Desde Utopía Urbana viajamos a la comunidad Rocinha, la favela más grande de Brasil y una de las más icónicas de América Latina, que actualmente está controlada por un grupo narco. Enclavada en el corazón de Río de Janeiro, entre los barrios de São Conrado y Gávea, Rocinha es mucho más que una aglomeración de viviendas improvisadas: es una verdadera ciudad dentro de otra ciudad. Su complejidad, dinamismo y contradicciones invitan a reflexionar sobre cómo se construye lo urbano desde la periferia y la informalidad. Conoce detalles aquí.
Favela Rocinha, la más grande y conocida de Río de Janeiro
Una comunidad que supera las cifras oficiales
Se estima que en Brasil existen alrededor de 1.000 favelas, actualmente denominadas comunidades. Sin embargo, la más conocida y para algunos la más peligrosa de ellas es la Rocinha, la cual está controlada por el grupo narco Comando Vermelho.
Según el Censo 2022, la favela Rocinha alberga oficialmente a unas 72 mil personas. Sin embargo, fuentes internas consultadas por Utopía Urbana, incluyendo centros de salud y organizaciones sociales, estiman que la cifra real podría rondar entre 200 mil y 300 mil habitantes. Esta diferencia revela las limitaciones de los registros formales para captar la realidad de una comunidad en constante transformación.
Allí conviven migrantes internos de Brasil, especialmente provenientes del empobrecido norte del país, con residentes que ya llevan generaciones viviendo en la favela. Las calles son angostas, laberínticas, y están llenas de vida: comercios, puestos de comida, ferreterías, peluquerías y hasta academias de capoeira se mezclan con viviendas de distintos niveles constructivos.
Ubicación de la Favela Rocinha dentro de Río de Janeiro
Servicios básicos informales y convivencia desigual
Una de las primeras cosas que notamos al recorrer Rocinha es la precaria infraestructura de servicios. La electricidad y el agua potable están presentes, pero en su mayoría a través de conexiones informales o «colgadas» de las redes públicas, que se perciben en una verdadera maraña de cables cruzando todas las calles. Esto significa que muchos habitantes no pagan por estos servicios, lo que representa un alivio económico, pero también una situación de vulnerabilidad.
A pesar de los bajos ingresos que predominan en la zona, también encontramos algunos residentes con mayor poder adquisitivo, generando una convivencia socialmente desigual pero con una cordial convivencia. El acceso a la vivienda es uno de los principales factores que condiciona esta permanencia: alquilar en Rocinha los costos mensuales oscilan entre los US$ 270 y 360, mucho menos que lo que se paga en los barrios más formales de Río de Janeiro, pero con la ventaja que en la comunidad no se pagan algunos servicios ni impuestos.
Justicia paralela y códigos de convivencia
Un dato que impacta es la forma en la que se mantiene el orden en la comunidad. Rocinha está controlada por el grupo narco Comando Vermelho, que impone una suerte de «justicia paralela». Los vecinos nos contaron que, dentro de la favela, no se permite robar ni cometer delitos graves como violaciones. Si esto ocurre, el castigo lo imponen directamente los narcos, muchas veces con extrema violencia.
Paradójicamente, muchos habitantes afirman sentirse más seguros dentro de Rocinha que en otras partes de la propia ciudad de Río de Janeiro. Esta seguridad no es resultado de la acción del Estado, sino de un régimen de control social impuesto por el narcotráfico. Esto plantea interrogantes profundos sobre la función de la justicia, la legitimidad del orden y la ausencia estructural del Estado en estas zonas.
Accesibilidad y transporte
Rocinha está integrada al sistema de transporte de Río de Janeiro. A pesar de sus calles empinadas y laberínticas, se puede acceder mediante colectivos, vans, automóviles, motos y moto-taxis. Incluso, en uno de sus extremos está conectado con la línea 4 del metro, mediante la estación São Conrado, lo que facilita la movilidad de sus habitantes hacia el resto de la ciudad de Río.
Postales de Rocinha
Foto: Utopía Urbana
Vida cotidiana: fe, cultura y organización civil
Durante nuestra visita, nos sorprendimos por la fuerte presencia comunitaria y religiosa. Rocinha cuenta con dos iglesias católicas y una gran cantidad de iglesias evangélicas, el culto mayoritario en la zona. La religión cumple un rol fundamental como espacio de contención y organización social.
También hay diversas organizaciones civiles que trabajan por la inclusión social. Visitamos una casa que cumple rol de club en donde se enseña capoeira a niños y adolescentes. Allí, la cultura afrobrasileña se convierte en herramienta de expresión, identidad y resistencia.También pudimos acceder a una escuela pública, que cuenta con aceptables instalaciones e incluso un muy lindo ámbito para practicar deportes como fútbol y basket.
Otro dato curioso es el sistema de correo comunitario. Nos comentaron que, dada la complejidad del trazado urbano y la falta de nomenclatura clara, muchas cartas y paquetes se entregan en locales de confianza o puntos de referencia, como panaderías o quioscos, porque sería prácticamente imposible detectar la ubicación de casas específicas.
Favela Rocinha en perspectiva al resto de Río de Janeiro

Reflexiones desde Utopía Urbana
Haber visitado la comunidad Rocinha fue una experiencia única. Nos permitió vivir en primera persona las condiciones de vida en este famoso lugar de Brasil y compartir momentos enriquecedores con algunos de sus habitantes. Su dinámica no puede ser comprendida sólo desde los indicadores tradicionales de pobreza o marginalidad. Es una comunidad viva, con reglas propias, redes solidarias y una resiliencia impresionante. La ausencia del Estado no ha impedido que la vida se organice, aunque muchas veces lo haga bajo lógicas informales o incluso ilegales.
Para quienes pensamos en el futuro de las ciudades desde una perspectiva inclusiva y humana, Rocinha representa un laboratorio de urbanismo popular, con todo lo que eso implica: creatividad, riesgo, tensiones, esperanza. La clave no está en erradicar estas comunidades, sino en integrarlas a la ciudad sin borrar su identidad.
El desafío está planteado: ¿puede una ciudad formal aprender de la ciudad informal? En Rocinha, la pregunta no es retórica. Es urgente.
Postales de Rocinha
Foto: Utopía Urbana
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