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A medida que el telgopor se convierte en un protagonista indeseado en el escenario de la contaminación ambiental, surge la urgente necesidad de abordar sus desafíos de reciclaje y su impacto negativo. ¿Qué obstáculos impiden su correcta gestión? ¿Y cuáles son las alternativas sostenibles que podrían allanar el camino hacia un futuro más limpio y saludable?

En la lucha global contra la contaminación, el telgopor se ha convertido en un objetivo clave. Este material, conocido técnicamente como poliestireno expandido (EPS), es omnipresente en nuestra vida cotidiana: lo encontramos en envases de alimentos, embalajes, productos electrónicos y más. Sin embargo, su amplia disponibilidad y su aparente conveniencia ocultan un problema significativo: la dificultad de reciclarlo y su impacto ambiental negativo.

A pesar de ser técnicamente reciclable, muy pocas instalaciones de reciclaje se dedican a este material, y las razones son diversas y complejas. Pese a que todo parece indicar que de seguir así una pila de telgopor tapará el mundo, no existen de momento alternativas sostenibles dedicadas a eso. 

Una de las principales razones por las que el telgopor es un desafío para el reciclaje es su volumen y ligereza. Aunque ocupa mucho espacio, tiene poco peso en relación con su tamaño, lo que lo hace costoso de recolectar, transportar y procesar. Además, el telgopor es altamente susceptible a la contaminación por suciedad, residuos de alimentos y otros materiales, lo que dificulta su reciclaje y reduce la calidad del material reciclado.

A pesar de ser reciclable, el telgopor reciclado tiene un valor económico relativamente bajo en comparación con el costo de su recolección y procesamiento. Esto se debe en parte a la falta de infraestructura especializada y tecnología avanzada necesaria para reciclar eficientemente el telgopor. Los procesos de limpieza, trituración y compactación del material requieren equipos específicos y costosos, lo que desalienta a muchas empresas de invertir en esta área.

A nivel mundial, son pocas las empresas que se dedican al reciclaje de telgopor, y las razones son diversas. Por un lado, el bajo valor económico del telgopor reciclado hace que muchas empresas no vean la rentabilidad en invertir en su reciclaje. Además, la falta de incentivos gubernamentales y regulaciones estrictas en torno al reciclaje del telgopor también contribuye a su escaso reciclaje.

Ante este panorama, es crucial buscar alternativas sostenibles al telgopor. La reducción del uso de este material, la búsqueda de alternativas biodegradables y compostables, y el fomento de la reutilización y el reciclaje son pasos importantes para abordar el problema de la contaminación por telgopor. Además, es necesario fomentar la conciencia pública sobre el impacto ambiental del telgopor y la importancia de tomar medidas para reducir su uso y promover prácticas más sostenibles.

Su dificultad para reciclarlo, combinada con su amplia disponibilidad y uso generalizado, lo convierte en un problema ambiental grave. Es hora de buscar alternativas sostenibles y tomar medidas concretas para reducir el uso y el impacto del telgopor en nuestro planeta.

Si estás en Argentina, cuando en vez de tirar el telgopor en la basura lo reciclas y lo llevas a uno de los cientos de puntos verdes del país, las cooperativas y recuperadores urbanos se encargan de acercarlo a Sirplast, donde lo muelen y lo vuelven a integrar utilizando moldes diversos según el producto que se busque obtener. Hablamos de Sirplast porque actualmente es la única empresa recicladora que trabaja con Poliestireno expandido

Conscientes de ello, en más de una oportunidad han demostrado que su compromiso ambiental trasciende el modelo de negocios. Desde la empresa creen que es urgente y necesario que nuevas plantas de tratamiento empiecen a reciclar el telgopor. Ellos operan desde agosto de 2013, con sede en la localidad bonaerense de Munro y se han ganado un lugar en el país gracias a ser los únicos que se interesaron por reducir el impacto ambiental colateral de la industria. 

“Nacimos a partir de la creciente demanda de este material en nuestro país y ocupamos un lugar, antes no existente, en el mundo del reciclaje”, explicaron. Bien ganado lo tienen, ya que es el lugar elegido por los recuperadores, grandes generadores, empresas pequeñas, particulares, cooperativas y ONGs de todo Argentina. 

En conclusión, el telgopor representa un desafío significativo en la lucha contra la contaminación. Su dificultad para reciclarlo, combinada con su amplia disponibilidad y uso generalizado, lo convierte en un problema ambiental grave. Es hora de buscar alternativas sostenibles y tomar medidas concretas para reducir el uso y el impacto del telgopor en nuestro planeta.

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