Hacia fines de los 90, la protección ambiental y las iniciativas para su conservación eran algo incipiente en el mundo y más aún en Argentina. El calentamiento global y las crisis ambientales, sociales y económicas que trae aparejadas, eran problemas lejanos que recién comenzaban a salir de los círculos científicos para ser abordados por los gobernantes y reclamados por los ciudadanos.
Mientras tanto, en la provincia de Santa Fe (Argentina), la ciudad de Rafaela era una de las precursoras en la gestión integral de residuos, que marcó un hito con la erradicación del basural a cielo abierto de la ciudad.
El continuo trabajo y los aprendizajes generados durante esos años, se vieron reflejados en el programa “Rafaela + sustentable”, que comenzó más orientado al reciclaje y la separación de residuos.
En ese entonces, María Paz Caruso, la actual Directora del Instituto para el Desarrollo Sustentable de Rafaela (IDSR), ya era parte del equipo encargado del programa, estaba enfocada en la comunicación ambiental.
“Se veía potencial en la participación de las organizaciones y empresas y de los distintos actores de la sociedad civil interesados en temáticas ambientales. También había mucho por hacer en otras líneas de trabajo como energías renovables, verde urbano y biodiversidad, empleo verde, entre otras” explica María Paz rememorando el contexto social que impulsó la creación del programa.
“Era importante afianzar institucionalmente el trabajo ambiental en la ciudad”
Luego de 5 años de progresos constantes en materia ambiental, el interés social y la adhesión a las iniciativas de este tipo seguía creciendo, así como la demanda de mayores avances que se mantuvieran en el tiempo.
“Era importante afianzar institucionalmente el trabajo ambiental en la ciudad y que más allá del gobierno de turno, Rafaela tuviera una impronta ambiental formal, la tenía pero le faltaba formalidad” remarca María.
A partir de esa necesidad de institucionalización de ciertas políticas es que nació en 2015 el Instituto para el Desarrollo Sustentable de Rafaela (IDSR), “que apuntaba a afianzar lo que veníamos haciendo pero también permitió la creación de un espacio participativo como lo es el Consejo Ambiental”, describe su directora.
“El IDSR garantiza que Rafaela va a trabajar la temática ambiental más allá de los gobiernos de turno”
El Consejo Ambiental es un órgano con vasta representatividad de la sociedad civil y cumple con funciones de asistencia, asesoramiento y realización de gestiones. Sus integrantes, que se renuevan cada año, son: uno por bloque del Concejo Municipal, uno por el Centro Comercial e Industrial de Rafaela, uno por la Sociedad Rural de Rafaela, uno por la Confederación General del Trabajo Regional Rafaela, uno por el Consejo de Pastores, uno por el Obispado de Rafaela, uno por la Federación de Entidades Vecinales y uno por Organizaciones No Gubernamentales de la Sociedad Civil.
“Este ente es autárquico y, aunque los fondos son municipales, se administran de forma independiente. Esto le permite firmar convenios y hacer inversiones de forma ágil” explica María Paz respecto a la libertad de acción de la institución. Y agrega: “el Instituto para el Desarrollo Sustentable garantiza que Rafaela va a trabajar la temática ambiental más allá de los gobiernos de turno”.
-¿Qué le aporta el IDSR a la gestión municipal y cómo se inserta en ella? ¿Qué ODS tienen más en cuenta para las políticas?
Esta autarquía le brindó al instituto mayor transversalidad interna con las distintas secretarías del municipio. Lo que buscamos es, por ejemplo, que Obras Públicas trabaje con criterios ambientales, Hacienda también, y que todas las secretarías puedan tener una mirada ambiental.
La autonomía también le dio más agilidad en la vinculación con organismos externos y a la hora de formalizar el trabajo con otras empresas, organizaciones y casas de estudios.
“La autarquía le brindó al instituto mayor transversalidad interna con las distintas secretarías del municipio”
Respecto a los ODS, tratamos de trabajar y tener en cuenta a los 17 pero obviamente el que priorizamos es el de ciudades sostenibles. La igualdad de género, el fin de la pobreza o la soberanía alimentaria también van apareciendo.
Tratamos de que cada acción que llevamos adelante tenga una mirada desde los ODS. Son una guía que todos los municipios debemos tener, como un manual. Algunos parecen inalcanzables pero siempre ayudan a ordenarse y proponerse nuevos objetivos.
-¿Cómo es la dinámica de trabajo y la articulación entre sectores dentro del Consejo Ambiental?
Este consejo tiene que ver mucho con la idiosincrasia de la ciudad. Rafaela se caracteriza por una fuerte articulación público-privada que se ve reflejada en materia ambiental pero también desde lo productivo, los servicios y las obras públicas.
Nosotros tenemos reuniones bimestrales con el Consejo, donde compartimos los principales ejes de trabajo de los siguientes 2 meses o contamos lo que estuvimos haciendo. Se producen intercambios y recibimos propuestas del otro lado para poder realizar nuestras actividades.
Siempre tratamos de impulsar una mirada solidaria y amigable. Al estar representados todos los bloques del Concejo Municipal, también buscamos un acompañamiento político respecto a las acciones ambientales del municipio.
¿Cómo se promueve la participación ciudadana desde el IDSR y qué espacio le dan?
Unos de nuestros ejes de trabajo son la comunicación y la educación ambiental, que son transversales a los otros ejes.
En esta línea, una de las primeras propuestas fue el programa “Creando Conciencia”, un hito que hoy sigue en pie después de más de 14 años. Consiste en la visita puerta a puerta para explicar a los vecinos cómo separar los residuos, cómo sumar energías renovables en su hogar o cómo tener una huerta, entre otras herramientas. Esto lo realizamos junto a casas de estudio de la ciudad, con 12 pasantes que hacen sus prácticas profesionales.
Siempre identificamos un alto grado de participación y cuando arrancamos no había redes sociales. Pero la comunicación personalizada, más allá de los otros medios de contacto, suma muchísimo. Incluso medimos que, en la pandemia, cuando no lo pudimos hacer, la participación bajó. Entonces al programa lo sostenemos de forma ininterrumpida en la ciudad y a lo largo de los 14 años se fue adaptando y transformando.
Actualmente, más del 80% de los vecinos separan los residuos. Ese índice nos demuestra su interés. También tenemos cursos de empleo verde. Hacemos más de 10 cursos al año y se agotan los cupos.
Además entregamos semillas para promover huertas en casa, donde se anotan más de 1500 personas, teniendo en cuenta que Rafaela tiene alrededor de 110 mil habitantes.
“Más del 80% de los vecinos separan los residuos”
Todos estos números nos sirven para medir el grado de participación y ver cómo logramos el aporte de la mirada ciudadana en lo que hacemos. No siempre queremos pensarlo desde el municipio y bajar la idea sino que buscamos que se dé una retroalimentación de la gente. Ver qué esperan de nosotros y qué están haciendo en materia ambiental.
-¿Cómo abordan el concepto de economía circular?
Nuestro modelo de gestión integral de residuos responde a la economía circular. El mayor ejemplo dentro del sistema son las cooperativas de recicladoras y recicladores urbanos, que en su mayoría son mujeres y que trabajan en el complejo ambiental dejando de lado la linealidad de juntar un residuo y enterrarlo para generar un circuito circular con una recolección diferenciada, recuperación de material, comercialización e ingreso de la materia prima de nuevo a la industria.
Es un concepto que venimos trabajando hace mucho tiempo y capacitando a la ciudadanía también. Con la Agencia de Desarrollo de Rafaela capacitamos a empresas en economía circular y esa vinculación sirve para cambiar ciertos modelos. Tenemos el programa “Instituciones Sustentables” que promueve prácticas amigables con el ambiente, ya sea gestión de residuos, movilidad sustentable o energías renovables.
-¿Utilizan el intercambio entre ciudades para adoptar nuevos enfoques e iniciativas de desarrollo sustentable?
En el 2010 tomamos algunas cuestiones del modelo de Barcelona, pero siempre decimos que en lo ambiental no hay que pensar en ningún enlatado porque todo va de la mano de las características de las ciudades y de su población.
Rafaela tiene una fuerte impronta de participación público-privada y nosotros nos basamos en eso. Esa es una fortaleza de nuestra ciudad.
Está la maestría en Desarrollo Territorial, que nos ayudó a evidenciar a los actores que forman parte del desarrollo de esta ciudad sostenible.
“Rafaela tiene una fuerte impronta de participación público-privada”
Pero sí tomamos cosas de otras localidades. En Rafaela se hizo el Congreso Nacional de Gestión Integral de Residuos en 2016 y obviamente ahí se da un intercambio muy importante entre municipios.
Rafaela es referente a nivel nacional en la gestión de residuos y recibimos muchas visitas en nuestro complejo ambiental de otros gobiernos que quieren conocer nuestra estrategia.
Además formamos parte de la Red Argentina de Municipios Frente al Cambio Climático (RAMCC), que también nos permite el intercambio. Pero siempre damos prioridad a las características locales.
-¿Cuáles son los principales desafíos de Rafaela en materia ambiental?
Hace un tiempo venimos trabajando en la transformación del espacio público y en generar mayor apropiación del ciudadano de esos espacios. Ya sea con tareas de cuidado, con más infraestructura verde o con mobiliario más relacionado al ambiente. Esto es fundamental.
Otro eje que es un gran desafío es la transformación de la mirada sobre la movilidad. Queremos promover más la movilidad sustentable y la infraestructura. Estamos llevando a cabo un plan de obras de ciclovías y ciclocarriles con fondos nacionales, que deben responder a un plan pensado y estudiado para lograr la transformación, que es cultural también. En Rafaela está muy arraigado el uso del vehículo motorizado.
El tercer eje es el uso de las energías renovables, uno de los temas que más hemos avanzado. Entregamos un incentivo económico a quienes instalen equipos de energías renovables en su hogar, por ejemplo colectores solares. Allí reconocemos parte del valor del equipo y eso genera empleo verde. Además hicimos cursos de capacitación para instaladores de estos equipos. El cambio en la matriz energética también es un gran desafío.
Estos objetivos delimitan el horizonte de una ciudad que, gracias a la continuidad en sus políticas ambientales y a la apuesta por una estrategia a largo plazo con inclusión de la ciudadanía, se destaca como un faro de referencia nacional en el desafiante camino hacia la sostenibilidad.