Tal como la necesidad de descarbonizar el transporte invitó a pensar en la opción de los viajes o coches compartidos, algo similar acontece con el tema de la vivienda frente a diversos problemas y desafíos relacionados a la misma.
Por un lado, la falta de hogares en comparación a la cantidad de habitantes, por otro la contaminación que generan las viviendas del mundo. A su vez, también debe considerarse el costo elevado que tiene, hoy en día, poder adquirir un inmueble. Esto último sumado a las derivaciones de la crisis mundial y a la insuficiente de capacidad de ahorro de la gran mayoría de los habitantes hace que conseguir una vivienda digna y propia sea cada vez más utópico.
También hay que tener en cuenta que, así como las ciudades generan grandes cantidades de basura y consumo energético, levantar una vivienda no solamente emiten grandes cantidades de contaminantes en la construcción, sino que también durante su ciclo de vida.
Para evitar estas cuestiones, o al menos intentar reducir el impacto ambiental de los mismos es que surgieron en el mundo, más precisamente en la década de los 70 en Dinamarca y Holanda (actual Países Bajos), la idea del cohousing o covivienda. Pero…¿De qué se trata todo esto?
Si bien surge de una iniciativa muy propia de los movimientos mal llamados hippies de la época que buscaban vivir en comunidad, con espacios verdes integrados y un estilo de vida “natural”, lo cierto es que durante la última década esta idea ha tomado una fuerza propia de la necesidad de respetar los orígenes de las grandes ciudades.
Para comprender mejor esta iniciativa hay que entender que los orígenes son totalmente distintos a la utilización que tiene hoy en día. Si bien la vida en comunidad es uno de los motores que buscan impulsar esta modalidad de vivienda, la popularización del mismo se dió en Estados Unidos y Noruega, donde los modelos de vida sostenible han empezado a tener una importancia circunstancial en la urbanización.
Dicho de otra forma, el cohousing es la iniciativa de un grupo de personas que compran un terreno o una vivienda y la preparan para la vida en comunidad. Hay diversos usos, por ejemplo, el de los jóvenes que unen sus economías para construir un espacio colectivo para habitar, el de comunidades que buscan impulsar proyectos colectivos o bien, personas de la tercera edad que se unen para transitar la vejez de forma compartida. De esta manera, sería un gran reemplazo a los geriátricos para aquellas personas que, pese al paso del tiempo, mantienen su independencia.
La preocupación por conseguir el acceso a una vivienda digna en un mundo donde los dueños de las propiedades son los que marcan hasta el precio de los alquileres, se enciende la alarma para poder cumplir con uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), propuesto por la Organización de las Naciones Unidas que estima que para el 2030 se necesitarán unas 96.000 nuevas viviendas por día para darle alojamiento a los más de 3.000 millones de personas que se encuentran sin un hogar propio (el 40% de la población mundial).
Esta cifra, lejos de mantenerse estancada, aumenta año a año, mientras que los terrenos y viviendas cada vez se encuentran más concentrados. La especulación cambiaria y la concentración del capital financiero en países en desarrollo hace que, un inversor extranjero pueda adquirir parcelas de tierra a un coste muy bajo por ejemplo en naciones latinoamericanas generando la suba de los precios y dificultando el acceso a una vivienda propia a los ciudadanos locales.
Por otra parte, la falta de planes de vivienda o de incentivos económicos para aquellas personas que busquen construir se complementan con el elevado costo de los terrenos, a los que solo un puñado de personas pueden acceder, ya que se encuentran dolarizados en una economía frágil que no tiene respaldo para el peso nacional.
Como respuesta a estos problemas, surge el cohousing como una de las propuestas más innovadoras del último tiempo sobre todo en los casos de jóvenes y adultos mayores.
La modalidad más común o habitual para esta práctica es el diseño colectivo de los espacios comunes acorde a las necesidades de las personas. Por ejemplo, en una comunidad con intenciones agrícolas el espacio verde estará destinado a la huerta urbana, mientras que a aquellos que vivan más del trabajo de oficina podrán tener la suya propia dentro de los parámetros del hogar. Cabe destacar que, pese a que la idea es que cada persona tenga su propia habitación, la intención también involucra la limpieza y el mantenimiento de los espacios compartidos.
Uno de los organismos que salió a respaldar los beneficios de este tipo de vivienda fue el Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés) que asegura que se trata de “un modelo más inclusivo y sostenible que facilita la convivencia, la cooperación y el uso responsable de los recursos naturales y energéticos”.
Dentro de los parámetros legales, las personas no son dueñas de la propiedad, ya que ese título pertenece a la comunidad, pero sí se habilita la posibilidad de habitarlo de por vida bajo la forma de “cooperativa de viviendas con cesión de uso”.
Argentina y cohousing
En el país la necesidad de los adultos mayores por encontrar lugares para vivir en comunidad sin ser enviados a geriátricos ha sido tenida en cuenta por el Gobierno Nacional que ha empezado a diferenciar a aquellos que pueden valerse por sí mismos y busca darles la oportunidad de vivir una vida normal.
Por ello idearon el Plan de Viviendas Colaborativas para Adultos Mayores entre el Pami y el Ministerio de Hábitat, conocido como Casa Propia-Casa Activa que está apuntado a los más de 800 mil habitantes mayores de 60 años.
Este proyecto busca brindar una alternativa de vivienda a los geriátricos donde las instalaciones están preparadas para casos de alta dependencia. Por esta razón, diversos municipios del país seleccionarán unos 100 complejos de vivienda, monoambientes y departamentos que serán propiedad del Estado pero serán adjudicados como dato a aquellos adultos mayores sin vivienda.
Estarán preparados con espacios comunes como jardines, gimnasio, pileta, bibliotecas y demás y tendrán un centro del día del Pami que brindará atención médica a quienes lo necesiten. La estadística arroja que para el 2050 el mundo tendrá el 22% de la población de mayores de 60 años, el doble que para el 2000, por lo cual es necesario empezar a plantear estas estrategias.