Durante las últimas semanas, post COP 26, sonó con fuerza la posibilidad de utilizar al hidrógeno verde como combustible que reemplace los ya conocidos en el mercado. Pero…¿De qué se trata esta alternativa? ¿Es realmente viable en América Latina?
Si bien hay distintas maneras de producirlo y por ende, distintos tipos de hidrógeno, hay que entender que al que se hace referencia durante el último tiempo, es el hidrógeno verde, que plantea una alternativa sostenible al ser producido por energías renovables. Sin embargo, para entender la comparación es necesario conocer qué otros tipos de hidrógeno hay y qué rol ocupan en el mercado.
Tipos de hidrogeno
Primeramente hay que entender que hay distintos tipos de hidrógeno utilizables y cada uno de ellos tiene distintas consecuencias para el medio ambiente. Por un lado, de mayor contaminación a menor, el hidrógeno gris, producido con combustibles fósiles genera sustanciales emisiones de CO2, lo que la transforma en una alternativa que no es viable para el desarrollo sustentable. Sin embargo, es la más utilizada en la actualidad, en un 95%.
Por otro lado, el hidrógeno azul, que sigue requiriendo combustibles fósiles para su creación, se plantea como una alternativa baja en carbono. Sin embargo, no se trata de una alternativa amigable ni confiable con el medio ambiente.
En la última escala de los hidrógenos, se puede ubicar al turquesa, que si bien no emite CO2, utiliza gas natural.
Sin embargo, el que nos trajo hasta aquí, es el caso del hidrógeno verde, que recibe ese nombre por ser producido a partir del uso de energías renovables, constituyendo una alternativa totalmente sostenible. Sin embargo, su producción aún no se encuentra masificada y tampoco es usual. Allí es adonde apuntan los nuevos mercados y los especialistas ya avisaron que se trata del combustible del futuro.
Importancia de su utilización
Uno de los principales desafíos que se plasman tras los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para los próximos años es la descarbonización del planeta y no solo en lo que refiere a la movilidad. Lograr este proceso en industrias y hasta en la utilización y generación de fertilizantes es el principal objetivo de los países del mundo.
La necesidad de reducir la emisión de gases de efecto invernadero, al mismo tiempo que establecer el parámetro de las Naciones Unidas de no superar el 1,5°C para combatir el calentamiento global, ponen al hidrógeno verde en un lugar de privilegio.
Si bien es cierto que aún no es utilizado a grandes escalas, la intención de cara al 2040 es lograr que este tipo de combustible sea el más utilizado no solo por el transporte personal, sino también por aviones y buses del mundo.
El por qué es claro. La utilización del hidrógeno verde significa nada más y nada menos que la reducción neta de al menos de un 60% de gases de efecto invernadero respecto del hidrógeno de fuentes no renovables de energía
Por esta misma razón, se espera que para el 2040 la totalidad de los vehículos utilicen hidrógeno verde como combustible, no solo por la nula tasa de contaminación, sino también por la eficacia del mismo como combustible.
Por ejemplo, para graficar, un bus consume 9 kilos de hidrógeno cada 100 kilómetros recorridos mientras que uno diesel consume 44 litros de gasoil en la misma distancia, por lo que mientras que para llenar la autonomía de un tanque son necesarios 300 litros de diesel, solo hacen falta 46 de hidrógeno.
Además, por otro lado, en comparación con la energía eléctrica también gana el hidrógeno. Ya que este mismo se carga en un lapso de 3 a 5 minutos, mientras que la carga mediante la electricidad se da en un lapso de 2 a 8 horas dependiendo el tipo de carga. Esto le brinda al hidrógeno verde un gran ritmo de competitividad, ya que permite tener al bus funcionando prácticamente las 24hs del día. Vale aclarar que por cuestiones técnicas de compresión el uso de Hidrógeno sería más factible en transporte de carga o pasajeros.
Formas de producción de hidrógeno
Para producir este tipo de hidrógeno es necesaria una gran producción de energía. Para poder hacerlo se utilizan los métodos conocidos como la electrólisis y el proceso de reformación vapor-metano.
En el caso de la electrólisis, se conduce la electricidad por medio del agua, separando, de esta manera, los átomos de hidrógeno de los átomos de oxígeno así permitiendo almacenar este combustible. Sin embargo, para poder hacerlo de este modo es necesaria una gran cantidad continua de generación de energía.
Esto puede significar una gran oportunidad para la región latinoamericana, ya que tiene altos niveles de producción por la gran cantidad de viento y sol que tiene disponible, lo que se traduce en energía eólica y solar. Aunque claro, también puede utilizarse la energía hidráulica, geotérmica y la biomasa entre otras.
Por su parte, la generación de vapor-metano es la más utilizada a nivel mundial y consiste en extraer el hidrógeno del metano. Sin embargo, se trata de un proceso que exige y genera una producción colateral de gases de efecto invernadero, más específicamente dióxido y monóxido de carbono que contribuyen al calentamiento global.
De momento no es factible aún la generación en masa del Hidrógeno Verde, aunque las principales potencias y empresas del mundo ya han comenzado a generar distintas alternativas que lo catapulten a ser el combustible del futuro de aquí a un mediano plazo. La urgencia de descarbonizar y dejar atrás los combustibles fósiles pone en evidencia la necesidad de ampliar los lugares de producción mediante la electrólisis
Sin embargo, la cadena de producción de este combustible exige la generación de celdas de hidrógeno para lograr su almacenamiento. Estas necesitan nada más y nada menos que 17 componentes especiales, como el litio y el platino. Esto significa que se van a requerir otro tipo de materias primas que también tendrán un impacto ambiental. Aunque claro, se trasladara a otros sectores como por ejemplo la minería.
Primeros pasos en la materia
Si bien el proceso para generar hidrógeno verde es paulatino, ya hay empresas y gobiernos que empezaron a dar los primeros pasos a nivel mundial. Por ejemplo, la reconocida empresa Toyota ya comenzó a desarrollar celdas de hidrógeno y anunció el lanzamiento de un motor a combustión de hidrógeno: el Toyota Corolla Sport.
Por otro lado, Volkswagen Volvo y Daimler crearon recientemente la mayor asociación para el desarrollo de camiones de pila de combustible y Hyundai ya tiene listo su camión de hidrógeno. General Motors anunció que se unirá a Navistar Inc. y OneH2 para lanzar un nuevo camión de hidrógeno de larga distancia con autonomía de hasta 800 km.
En lo que respecta a la región, varios países como Argentina, Chile, Brasil, Costa Rica y Uruguay comenzaron a alinear políticas para promover la generación de Hidrógeno Verde, aunque a nivel tecnológico aún se sitúa en un estado experimental. A su vez, en el caso puntual de Argentina, la empresa australiana Fortescue anunció que ha iniciado trabajos de prospección con el objetivo de producir de hidrógeno verde a escala industrial en los próximos años en la provincia de Río Negro, pero aún no hay detalles finos sobre esta iniciativa.
Lo cierto es que, pese a que aún no están dadas las condiciones macroeconómicas a nivel mundial para la incorporación de hidrógeno verde, se trata del combustible apuntado para la próxima generación inteligente de vehículos y se presentan pocas dudas al respecto. Se espera que, de aquí a los próximos veinte años, sea un factor fundamental para lograr la descarbonización del planeta.