Hacia ciudades inteligentes,
sustentables e inclusivas.

Los bosques son uno de los espacios naturales que hacen el planeta habitable para los seres vivos. Además son responsables de la captura del 23% del carbono de las emisiones globales. Sin embargo, la tala indiscriminada y los incendios intencionados generan la pérdida de 16 millones de hectáreas nativas por año. Que se hace para mejorar esta situación

Llevar adelante proyectos de forestación se ha convertido en una de las maneras más importantes de contribuir a la mitigación del cambio climático. Diversas Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aceleraron con la implementación de proyectos forestales para satisfacer esa necesidad mundial. 

Como ya hemos visto, los bosques y plantas cumplen un rol fundamental en la captura de carbono y en la liberación de oxígeno. Tal es la importancia de los mismos que logran capturar cerca de un 23% de las emisiones totales del planeta. Además, junto a las algas son los que hacen el mundo habitable para los seres vivos, ya que son los encargados de liberar el oxígeno. 

Ese aroma a “bosque” que uno siente al entrar a la cordillera o cuando se acerca a un pequeño cúmulo de árboles no es más que el oxígeno o lo que llamamos “aire puro”. En ese sentido, la forestación sin dudas es un elemento clave para poder continuar con la vida en este mundo. 

Sin embargo, los estudios realizados por organismos internacionales arrojan datos para nada alentadores en relación a esta temática. Se estima que, por año, se pierden unas 16 millones de hectáreas de bosques nativos, lo que es un atentado para la flora y fauna de las distintas regiones del mundo. 

Los números indican que se deben plantar al menos 67 árboles anuales por persona para neutralizar la cantidad de carbono utilizada individualmente. Los números están lejos de la realidad. 

Para poder cumplir con estos parámetros ambientales, como es sabido que el ciudadano común se encuentra lejos de poder realizar más de 50 plantaciones anuales, ya sea por falta de tiempo, interés, capacidad o -el principal factor negativo- la falta de espacio- han surgido diversas alternativas que buscan instaurar estos parámetros. 

Por un lado, la realidad indica que instituciones como la Unión Europea han empezado a tomar cartas en el asunto por medio del Plan de Forestación Europeo que pretende plantar unos 3.000 millones de árboles nativos en todo el Viejo Continente

La iniciativa busca reforzar el rol de los bosques en la transición hacia una economía más sustentable y sin CO2, duplicando el ritmo habitual de siembra en la zona. “Los bosques sanos y resilientes son clave para alcanzar los objetivos climáticos y de biodiversidad y para el desarrollo sostenible del empleo y del crecimiento”, explicó el Comisario Europeo de Medioambiente, Virginijus Sinkevicius. Además, el lituano agregó: “Los bosques están bajo una creciente presión directa e indirecta. Queremos tener una protección estricta de todos los bosques primarios y originales de la UE”. 

En América Latina las medidas son más incipientes y aún se está en una etapa previa a la reforestación que básicamente radica en poder establecer ciertos limites a la tala indiscriminada y duras sanciones a quienes pretendan incendiar bosques de forma intencional para expandir el agronegocio o los bienes raíces. Aquí algunos ejemplos.

En el caso de Colombia ha elaborado un plan para conservar su parte de la Selva Amazónica, que según expresaron desde Unicef, es la zona mundial que mayor deforestación recibe, atentando directamente contra el pulmón más importante del continente. 

En Argentina algunos gobiernos locales empezaron con la incipiente restauración de bosques nativos por medio de planes municipales de reforestación. En la ciudad de Córdoba, por ejemplo, según le expresó a Utopía Urbana Guillermo Díaz Cornejo, Director General de Ambiente: “Ante la apatía y la falta de ganas de muchos de los vecinos de tener árboles, hemos decidido plantarlos nosotros”. 

“Hay una campaña muy agresiva de plantación de árboles. Llevamos casi 40 mil árboles plantados durante nuestra gestión y estimamos que hay una faltante de unos 200 mil árboles en la ciudad de Córdoba, con lo cual va a llevar toda esta gestión y la que viene llegar a un nivel que se considere adecuado para reducir el calor”, expresó. 

Por otra parte, la realidad que expresó Cornejo en cuanto al nulo deseo de los vecinos por plantar árboles en sus barrios es algo que se repite en casi todo el territorio argentino. Para ello, diversas ONG han encontrado el espacio para que, por medio de su acción, todas las personas puedan contribuir con la siembra de bosques nativos. 

ONG Un Árbol es uno de los ejemplos más interesantes a nivel local “con el objetivo de crear y desarrollar ambientes y sistemas humanos capaces de co-evolucionar con la naturaleza y enfrentar los complejos desafíos del mundo actual”, según expresó Gonzálo Menendez uno de sus socios fundadores a Utopía Urbana. 

Allí, mediante pequeñas donaciones, la organización lleva adelante jornadas de forestación, además de la creación de viveros nativos que estén generando siempre el material para llevar adelante la siembra. 

Importancia de plantar nativos

Si bien todos los árboles son capaces de capturar carbono y emitir oxígeno -mientras más grandes y viejos mayor captura-, la clave es que estos bosques sean nativos de la región donde los va a plantar. 

Y no se trata de un capricho ambiental, sino de conocer las diferentes necesidades de cada zona, para así poder mejorar el funcionamiento de los ecosistemas. Dicho de otra forma, los pájaros de cierta región están acostumbrados a anidar en determinados árboles, o comer determinados frutos. Lo mismo sucede con hongos que entran en simbiosis con las raíces y con todo el ecosistema que les rodea. 

Muchas veces, las especies extranjeras o no nativas pueden generar desbalances en los ecosistemas. Por ejemplo, en la Patagonia Argentina, tras los innumerables incendios se han plantado pinos sin mucha distancia. Aunque la acción pretendía ser recuperadora del ecosistema, los pinos resultaron incendiarios y terminaron siendo perjudiciales para la vida ecosistémica del sur argentino. “Las nativas se usan por la interacción que tienen con la fauna donde determinada ave, determinada mariposa conoce sus frutos y va a comer ahí y no a un fresno y a un ficus”, explicó Menendez. De esta forma, queda en evidencia lo importante que es sembrar y plantar árboles, preferentemente nativos, para poder contribuir a la mitigación del cambio climático.

tienes que ser suscriptor para comentar