“Venimos trabajando temas de políticas locales desde los 90 y fuimos pasando distintas instancias” afirma Rita Grandinetti, demostrando su vasta experiencia vinculándose con políticas públicas y con diversos actores e instituciones relacionados a éste ámbito.
Rita habla como representante de un grupo de profesores y profesoras de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Rosario (Argentina) que ahora forman parte del PoliLab, “un centro de investigaciones de la universidad especializado en innovación en políticas públicas” según sus palabras.
El PoliLab, creado en 2017, es un espacio académico de la Facultad de Ciencia Política y RRII de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) que mediante una propuesta de innovación pública elabora proyectos basados en la colaboración y co-creación social.
Al respecto de su conformación, Rita explica que el PoliLab “no surgió de la nada sino que fue el corolario de muchas experiencias y de interactuar con nuestros socios, queríamos que nuestro trabajo tuviera un espacio específico en la universidad, darle una forma institucional para desarrollar investigaciones”.
Y así fue como a partir de este espacio pudieron “dialogar con otros más allá de las personas” y adquirir “una identidad propia”, como describe su directora.
En este diálogo se fundamenta el proceso de innovación impulsado por la institución, que, como afirma Rita, siempre está vinculado “con los actores, nunca interpretamos la innovación como un proceso técnico aislado del trabajo con distintos actores”.
Para este proceso innovador utilizan una metodología propia que llaman Fronterar, mediante el cual, en una hoja de ruta cíclica, promueven el proceso de producción de innovación y su multiplicación colectiva.
¿De qué forma se produce la articulación con organizaciones, empresas, gobiernos y sociedad civil y qué tipos de proyectos se co-crean?
El construir en red es uno de nuestros ejes fundamentales y es el punto más disruptivo que tenemos como centro de investigación.
En algunos casos lo que hacemos es movilizar esas redes, trabajar para que se constituyan y dialoguen entre sí.
Por ejemplo, el año pasado, estuvimos trabajando en la construcción de una Agenda de Cooperación para la Innovación Pública entre Universidad y Estado de modo virtual y presencial, donde participaron más de 300 personas de distintos niveles de gobierno, de organizaciones sociales y otros espacios.
Esa experiencia, este año ya tomó la forma de una red de innovación pública que lanzamos la semana pasada en un evento, donde participaron distintos gobiernos, universidades, organizaciones como el CIPPEC, la Asociación Argentina de Estudios en Administración Pública y actores bien diversos con los cuales decidimos constituir una red.
En otros casos, la articulación parte de proyectos que tenemos. Por ejemplo, antes de la pandemia, con la Universidad de Manchester y organizaciones sociales, hicimos un mapeo colectivo de los principales conflictos urbanos en los territorios donde ellos estaban.
Con el programa Mi Bici, Tu Bici de Rosario, lo que hicimos fue un mapeo colaborativo junto a usuarios para ver cuáles eran sus puntos de satisfacción e insatisfacción y mejorar el proceso.
Otro proyecto que estamos empezando ahora y que llevamos adelante con el Municipio de Rosario, el Polo Tecnológico de Rosario y estudiantes, es el diseño colaborativo de un prototipo de empresas tecnológicas orientadas al sector público.
“La red está detrás de todo lo que impulsamos”
Esta idea surge del diálogo con distintos actores y de la necesidad del Estado de contratar personal tecnológico, ya que está teniendo dificultades para conseguir.
Las iniciativas pueden venir de distintos lugares. Pueden ser nuestras o partir de la escucha de otros, pero la red está detrás de todo lo que impulsamos.
En estos momentos interactuamos con actores de todo Iberoamérica y nuestros proyectos los toman distintos municipios para sus políticas, no solo Rosario o la provincia de Santa Fe.
¿Cuáles son los principales obstáculos para el desarrollo de procesos de innovación?
Muchas veces la ciudadanía demanda resultados y no modos de hacer las cosas, y está bien, no tiene por qué resolver lo que el Estado debe resolver, aunque también puede ser parte de eso. Y los resultados están lejos de ser fácilmente construibles por los Estados debido a varias cosas.
En bastantes ocasiones el presupuesto escaso se asigna prioritariamente a determinados resultados. Algunos que sí o sí hay que garantizar, básicos, y otros donde no se tiene en cuenta que si querés conseguir tal cosa hay que garantizar que aquello que lo va a producir tenga las condiciones para hacerlo. Para eso nadie pone muchos recursos.
Además los tiempos en la administración pública son complicados. Cuatro años son poco para desarrollar cambios profundos y por eso todos emparchan la rueda, que sigue girando hasta que se deforma del todo y necesita transformaciones.
“Los resultados están lejos de ser fácilmente construibles por los Estados”
Y el político no tiene mucho incentivo para hacer estos cambios. Si logra emparchar algo qué incentivo tiene de generar cambios de fondo que son costosos económicamente y que generan conflictos. Transformar cosas tiene siempre algún nivel de conflictividad.
A veces también hay dificultades técnicas para abordar estas cosas. Se plantean proyectos que son de largo plazo y no se ve la necesidad de logros que se visibilicen y se muestren a corto plazo.
Muchas transformaciones no son fáciles de conseguir en 3 meses por ejemplo, pero algo tiene que pasar en ese tiempo para que los propios actores tengan confianza en el camino y se pueda continuar.
“La innovación no es sólo una idea”
En otros casos se piensa que sólo con un buen diseño técnico el proyecto funciona, sin tener en cuenta los acuerdos que hay que construir. El modelo de innovación no vale tanto por su metodología sino por la posibilidad de que participen los distintos actores en las instancias de construcción.
A veces la metodología se toma como una regla y se piensa que aplicándola ya está resuelto todo. La innovación no es sólo una idea. Si no se puede hacer real es poco el cambio por más que la idea sea brillante.
¿Cómo evalúa el desarrollo de los laboratorios de innovación en Argentina y el acompañamiento del gobierno nacional?
Los laboratorios de innovación tuvieron un desarrollo muy fuerte en Argentina en los últimos 5 años, aunque desparejo y con idas y vueltas. Hay algunos que aparecieron y se descontinuaron ya que no es simple institucionalizar. El Santa Lab de la provincia de Santa Fe, por ejemplo, fue discontinuado por el gobierno actual. La continuidad no es simple.
Más allá de eso, las experiencias se fueron consolidando y multiplicando. Pero yo no veo que sea algo que el gobierno nacional incentive.
Lo que sí existe es el Plan Estratégico de Gobierno Abierto, una experiencia interesante que promueve iniciativas innovadoras. En ese marco aparecen los laboratorios.
“La continuidad de los laboratorios no es simple”
También está el Federal Lab que es una construcción más desde los ámbitos locales. Si bien tiene muchos vasos comunicantes con el gobierno nacional, no está construido desde ahí, es más desde abajo. Hoy tenemos un panorama mucho más complejo e interesante.
El otro día, en el evento que organizamos, se presentaron casi 10 iniciativas distintas de innovación muy interesantes y tuvimos que reducir el número. Esto es un ejemplo de lo que intentamos hacer en red, vincular a los actores que no están muy vinculados desde las políticas públicas.
Como menciona Rita Grandinetti, en la última década y más fuertemente en los últimos 5 años, están aumentando en Argentina las experiencias de innovación pública y participación ciudadana promovida desde los estados de distintos niveles y también desde muchas organizaciones y universidades que ayudan a fortalecer y amplificar las redes entre los actores.
Este proceso de cooperación entre actores sociales es determinante a la hora de pensar y construir colectivamente una sociedad que necesita avanzar en la sostenibilidad y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.