La Comisión Europea quiere reforzar el papel de los bosques en la transición hacia una economía más sostenible y sin CO2 y propone plantar 3.000 millones de árboles más en la Unión Europea (UE) para 2030, una aceleración que duplica la velocidad habitual de siembra.
No importa cuánta tecnología se desarrolle en los países europeos, tampoco las leyes sancionatorias que promulgue un Estado más sustentable. Nada tiene sentido si no se protege y se expande la flora autóctona de los lugares. Por esta misma razón, desde la Comisión Europea proponen sembrar 3.000 millones de árboles.
La iniciativa busca reforzar el rol de los bosques en la transición hacia una economía más sustentable y sin CO2, duplicando el ritmo habitual de siembra en la zona. “Los bosques sanos y resilientes son clave para alcanzar los objetivos climáticos y de biodiversidad y para el desarrollo sostenible del empleo y del crecimiento”, explicó el Comisario Europeo de Medioambiente, Virginijus Sinkevicius. Además, el lituano explicó: “Los bosques están bajo una creciente presión directa e indirecta. Queremos tener una protección estricta de todos los bosques primarios y originales de la UE”.
Sin embargo, el principal objetivo de esta iniciativa no radica en solo en la capacidad de los bosques de absorber CO2. Sino que son vitales para mitigar el cambio climático, ya que actúan como sistema de refrigeración de las ciudades, como barrera contra la erosión del suelo o como mecanismo de purificación del aire y el agua, además de servir de refugio a grandes cantidades de animales, plantas y hongos.
Bosques en peligro de extinción
Pese a que ocupan un rol fundamental en el mundo, al menos un tercio de las especies de árboles del planeta se encuentran en peligro de extinción, según advirtieron en un estudio realizado por la organización Botanic Gardens Conservation International.
Según explicaron en el informe final, los análisis, que llevaron cinco años de duración, arrojaron que sobre las 60.000 especies arbóreas del planeta, el 30% (17.500) están actualmente en peligro de extinción.
“Esto significa que hay el doble de especies arbóreas amenazadas en todo el mundo que mamíferos, aves, anfibios y reptiles juntos”, aseguraron desde la organización.
Los números dieron como resultado que al menos unas 440 especies de árboles están al borde de la extinción, con menos de 50 ejemplares en estado salvaje. El que se encuentra en estado más crítico y a punto de sumarse a las otras 142 especies ya extintas, es el cardo blanco de Menai, ubicado en el norte de Gales, Reino Unido y de la que solo quedan unos 30 ejemplares silvestres.
Quizás el número que más preocupa por estos tiempos a la Unión Europea, se deba a que el 58% de los árboles autóctonos europeos están en peligro de extinción. Un dato crítico y que pone en riesgo el desarrollo sustentable en la región.
Usos de la madera en la UE
Siendo conscientes de todo esto, los gobiernos europeos se debaten cuál es el objetivo más importante a desarrollar con la madera de los bosques de la zona, ya que significan también una fuente importante dentro de la actividad económica, dadoque la industria maderera genera al menos 3,6 millones de empleos.
Sin embargo, pese a que un 18% de la energía que se consume actualmente en Europa proviene de la quema de leña, las autoridades del Ejecutivo Europeo buscan priorizar otro tipo de actividades, siendo la última opción la generación eléctrica.
De hecho, el gobierno de Bruselas propone que la quema de maderas sea la última opción y que el orden de prioridades sea el siguiente: fabricar productos con la madera, alargar la vida del servicio de los bosques, reutilizar y reciclar la madera y cómo última opción destinarla a la generación.
Además, desde la capital belga anunciaron que esperan aportar financiamiento, un marco de acción y asistencia técnica alrededor de las iniciativas ciudadanas locales para alcanzar el volumen deseado de 3.000 millones de árboles nuevos hacia 2030, siendo la ciudad que vigile la evolución del plan continental.
La estrategia ha rebajado sus ambiciones respecto a borradores previos, que aplaudían los medioambientalistas pero que criticaron algunos Estados miembros como Austria, Francia, Alemania, Polonia, Rumanía y Hungría por considerarlos demasiado garantistas, y que habían suscitado también desacuerdo en la Dirección General de Energía de la Comisión.
Se espera que durante los próximos nueve años la iniciativa ayude a controlar la extinción de las especies autóctonas, pero también a fomentar la industria maderera con una perspectiva sostenible sobre el cuidado ambiental.