Con la intención de conocer la situación sobre el cambio climático a nivel mundial y su impacto en los distintos ecosistemas del planeta, desde el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), han presentado a los Gobiernos Nacionales el informe del año 2022 de evaluación científica sobre impacto, adaptación y vulnerabilidad del cambio climático.
El ya reconocido estudio, que prácticamente resulta una ecografía de la situación ecológica actual, no fue para nada alentador de cara a lo que se viene. Con un planeta desgastado por la acción humana y sobrecargado de basura y uso de combustibles fósiles, los intentos por detener el calentamiento global están siendo insuficientes.
Resulta tan relevante este estudio que, para el Secretario del IPCC Abdalaah Mokssit, “nuestros reportes son la fuente de mayor credibilidad respecto al cambio climático para los tomadores de decisiones en todos los niveles”.
Según se encargaron de detallar en el informe las acciones e interacciones humanas “son la base de los riesgos emergentes del cambio climático”. En otras palabras, el ser humano es el principal y único responsable de la situación actual del planeta.

Sin embargo, esa misma capacidad de contaminar, puede convertirse en una política de cambio con un gran incentivo de conciencia social, algo que, según el informe es visto con buenos ojos, pero de momento no alcanza.
“La extensión y magnitud del impacto sobre los ecosistemas es mayor de lo que se estimó en evaluaciones anteriores. El cambio climático ha causado daños sustanciales y crecientes pérdidas irreversibles a los ecosistemas terrestres de agua dulce, así como a los ecosistemas marinos costeros y de mar abierto. Alrededor de la mitad de las especies evaluadas a nivel mundial ya están migrando, bien hacia los polos, o hacia altitudes mayores en tierra”, explicaron en uno de los puntos del informe.

A su vez, uno de los principales focos está puesto en el gran aumento de temperatura que se ha traducido en olas de calor extremas a lo largo y ancho del planeta provocando la pérdida y extinción de diversas especies tanto en aire, como mar y tierra.
“El aumento de los eventos meteorológicos y climáticos extremos han provocado que millones de personas se encuentren en una situación de grave inseguridad alimentaria y una seguridad de agua reducida, especialmente en África, Asia, Centroamérica, Sudamérica, los pequeños Estados insulares y el Ártico”, aseguraron.
Esto, que si bien se planteó en el Acuerdo de Glasgow, donde los países más ricos se comprometieron a ayudar a los más devastados, no se estimaba que ocurra de esta forma o a estas magnitudes, teniendo en cuenta que actualmente una media de “20 millones de personas se ha visto desplazada internamente cada año por eventos extremos relacionados con el clima, siendo los más comunes las tormentas y las inundaciones”.
Fue contundente en sus declaraciones el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Gutiérrez, quien aseguro: “Los combustibles fósiles son un callejon sin salida, para el planeta, para la humanidad y para la economía. El 50% del financiamiento climático debe ser para la adaptación. El G20 debe liderar la transición. Demorarse significa muerte. Debemos convertir el enojo en acción”.
Ya sea por la necesidad de mudarse por los desastres ambientales o por el desgaste que provoca ser parte de un planeta sometido a tanta contaminación, desde el informe explicaron que “el cambio climático ha afectado negativamente a la salud física y mental humana en todas las regiones evaluadas, y en todas las regiones los eventos de calor extremo han conllevado mortalidad y morbilidad humana”.
Por otra parte, aunque no se esperaba esto, se han incrementado las incidencias climáticas en la generación de enfermedades, dando orígen a nuevos virus por el mundo, tal es el caso de la pandemia mundial de Covid-19.

Políticas y medidas contra el calentamiento global insuficientes
Si bien la resiliencia mostrada por la población mundial habla a las claras de un cambio social en curso, para el IPCC no es suficiente. De hecho, todo lo contrario ya que “el aumento de los extremos meteorológicos y climáticos ha provocado algunos impactos irreversibles que ha llevado a los sistemas naturales y humanos más allá de su capacidad de adaptación”.
Pese a las multimillonarias inversiones públicas y privadas en la temática, “las actuales prácticas de planificación y previsión de gastos no tienen suficientemente en cuenta los efectos climáticos y los riesgos previstos, esto conlleva a que haya más activos y personas en riesgo”, explicaron los especialistas.
Incluso, desde el 2020 en adelante, ha aumentado significativamente el número de personas expuestos a “impactos climáticos», igualmente han aumentado las pérdidas y daños en ciudades, poblaciones e infraestructuras clave”.
Además, la desigualdad a la que está sometido el planeta tendrá también un costo para la población mundial. “Se han implementado medidas de adaptación que han generado múltiples beneficios, pero los progresos están desigualmente distribuidos y por tanto se prevé que la brecha de adaptación incremente”.
En ese sentido, la Directora Ejecutiva de PNUMA, Inder Andersen aseguró: “En los puntos críticos de riesgo climático, las muertes por inundación o tormenta fueron 50 veces más altas que la de los países más resilientes. Necesitamos proteger y restaurar los humedales e incorporarlos a nuestras ciudades. La naturaleza puede ser nuestra salvadora, pero solo si primero la salvamos a ella”.
Los intentos de organizaciones como la Unión Europea, que financia múltiples iniciativas por todo el continente y la reciente adaptación y transición hacia la economía circular en países latinoamericanos que han impulsado el reciclaje como motor de acción y los combustibles alternativos para descarbonizar el mundo no han sido suficientes.
Por más que se generen diversas políticas de resiliencia y acción climática, no solo son los países más pobres los que sufrirán de lleno los desastres ambientales, sino también aquellos que se rehúsan a dejar de utilizar petróleo y carbón, como lo son Estados Unidos, China e India que pese a lo acordado en Glasgow, siguen siendo líderes en este tipo de producciones, incluso ya teniendo un capital que permita abastecer a su población por los próximos años.
En ese sentido, desde el IPCC fueron contundentes y no dieron lugar a ninguna especulación al respecto: “Cada vez hay más evidencia de que algunos sectores y sistemas no se están adaptando correctamente lo que pone de manifiesto que las respuestas inapropiadas al cambio climático crean una vulnerabilidad, exposición y riesgos a largo plazo que son difíciles y costosos de cambiar y que exacerban las desigualdades existentes, impiden la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible y aumentan las necesidades de adaptación”.

Complicaciones y el futuro que se avecina
Para los especialistas, los impactos y riesgos del cambio climático son cada vez más “complejos y difíciles de gestionar” y las amenazas se volverán cada vez más severas. De hecho, según lo escrito en el documento “Se calcula que los niveles de riesgo de todos los Motivos de Preocupación (MDP) alcanzarán un nivel alto o muy alto a niveles de calentamiento global más bajos de lo se había calculado anteriormente”.
Uno de los principales problemas en los que se envuelve el mundo son las emisiones de dióxido de carbono, no sólo en relación al transporte, sino también a la industria pesada. “Las perspectivas de desarrollo resistente al clima son cada vez más limitadas si las actuales emisiones de gases de efecto invernadero no disminuyen rápidamente, especialmente si se supera el calentamiento global de 1,5ºC a corto plazo”, explicaron.
Con los ojos puestos en la actualidad, los especialistas saben que el paso del tiempo no perdonará a la sociedad. Por eso estiman que, más allá del 2040, el cambio climático provocará numerosos riesgos para animales y humanos. Las acciones no son suficientes.
“El margen de maniobra para hacer posible un desarrollo resiliente al clima se reduce rápidamente, ya que las vías de actuación se ven progresivamente limitadas por cada incremento del calentamiento, en particular por encima de 1,5 °C”, avisaron desde el IPCC.
Una vez más los especialistas sostienen la necesidad de un cambio global, sostenido y voluntario, pero sobre todo con un nivel de consciencia que permita que los cambios y soluciones vengan desde los hogares. Ya no alcanza con inversiones millonarias, ya no alcanza con políticas estatales. Es pertinente entender que el ser humano y sus acciones son las que le han traído este destino. ¿Podrá la humanidad dar un giro a sus prácticas contaminantes para reducir el impacto ambiental de sus acciones? De momento la esperanza parece caer por el suelo, pero de algo no hay dudas. Las decisiones sociales que se tomen en la próxima década serán decisivas. El momento es ahora.