Sin dudas estamos transitando cambios disruptivos a nivel tecnológico en el mundo y esto abre debates sobre su impacto. Un ejemplo es lo que ocurre con la educación. Así como en otra nota contábamos sobre la incidencia de la Inteligencia Artificial en el proceso educativo, también otras discusiones más conocidas que volvieron a tomar notoriedad: ¿Teléfonos móviles, si o no en las aulas?
Si bien el uso de los smartphones puede apalancar el proceso educativo, por otro lado la realidad indica que también que son los propios dispositivos los que se encargan de quitarle la atención por ejemplo a los jóvenes en las aulas. En este contexto diversos especialistas han puesto el grito en el cielo, ya sea de manera positiva como negativa.
Esto ha despertado un interés general de algunos espacios educativos en prohibir los dispositivos móviles dentro de los establecimientos educativos. Esta iniciativa que ha surgido en los Países Bajos, Suecia y Reino Unido se ha planteado el desafío de encontrar un equilibrio entre el potencial educativo de la tecnología y los posibles efectos negativos en la concentración y el rendimiento académico de los estudiantes.
En España, por ejemplo, la regulación sobre el uso de dispositivos electrónicos en las escuelas varía según las diferentes comunidades autónomas. Algunas han prohibido su uso, mientras que otras delegan la decisión en los propios centros educativos. Esta diversidad normativa refleja la necesidad de abordar el tema de manera individualizada, teniendo en cuenta las particularidades y necesidades de cada comunidad.
Los defensores de una normativa legal que respalde a los padres y al profesorado argumentan que establecer límites claros sobre el uso de dispositivos electrónicos en el entorno educativo puede ser beneficioso. Al limitar su uso a funciones estrictamente educativas, se busca fomentar un ambiente propicio para el aprendizaje, la concentración y la interacción entre los estudiantes.
Diversos estudios han arrojado luz sobre los efectos negativos del uso excesivo de teléfonos móviles en las aulas. Investigaciones realizadas por la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres concluyeron que su uso afectaba especialmente a los alumnos con bajo rendimiento académico. Asimismo, la Universidad de Harvard respaldó la idea de restringir su uso, pero destacó la importancia de implementar políticas de apoyo a los estudiantes para ayudarles a enfrentar los desafíos asociados con la tecnología.
OTRA PERSPECTIVA
Sin embargo, también existen perspectivas que defienden la integración de la tecnología en el aula de manera equilibrada. Se argumenta que los dispositivos móviles pueden ser herramientas educativas poderosas, que permiten acceder a recursos en línea, promover la participación y el trabajo colaborativo, y desarrollar habilidades digitales fundamentales para el mundo actual.
¿Quién no ha buscado información en Google o en los tiempos actuales en Chat GPT? Ya sea en momentos de estudio, en momentos de una discusión o incluso en un bar. Un celular ya no es una herramienta de entretenimiento, también pueden ser herramientas de trabajo.
Es esencial reconocer que la decisión sobre el uso de dispositivos electrónicos en las aulas debe basarse en una evaluación cuidadosa de las necesidades y objetivos educativos de cada contexto. Los profesores desempeñan un papel fundamental en la gestión del uso de tecnología en el aula, definiendo estrategias pedagógicas que aprovechen su potencial educativo y minimicen las distracciones.
En última instancia, el debate sobre el uso de teléfonos móviles en las aulas refleja los desafíos y oportunidades que enfrenta la educación en un mundo digitalizado. Es fundamental continuar explorando soluciones equilibradas que permitan aprovechar los beneficios de la tecnología, al tiempo que se fomenta un entorno de aprendizaje enfocado y productivo.
La prohibición voluntaria acordada por el Gobierno de Países Bajos y las escuelas en relación con los dispositivos electrónicos en las aulas de secundaria es un paso importante en este camino. Permitirá evaluar sus efectos y establecer mejores prácticas educativas para el beneficio de los estudiantes. A medida que más países y comunidades se sumen a este debate, será crucial buscar consensos que satisfagan las necesidades y expectativas de todos los actores involucrados en el proceso educativo.
Esto también ha pasado en Suecia, donde la ministra de aprendizaje se encuentra en una encrucijada entre la utilidad y uso de los celulares frente a la capacidad de los mismos de mejorar la calidad de las clases. Hoy los docentes se dividen entre los que piden los celulares en una caja o entre los que alientan la búsqueda de información digital. Pero un tema preocupa: se lee menos y cuesta más la comprensión.
Allí la ministra explicó: “El informe Pirls (sobre comprensión lectora) es una señal de que tenemos una crisis de lectura en las escuelas suecas. En el futuro, el Gobierno quiere ver más libros de texto y menos tiempo de pantalla en la escuela”.
Según avanzó, el hecho de que los alumnos aprendan a leer y comprendan lo que leen es un requisito previo para el aprendizaje global y en los centros educativos se está perdiendo el foco en este objetivo. En su opinión, es preocupante que la capacidad de lectura esté disminuyendo entre los niños y los jóvenes por lo que las escuelas suecas deben volver a lo básico. “Hay que centrarse en competencias básicas como la lectura, la escritura y el cálculo”, concluyó.
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