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En un mundo crecientemente urbano, Giada Baire, especialista italiana en desarrollo económico urbano, nos cuenta como las “redes de ciudades” se vuelven estratégicas para que las ciudades aborden y resuelvan desafíos globales que ninguna entidad o capacidad local puede resolver por sí sola

Por Giada Baire*

El mundo es cada vez más urbano, y con ello surge un conjunto único de desafíos. Desde problemas ambientales y de vivienda hasta la desigualdad social, las ciudades están en primera línea, lidiando con problemas que trascienden las fronteras municipales. En este contexto, el concepto “redes de ciudades”, donde los centros urbanos colaboran para abordar problemas compartidos, se ha convertido en una fuerza poderosa.

No se trata simplemente de cooperación intermunicipal, donde los municipios unen recursos y conocimientos para proveer servicios públicos. Se trata de una asociación más profunda y estratégica, donde las ciudades se unen para abordar desafíos globales que ninguna entidad (y centralizada) puede resolver por sí sola. Además, mientras que los sistemas centralizados a menudo luchan contra la rigidez del control top-down (arriba hacia abajo) y la falta de capacidad de respuesta a las diversas necesidades locales, estas redes descentralizadas ofrecen un enfoque más ágil y colaborativo a una escala que la gobernanza tradicional y jerárquica no puede alcanzar.

El Grupo de Liderazgo Climático de las Ciudades C40 se erige como un excelente ejemplo de este fenómeno. Al reunir a ciudades comprometidas con abordar el cambio climático, C40 ha facilitado el intercambio de mejores prácticas, fomentado la innovación y amplificado la voz de las ciudades en las negociaciones climáticas globales. Mientras los gobiernos estatales discutían los objetivos de emisiones, los alcaldes de C40 estaban ocupados instalando puntos de carga para vehículos eléctricos y modernizando edificios.

Eurocities, una red de más de 200 ciudades de Europa y más allá, tiene como objetivo renovar los sistemas alimentarios urbanos a través de su proyecto Cleverfood, mejorando cómo se producen, venden y consumen los alimentos. Su programa Sharing Cities promueve la economía compartida (automóviles, bicicletas y viajes compartidos) para disminuir la dependencia de los vehículos privados. Y la red Energy Cities, también bajo el paraguas de Eurocities, ayuda a los miembros a implementar medidas de eficiencia energética y promover la adopción de energías renovables. Estas colaboraciones han arrojado resultados tangibles, desde la implementación de soluciones de transporte innovadoras hasta el desarrollo de estrategias conjuntas para reducir las emisiones de carbono.

El Consejo Internacional para las Iniciativas Ambientales Locales (ICLEI), una red global, refuerza esta tendencia. Su programa ReHousIn busca desarrollar recomendaciones de políticas sensibles al contexto sobre vivienda asequible y de calidad, mientras que el programa Intelligent Cities Challenge apoya a las ciudades para abordar la doble transición, verde y digital.

El éxito de estas redes depende de varios factores. Primero, es esencial una clara articulación de los objetivos compartidos. Las ciudades deben identificar desafíos comunes y establecer un marco para la colaboración que se alinee con sus necesidades y prioridades individuales. Segundo, mecanismos de gobernanza eficaces permiten la implementación de programas. Las redes deben tener estructuras claras, procesos de toma de decisiones y medidas de rendición de cuentas para asegurar que todos los miembros estén involucrados y que se estén logrando progresos. Tercero, la confianza y el respeto mutuo deben unir a los miembros para la colaboración. Las ciudades deben estar dispuestas a compartir información, aprender unas de otras y trabajar juntas en un espíritu de asociación.

Los beneficios potenciales de las redes de ciudades son inmensos. Al aunar recursos transdisciplinarios y de múltiples partes interesadas, experiencia e influencia política, las ciudades pueden lograr mucho más de lo que podrían por sí solas. Pueden acelerar el desarrollo e implementación de soluciones a desafíos urbanos apremiantes, amplificar su voz en el escenario global e impulsar el progreso.

Sin embargo, persisten los desafíos. Las diferencias en los sistemas políticos, la descentralización fiscal, la corrupción, el desarrollo económico y los contextos culturales pueden dificultar la colaboración y la implementación. Además, asegurar que los beneficios de estas redes se compartan equitativamente entre todas las ciudades participantes es crucial para mantener un espíritu de colaboración.

A pesar de estos desafíos, el surgimiento de las redes de ciudades representa un cambio de paradigma en la gobernanza urbana. A medida que el mundo se vuelve cada vez más interconectado, las ciudades están reconociendo el poder de la colaboración. Al unirse, pueden forjar una nueva era de desarrollo urbano, una en la que las iniciativas lideradas por las ciudades, en lugar de únicamente las políticas nacionales, configuren el panorama global.

* Giada Baire es especialista en Desarrollo Económico Urbano con un máster en la Universidad College London (Reino Unido) y Licenciada en Planificación y Gestión Turística por la Universidad de Westminster (Reino Unido). Además, trabajó para el Fondo del Alcalde de Londres (Mayor’s Fund for London).

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