¿Cuántas veces hemos escuchado a la gente adulta repetir que las cosas en la actualidad están hechas para romperse y obligar a los usuarios a saltar a modelos nuevos? ¿Y si te dijeran que tienen razón? Esta estrategia empresarial que busca impulsar el consumo tiene nombre y apellido: la obsolescencia programada.
Dicho en otras palabras, se trata de la vida útil que las fábricas le dan a sus productos de consumo masivo, como los electrodomésticos. Pasado ese tiempo se convertirá, literalmente, en basura. De esta manera, el sistema productivo se asegura un flujo continuo de demanda ya que saben que, alguien que compra un celular hoy en día, a más tardar en dos años deberá saltar a otro modelo. Algo similar ocurre con electrodomésticos y demás bienes de consumo masivo.
No se trata para nada de una idea moderna, ya que surgió en 1920 de la unión de diversas empresas que idearon este sistema para incrementar las ventas de sus productos. El producto original con el que comenzó esta estrategia fue la bombilla de luz que, para 1879 bajo la invención de Thomas Edison alcanzaba la vida útil de 2500 horas y para 1925 su vida útil se redujo a 1000 horas de funcionamiento.
ENTENDIENDO A LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA
¿Pero cómo es que las empresas hacen esto? Para diseñar esta obsolescencia programada las empresas se basan en 3 aspectos fundamentales.
- Obsolescencia por Función: Por un lado y uno de los más conocidos, es la obsolescencia por función. Es decir, un modelo queda “viejo” tras la aparición de un nuevo modelo más avanzado y moderno. De esta manera se genera una sensación de inutilidad en los viejos modelos que, impulsado por una sociedad de consumo invitan a los usuarios a renovar sus equipos. Es por esta razón que año a año aparecen en el mercado miles de modelos similares entre sí. Uno de los ejemplos más claros es lo que ocurre con los celulares.
- Obsolescencia por Calidad: Por otro lado, la obsolescencia por calidad se da en aquellos casos donde las empresas programan las fallas y el mal funcionamiento. Es casi normal pensar en la baja durabilidad de las cosas que suelen romperse dentro de un corto plazo de uso. Algo de esto ocurre con multiprocesadoras, televisores y microondas. Parte de la estrategia es el desmedido precio de los repuestos, que invitan cordialmente a las personas a invertir en nuevos productos.
- Obsolescencia por Deseo: Por último, pero no menos importante, ya que es una de las formas más innovadoras en la que funciona la obsolescencia programada es la que se da por cuestiones de deseo. Es decir, las personas ven un nuevo modelo circulando en las góndolas y espacios publicitarios y por cuestiones de estilo o moda buscan cambiar sus viejos modelos.
EMPRESAS Y GOBIERNOS BUSCAN DAR RESPUESTA
Muchas personas han recalculado sobre la importancia de evitar caer en este tipo de estrategias empresariales y han diseñado nuevas alternativas para evitar el consumo excesivo.
Uno de estos ejemplos es el de FairPhone, una empresa de celulares que busca evitar la generación de basura electrónica y propone a los usuarios la opción de modernizar algunos componentes del celular para así evitar toneladas de basura altamente contaminante.
Por otra parte, diversas organizaciones que impulsan la Economía Circular buscan evitar que estos “obsoletos” terminen en la basura así que los reparan o simplemente los acondicionan y los vuelven a insertar en el mercado sin la necesidad de que generen altos niveles de contaminación. Si bien en América Latina existen muchos casos, Recidar en Perú es uno de los ejemplo que hemos entrevistado en Utopía Urbana, por si te interesa conocerlo.
Además, las empresas también han empezado a ser cuestionadas por esta obsolescencia programada a lo que buscan ofrecer soluciones sustentables sin frenar el consumo masivo. Samgung, por ejemplo, ofrece diversos planes de canje para aquellos que quieran modernizar su celular.
Pero la acción también involucra a los gobiernos. En ese sentido, una de las claves es promover los Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor, o sea, una forma por la que se busca trasladar los costos de gestión de los residuos generados a los productores en vez de al Estado. Un país que está avanzando de manera decidida en enfrentar la obsolescencia programada es Francia, para lo que introdujo el “derecho a reparar” dentro de sus políticas, con todo tipo de medidas para que las personas puedan tener acceso a reparaciones públicas, privadas o incluso ayudas para reparar bienes en casa, buscando reducir el desperdicio de materiales. Además los electrodomésticos tienen etiqueta con índice de reparabilidad.
El camino es largo y el recorrido aún es insuficiente. Sin embargo, los usuarios se han despertado de una larga siesta y empezaron a ser conscientes de los engaños comerciales para inducir el consumo desmedido. Sea como sea, la necesidad de reducir la contaminación generada por la industria ha significado un límite para estas estrategias. ¿Y tú qué crees?
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