Hablar de emisiones de carbono hoy en día es algo que fácilmente todos pueden entender. Si bien la información disponible aún no ha llegado a todos los lugares, la población media sabe los altos niveles de contaminación que se generan por medio de la utilización de combustibles fósiles.
Dejar de utilizarlos es el objetivo, pero de momento no parece ser una opción viable para miles de ciudades, gobiernos y empresas de todo el mundo. Los esfuerzos no son suficientes y la gran cantidad de carbono emitido no parece inclinar la aguja para apurar la transición hacia la sostenibilidad.
De hecho, hoy en día se estima que, a nivel mundial se emiten unas 15.300 millones de toneladas por año en todo el planeta (datos de Unicef en el 2021) y, contrario a lo que se espera por los organismos internacionales ambientales, la suma aumenta año a año. De hecho, el año 2021 fue el récord histórico en la cantidad de emisiones.
La carrera hacia la neutralidad de carbono no es una tarea que se realice de la noche a la mañana, por esta razón, diversos organismos como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y algunas empresas como SouthPole, han empezado a emitir bonos de carbono.
Pero…¿De qué se trata esto? Básicamente, la obligación de neutralizar las emisiones por parte de las empresas no es algo que hoy por hoy sea común y fácil, en parte por falta de compromiso de las mismas, pero también por falta de opciones y alternativas. Dicho de otra forma, por más que una empresa se comprometa a reciclar sus envases y utilizar energía eólica en sus producciones, el transporte siempre se da por medio de camiones, colectivos y aviones que utilizan combustibles fósiles para funcionar.
Por otra parte, muchas de estas empresas no tienen la capacidad real de poder impulsar iniciativas ambientales que puedan neutralizar su consumo y sus emisiones en el corto o mediano plazo.
Para esto surgió la idea de los bonos de carbono, que básicamente siguiendo el hecho de que todos los individuos, gobiernos, ciudades y empresas generan emisiones de carbono que se traducen en una huella particular de cada uno de ellos, se ven obligados a compensarlas. Si bien hay algunas ciudades y empresas que logran tener una huella neutral de carbono, la gran mayoría debe recurrir a los bonos de carbono que son una forma de compensar la contaminación generada por la actividad.
“Estos proyectos son verificados por entes internacionales que validan y certifican su adicionalidad y sus beneficios socioambientales. Una vez validados, los proyectos emiten bonos de carbono, los cuales representan 1 TNCO2eq (tonelada de dióxido de carbono equivalente) absorbida o evitada, al cual pueden acceder las empresas para compensar tanto sus emisiones remanentes, como la de sus productos o eventos”, explicaron desde SouthPole, una empresa dedicada a emitir bonos de carbono.
Estos bonos están destinados a diversos proyectos que buscan reducir las emisiones globales, algunos están dedicados a la forestación y conservación de bosques, que son uno de los principales captadores de carbono de forma natural en el planeta. De esta manera, una empresa que no puede controlar sus emisiones puede adquirir un bono y financiar indirectamente la siembra de miles de árboles o por medio del cuidado de los bosques nativos ya existentes.
Los proyectos de energía renovable son otra de las grandes alternativas. De esta manera, el financiamiento directamente recaerá sobre aquellas industrias que trabajan la energía hidroeléctrica, eólica y solar fotovoltaica. Estos proyectos significan un avance clave en la descarbonización del planeta y en la mitigación del cambio climático permitiendo y acelerando la transición hacia energías limpias que dejen, de una vez por todas, de explotar los fósiles del mundo.
Por otra parte, pero no menos importante, la gestión de los residuos es uno de los procesos a los que más se destina bonos de carbono para poder avanzar en la recolección de la basura y evitar que quede amontonada en basurales a cielo abierto o enterrada en pozos que contaminan las napas. A su vez, el reciclaje, por ejemplo, es una de las puertas que se han abierto durante estos últimos años para recibir la financiación de los bonos de carbono.
Un creciente número de países y organizaciones está tomando medidas para descarbonizar, y a pesar del compromiso con la sostenibilidad y eficiencia energética de muchos de ellos, es casi imposible evitar por completo las actividades que causan emisiones.
Estos bonos son sin dudas un descanso para las grandes empresas que buscan reducir la contaminación generada por su propia actividad, sin embargo, es importante que, con el paso de los años, las empresas empiecen a tomar medidas propias que incentiven la reducción de esta huella.
Algunas de estas son, por ejemplo, realizar un inventario de Gases de Efecto Invernadero (GEI) para poder tener una información certera sobre la contaminación generada por su actividad. Solo de esta manera las empresas podrán pensar en hacerse cargo de sus emisiones y establecer objetivos para reducirlas.
Para ello además se recomienda la implementación de diversas estrategias para identificar intervenciones que alcancen los objetivos, Tomar medidas para reducir los riesgos, mejorar el rendimiento y compensar los impactos inevitables y comunicar sus actividades a empleados, inversionistas y clientes.
En conclusión, los bonos de carbono contribuyen con la salud y la prosperidad de las comunidades y combaten el cambio climático mediante la financiación de proyectos que reducen la necesidad de quemar fósiles y las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Sin dudas se trata de una gran alternativa para empezar a recuperar al menos una parte de la contaminación, avanzando en la mitigación y adaptación. ¿Conocías el rol de los bonos de carbono?