Hacia ciudades inteligentes,
sustentables e inclusivas.

Convencida de poder frenar la destrucción masiva de los árboles de las ciudades, María Angélica Di Giacomo se propuso informar a las personas acerca del rol fundamental de los mismos para mantener a las ciudades limpias y saludables. Conoce su historia acá.

Desde sus primeros pasos, María Angélica Di Giacomo, siente admiración por los árboles, algo que ha materializado en un activismo concreto por resguardar la flora urbana de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Todo surgió desde el dolor que le provocaba ver cómo año a año se talan miles de ejemplares que nunca son restituidos. 

Es por eso que hace 11 años, en 2012, creó una página de Facebook donde generó una red para que los vecinos y vecinas que compartían su interés puedan asociarse para hacer catarsis, pero también para levantar la voz en conjunto. 

Hoy en día, Basta de Mutilar (BDM) se ha convertido en la nube virtual donde cientos de usuarios y vecinos de la ciudad exponen las malas podas del gobierno local, la mutilación de arboles realizada por personas desinformadas y al negocio inmobiliario que tala año a año centenares de ejemplares únicos. 

En diálogo con Utopía Urbana, la creadora, aseguró: El problema es el afán de exprimir a los árboles en pos de la ganancia económica. Es un negocio redondo que antes nadie veía. Es muy difícil ahora, con un negocio tan grande, lograr detenerlo. Por eso la gente tiene que entender que lo que se está haciendo con los árboles de las ciudades es una forma más de extractivismo urbano” 

Desde aquel entonces, Di Giacomo ha recorrido las instalaciones judiciales y legislativas buscando respuestas, brindando soluciones y esperando que los funcionarios tomen cartas en el asunto. Algo de eso consiguió algunos años después, cuando en 2017 Claudia Heras, abogada se acercó a BDM para compartir su preocupación y obtener pruebas que le permitan presentar un recurso de amparo. 

“Nosotros aportamos todas las pruebas para ese juicio, ya en ese momento nuestro grupo era el archivo más completo del destrozo del arbolado en la ciudad de Buenos Aires”, explicó Di Giacomo. 

Gracias a eso, durante escasos meses la justicia ordenó la suspensión de las podas y talas del arbolado público, pero el amparo no soportó la presión de los vecinos desesperados por sacar los árboles de las calles y de las empresas ansiosas por cobrar el servicio.  

PODA SISTEMÁTICA 

“Es un tema de salud pública y de crisis climática. Pero la gente no lo ve y pensamos que siguen siendo negacionistas del cambio climático. Y como no lo ven hay que trabajar en todos los ámbitos, judicial, legislativo y ambiental”, explicó la directora de Basta de Mutilar. 

Además de catalogarlo como un negocio redondo, para la especialista el principal problema son las solicitudes de poda que llegan por parte de los vecinos, que no son correctamente analizadas por parte de los encargados de podar y en muchas ocasiones esto desencadena en la tala indiscriminada de árboles

“Hoy en día sacan los árboles de un día para el otro cuando la obligación exige diez días de anticipación. Esto hace que nos sea muy difícil comunicar sobre esta situación. No llegamos a hacer lo que los gobiernos esperan de la masa crítica”, se lamentó. 

Dentro de los causantes de esta problemática se encuentran los casos de vandalismo, las construcciones, los emprendimientos gastronómicos y la obra pública. “Por la obra pública hemos perdido miles de árboles en los últimos dos años por el Metrobús”. 

Esto, debería ser sancionado según la Ley 3263 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que tiene por objeto proteger e incrementar el Arbolado Público Urbano, implementando los requisitos técnicos y administrativos a los que se ajustarán las tareas de intervención sobre los mismos. Pero nada sucede al respecto. 

Hoy en día desde el municipio porteño prometen unas 75 mil podas por año y de 20 a 30 extracciones por día. “Si a eso le sumas que el vandalismo nunca es sancionado y que la obra pública nunca tiene en cuenta los árboles la situación es atroz”

“El presupuesto de lo que llaman mantenimiento del arbolado de las calles se traduce en $2.500 millones para el 2019. El 95% de ese dinero está destinado a obras sistemáticas y reiteradas que están dejando a los árboles sin vida. El otro 5% va a plantación, de los cuales se secan más de la mitad”, aseguró. 

MALAS PODAS 

“La poda siempre es una agresión al árbol salvo que saques ramas enfermas, dañadas o secas. En las ciudades puede ser que el árbol esté tapando un semáforo, pero en ese caso hay que cortar una rama y no mutilar a todos los árboles de la cuadra”, explicó Di Giacomo. 

De hecho las primeras empresas que empezaron a podar fueron las encargadas de las luminarias, porque eran las que tenían los elevadores necesarios, viendo una oportunidad de generar un ingreso extra sin importar no tener conocimiento sobre lo que hacían. 

“Creemos que el personal que empuña la motosierra debería saber algo sobre los árboles. Hay una gran falta de desconocimiento de los que podan. Por eso desde Basta de Mutilar nos encargamos de difundir el conocimiento, participando en el esquema legislativo y judicial de la ciudad para colaborar en lo que se pueda para que la gente sepa que tiene que hacer frente a estas situaciones”, concluyó María Angélica. 

BENEFICIOS DEL ARBOLADO DE FOLLAJE FRONDOSO

  • Disminución de hasta 10ºC de la temperatura en calles arboladas.
  • Fijación de CO2 (una de las sustancias cuya acumulación produce calentamiento global)
  • Absorción del agua de lluvia y ralentización de la caída de agua.
  • Absorción de gases contaminantes (por eso es tan importante el follaje frondoso a la vera de autopistas, rutas y vías de ferrocarril)
  • Filtración de micropartículas provenientes de la combustión de combustibles fósiles.
  • Producción de oxígeno gaseoso.
  • Pantalla para los rayos UV que pueden producir cáncer de piel
  • Disminución de la contaminación visual y sonora.
  • Cobijo y hábitat de fauna
  • Producen sensación de sosiego frente al estrés de la vida en ciudades.
  • Forman parte del patrimonio paisajístico, de nuestra identidad barrial y de nuestra
  • Memoria personal y social.
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