de la acción climática y el desarrollo sostenible.

En 2015, el mundo se unió para adoptar el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, un tratado histórico destinado a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar los impactos del cambio climático. Sin embargo, a pesar de la importante atención global y los compromisos asumidos en ese momento, el progreso hacia el cumplimiento de los objetivos del acuerdo ha sido lento y muchos países no están honrando  sus compromisos.

Una de las principales razones del acotado progreso en el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París es la falta de voluntad política y compromiso de algunos de los mayores emisores del mundo, como así también el caso de aquellos países que han incluso querido borrarse de este acuerdo. 

Algo que quizás no se tuvo en cuenta al firmar el acuerdo es que no todos los gobiernos y gestiones a lo largo de los años tendrán las mismas intenciones políticas, particularmente ambientales, en un contexto de disputas partidarias y hasta de perspectiva política. 

Uno de los casos más emblemáticos es el de los Estados Unidos, uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero del mundo, que anunció su intención de retirarse del acuerdo en 2017 bajo la administración de Trump, y solo recientemente se reincorporó bajo la administración de Biden. 

Otros países relevantes, incluidos China, Australia y Brasil por citar algunos, también han sido criticados por su falta de ambición en la reducción de emisiones, sobre todo en lo que les compete a su compromiso teniendo en cuenta la necesidad de los cumplimientos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)

COMPROMISOS DE CADA PAÍS

Puntualmente el Acuerdo de París, que entró en vigor en 2016, fue firmado por 194 partes (193 países y la Unión Europea) y  establece objetivos a largo plazo como guía para todas las naciones:

  • Reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para limitar el aumento de la temperatura global en este siglo a 2 °C y esforzarse para limitar este aumento a incluso más de tan solo el 1,5 °;
  • Revisar los compromisos de los países cada cinco años;
  • Ofrecer financiación a los países en desarrollo para que puedan mitigar el cambio climático, fortalecer la resiliencia y mejorar su capacidad de adaptación a los impactos del cambio climático.

El acuerdo se basa en compromisos voluntarios, conocidos como contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC), que no son jurídicamente vinculantes. Si bien los países deben informar sobre su progreso hacia el cumplimiento de sus NDC, actualmente no existen mecanismos para hacer cumplir el cumplimiento, lo que deja a muchos países «libres» para establecer objetivos poco ambiciosos o ignorar sus compromisos por completo.

Por otra parte, lo sucedido con la pandemia de COVID-19 ha sido una gran excusa para que los esfuerzos mundiales por reducir el cambio climático se hayan visto afectados, ya que muchos países se han visto obligados a desviar recursos de la acción climática para abordar las crisis económicas y de salud inmediatas. 

Como resultado, algunos países han retrasado la implementación de sus NDC y, a pesar de que el escenario de pandemia ha llevado a una reducción temporal de las emisiones globales por menor actividad, no se han abordado las causas profundas del cambio climático. Y más dramático aún, los niveles de emisiones y consumo pospandemia han superado ampliamente los niveles anteriores a la misma. 

QUE PASO CON LAS CONTRIBUCIONES DETERMINADAS A NIVEL NACIONAL

Dado que el Acuerdo de París se basa en compromisos voluntarios conocidos como Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (NDC), no hay ningún tratado o disposición específica dentro del acuerdo que no se haya cumplido. Sin embargo, muchos países no están cumpliendo con sus NDC o son poco ambiciosos con ellas, que son la piedra angular del Acuerdo de París. Se espera que cada 5 años, los países envíen un plan nacional actualizado de acción climática basado en más NDC.

Según un informe de las Naciones Unidas, a partir de 2020, ninguno de los países del G20, que en conjunto representan aproximadamente el 80% de las emisiones globales, está en camino de cumplir con sus NDC. De hecho, se proyecta que sus emisiones colectivas sean un 5 % más altas en 2030 que en 2016, el año de referencia para el Acuerdo de París.

China, el mayor emisor del mundo, se comprometió a alcanzar un máximo de emisiones para 2030 y alcanzar la neutralidad de carbono para 2060, pero ha sido criticada por seguir construyendo centrales eléctricas a carbón y expandir su industria de combustibles fósiles. India, el tercer mayor emisor, se ha fijado el ambicioso objetivo de alcanzar 450 GW de capacidad de energía renovable para 2030, pero también se ha enfrentado a desafíos para reducir su dependencia del carbón.

Muchos otros países relevantes, incluidos Australia, Brasil y Rusia -sobre todo-, han sido criticados por su falta de ambición en la reducción de emisiones y su continuo apoyo a los combustibles fósiles.

A su vez, tal como contábamos en nuestra nota de Utopía Urbana «la triple agenda ambiental», a esta agenda de acción climática le está costando tomar un ritmo acelerado. Según la medición del Climate Tracker en 2023, que se basa en una muestra representativa de naciones que representan cerca del 85% de las emisiones globales y del 70% de la población global, con las políticas y acciones corrientes la temperatura promedio hacia el año 2100 se incrementaría 2,7ºC (rango entre 2,2ºC y 3,4ºC). Incluso si se tomaran (y cumplieran los objetivos 2030 según NDC) el aumento sería de 2,4ºC en promedio. Vale aclarar que en la actualidad el incremento de la temperatura respecto a la etapa preindustrial ya alcanza los 1,2ºC.

Tal como afirma oficialmente la Organización de Naciones Unidas (ONU), el Acuerdo de París «proporciona un marco duradero con afán de dirigir el esfuerzo global durante las próximas décadas. Señala el comienzo de un cambio hacia un mundo con emisiones cero neto. La puesta en práctica del Acuerdo también es esencial para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ya que ofrece una hoja de ruta para las medidas climáticas que reducirán las emisiones y aumentarán la resiliencia al clima».

En general, si bien el Acuerdo ha logrado movilizar la acción global sobre el cambio climático, el progreso hacia el cumplimiento de los objetivos del acuerdo ha sido lento y muchos países no están cumpliendo con sus NDC. Lograr las reducciones necesarias en las emisiones y mitigar los impactos del cambio climático requerirá una cooperación y un compromiso globales continuos.

La falta de voluntad y compromiso político, la dificultad para implementar y hacer cumplir los compromisos y el impacto de la pandemia de COVID-19 se encuentran entre las principales razones de esto. Sin embargo, todavía hay esperanza de cumplir los objetivos del acuerdo, ya que los compromisos recientes de Estados Unidos, la Unión Europea y otros países muestran que el impulso para la acción climática está creciendo, pero deberán traducirse en impacto. Para lograr las reducciones necesarias en las emisiones y mitigar los impactos del cambio climático, la cooperación y el compromiso globales continuos son esenciales.

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