Uno de los bienes más preciados que se ha puesto en discusión durante los últimos años es la noción del tiempo. ¿Quién no daría lo que sea por poder tener algunas horas más en este mundo? Tal es la obsesión con este tema que incluso se han hecho diversas películas y escrito guiones buscándole una solución a las agujas del reloj. En esta oportunidad hablaremos sobre el concepto de “Banco del Tiempo”.
Pese a que la ficción lo ha trabajado desde aristas diferentes, todos saben que es biológicamente imposible postergar el tiempo o guardarlo en un banco para conservarlo en la posteridad. Lo que sí sucede es que, a través de los años, el tiempo comenzó a tener un peso en oro. Uno ya no dispone de su tiempo como le gustaría, tiene diversas obligaciones y trabajos que cumplir, para a fin de cuentas, disfrutar del tiempo como más le gusta.
Con la iniciativa de darle otro valor al tiempo, que no necesariamente implique un cambio monetario, como sucede con la contratación directa, surgió la idea de Banco del Tiempo. Se trata de una iniciativa pura y exclusivamente comunitaria de intercambio del bien más preciado por todos: el tiempo.
El concepto nace en 1980, como respuesta a la crisis estatal que sufría Estados Unidos y sobre todo la figura del Estado de Bienestar Social tras la caída del Muro de Berlín. Ideado por el abogado Edgar S. Cahn, quien buscó implementar la noción de los time dollars para paliar la crisis económica y poder brindar una alternativa distinta a las lagunas estatales.
El concepto de banco proviene de lo que simbólicamente significa este intercambio donde uno da y otro recibe. Sin embargo, la moneda en este caso es el servicio que uno puede ofrecer. En otras palabras, el tiempo y el conocimiento aplicado a una tarea en particular: por ejemplo, un abogado que ofrece un intercambio por su jornada o una persona que se ofrece durante su vida joven a cuidar adultos mayores dependientes, podrá en su futuro, tener a alguien que cuide de él.
En países como Suiza, por ejemplo, la iniciativa del Banco del Tiempo está pensada exclusivamente como un programa de asistencia a la vejez que permite a las personas ahorrar tiempo y ofrecerse como voluntarios para el cuidado de adultos mayores y la cantidad de horas que pasan con o cuidando a los ancianos se deposita en su cuenta individual de seguridad social.
Swiss citizens can now ‘deposit their time’ in bank, here’s how
Este último ejemplo es uno de los más tomados por la comunidad europea durante el último tiempo como una opción a los geriátricos y a los servicios de enfermería. Algo que puede articular tranquilamente con el concepto de cohousing implementado también en el viejo continente.
En otras palabras, no hay un fin de lucro en la implementación de este tipo de bancas, que ofrecen un servicio cuya remuneración es ni más ni menos que el tiempo, con la intención de generar una red de ayuda mutua en una comunidad, sociedad o ciudad.
Si bien utiliza herramientas propias de los bancos tradicionales, de donde toma su nombre, el mecanismo, al no estar dolarizado, se basa en la confianza en el servicio. En ese sentido, las inversiones son actividades o trabajos realizados que un futuro servirán para intercambiar por otras.
Este intercambio se da por medio de una plataforma, similar a una aplicación, donde uno ofrece en un mercado un servicio que puede incluir TI, consultas, cuidado de niños, peluquería, jardinería, construcción, tutoría o cualquier otro trabajo que requiera mucho tiempo.De esta manera, en aquellos lugares donde el Estado no esté tan presente, la comunidad se ayudará para suplir las obligaciones nacionales. Por ejemplo, una persona que durante su vida laboral ejerció en negro sin aportes jubilatorios, podrá tener acceso a un servicio de asistencia sanitaria y social que de otra forma sería imposible solventar. ¿Te gustaría ser parte de un banco del tiempo?