Los árboles son uno de los mejores aliados del ser humano para enmendar el daño realizado al medio ambiente. Por medio de sus troncos, hojas y raíces almacenan grandes cantidades de carbono, que es liberado al aire en cada incendio o tala desmedida provocado por los humanos.
Cabe mencionar, antes que nada, que hay un asterisco a tener en cuenta previamente a hablar de planes de acción para la siembra de árboles. Por un lado, están los planes de reforestación, que buscan cubrir de árboles un territorio que antiguamente era parte de un bosque y ya sea por incendios o por la tala desmedida se han vuelto zonas desérticas. Distinta es la forestación, donde se busca impulsar la vida en terrenos sin sembrado previo.
En ambos casos hay que tener precauciones, ya que al reforestar bosques con árboles que no sean nativos se puede crear una competencia desmedida que, por la misma acción del hombre, desencadena extinciones y hasta tragedias forestales. Como ejemplo, en el sur argentino, la siembra de pino ha generado innumerables incendios al tratarse de un árbol incendiario en zonas secas y de altas temperaturas.
Lo mismo sucede en casos de forestación, donde es necesario realizar estudios previos que permitan conocer la acción de estas especies en los ecosistemas introducidos y así evitar posibles problemas. Por ejemplo, en una ciudad, la siembra de determinadas especies de árboles pueden favorecer la proliferación de determinados hongos o pájaros que afecten la fauna nativa.
Las estadísticas son alarmantes, ya que la tasa de pérdida de los bosques nativos se encuentra muy por encima de la tasa de forestación y muy por encima de la capacidad regenerativa de estos mismos bosques. Por ejemplo, en Argentina, durante el 2021 la pérdida de bosques nativos en el norte del país alcanzó las 115.00 hectáreas. Según Greenpeace, las provincias de Santiago del Estero (32.776 hectáreas), Jujuy (30.071 hectáreas), Salta (20.962 hectáreas), Formosa (17.779 hectáreas) y Chaco (13.128 hectáreas) lideran el ranking de pérdidas.
Ciudades y forestación, resiliencia urbana
La pérdida de bosques no solamente afecta la vida de la flora y fauna nativa y libera millones de toneladas de carbono al aire limpio. El aumento de la temperatura también es parte de este tipo de problemas, ya que al no haber espacios verdes en las cercanías no existe la humedad necesaria para disminuir el calor.
De esta manera, algunas ciudades han empezado a innovar con plantaciones de bosques, pero también a menor escala con arbolado público o edificios verdes, como el caso de las ciudades verticales.
La intención de impulsar estrategias de forestación a nivel internacional se ha enfocado durante muchos años en fortalecer el sector rural. Con el paso del tiempo y la necesidad urbana de disminuir las altas temperaturas, los especialistas empezaron a aplicar esta modalidad a las ciudades. Aquí te contamos algunos casos.
Madrid:
En España, desde el municipio de Madrid han elaborado un plan de acción que busca sembrar unos 100.000 árboles durante un año. Ese plan se ejecutó durante el 2021 y logró cumplir su cometido en un 91%, con unos 90.620 árboles plantados.
La iniciativa buscaba reforestar la región tras la catástrofe provocada por la borrasca Filomena. Los estudios indicaron que Filomena repercutió negativamente, al punto de desembocar en la posible extinción de otras especies de la zona. Causó daños en 800.000 ejemplares, el 46 % de la masa de la ciudad. De esta cifra, el 10 %, es decir, 80.000 cayeron o tuvieron que ser talados. La mayoría, más de 60.000, formaban parte de la Casa de Campo, donde había una población «desmesurada» de árboles.
Se trata de la mayor campaña de plantación de árboles hasta el momento en la historia del municipio y esperan que en los próximos años superen nuevamente el récord.
Buenos Aires:
Desde el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Argentina) realizaron un plan que involucra a unas 15 comunas, a partir del cual buscan sumar casi 16 mil nuevos árboles a la trama urbana con especies icónicas y nativas como el tilo, el liquidámbar o el jacarandá que tendrán protagonismo en la repoblación y reposición de ejemplares.
Este plan, denominado Plan Maestro de Arbolado, “define variedades cuyas características aseguran una mayor adaptación al medio urbano y brindan beneficios medioambientales persistentes como la reducción de las altas temperaturas, la absorción de dióxido de carbono y la disminución de la polución”, explicaron en el sitio oficial.
“Se eligieron diferentes especies aptas para arbolado viario resaltando la incorporación de aquellas que ya han sido utilizadas en veredas y mostraron un excelente comportamiento y desarrollo dentro de nuestros entornos urbanos”, concluyó Julia Domeniconi, secretaria de Atención Ciudadana y Gestión Comunal.
En este sentido cabe destacar la labor de la ONG Un Árbol que busca reforestar el arbolado urbano con especies nativas que ayuden a reducir el impacto ambiental de las grandes ciudades.
Costa Rica:
También vale remarcar el caso de este país centroamericano que es el único de América Latina que logró revertir la deforestación y que tiene 59% de su territorio cubierto por bosques. En Costa Rica, las políticas públicas vinculadas a este tema tienen un fuerte componente de financiamiento de organismos internacionales, que se complementa con recursos propios. De esa manera, es una de las naciones que más ha realizado en la región para impulsar la constitución del arbolado público. Las grandes tormentas usuales en la región han provocado incesantes daños que se han ido acumulando con el paso del tiempo.
Tal como se acordó en la COP 26 de Glasgow, los países más desarrollados del mundo empezaron una serie de iniciativas para fomentar el desarrollo ambiental en los países con menor desarrollo y la Unión Europea es una de las entidades que más ha respetado este acuerdo.
Para ello, desde el viejo continente han elaborado el proyecto Interlace, que busca recuperar los ecosistemas urbanos y el arbolado público para reducir la temperatura de las ciudades y así evitar la generación de energía destinada a la calefacción.
“El enfoque se da a partir de la conexión “naturaleza-lugares-personas”, la cual promueve la creación de zonas verdes y la recuperación de ecosistemas degradados que permitan ese “interlace” entre personas y entorno natural, todo con miras a agosto 2024 que es la fecha en que finalizará la iniciativa”, explicaron desde la página oficial.“Es una experiencia muy enriquecedora para todos y a la vez un reto porque, si bien es cierto que entre las ciudades latinoamericanas y europeas hay puntos en común en temas ambientales, también las ciudades tienen modelos de gobernanza diferentes, así como recursos y prioridades que nos permiten aprender unas de otras y que hacen que los productos de Interlace sean personificados para cada ciudad”, comentó Marcela Gutiérrez, coordinadora del proyecto y académica del Centro de Estudios Generales de la Universidad Nacional (UNA).
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, explicó: “La conservación del patrimonio natural es un elemento esencial del Pacto Verde Europeo y forma parte del modelo de recuperación económica que Europa propone al mundo”.
En el caso de Costa Rica, el impulso a la reforestación está tomando diversas formas. Un caso particular a citar es el de las Brigadas de Reforestación Urbana, que fue una política que se acentuó en los últimos años para fortalecer el reverdecimiento de las ciudades, aún en tiempos de Covid. Este proyecto fue financiado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)y se denomina “Conservando la biodiversidad a través de la gestión sostenible en los paisajes de producción en Costa Rica”, también conocido como Paisajes Productivos.En síntesis, más allá de estos casos puntuales, en todo el mundo se han comenzado a impulsar todo tipo de esfuerzos para darle a las ciudades más espacios verdes y contribuir a la regeneración ecosistémica en las grandes urbes. ¿Vos ya plantaste un árbol?