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La Inteligencia Artificial Generativa (IAG) se erige como un faro de innovación, transformando la realidad con su capacidad única de crear contenido original a partir de datos existentes. Desde el fascinante mundo del arte y la creatividad hasta el análisis de datos en la medicina y la investigación científica, la IAG está desbloqueando nuevas fronteras. Sin embargo, a medida que abrazamos este avance, surge la necesidad crucial de abordar los desafíos legales y éticos que acompañan a esta revolución, garantizando así que la IAG modele un futuro en el que la equidad y la responsabilidad sean tan fundamentales como su capacidad para crear lo inédito

Hablar de futuro es pensar principalmente en tecnología. Y pensar en tecnología es inevitablemente hablar de Inteligencia Artificial (IA). No solo por la gran capacidad de transformar el mundo que tiene la misma, sino también por la posibilidad que ofrece de ser aún mejor cada día. 

En ese contexto, la Inteligencia Artificial Generativa (IAG) ha emergido como una poderosa rama de la inteligencia artificial, dedicada a la creación de contenido original a partir de datos existentes. Este campo ha experimentado avances notables en los últimos años, principalmente impulsados por el desarrollo de redes neuronales generativas, con especial atención a las Redes Antagónicas Generativas (GANs). Estos avances prometen transformar significativamente la sociedad, mejorando diversas áreas de la vida cotidiana.

Como te hemos contado en Utopía Urbana, el año 2023 fue el año de la disrupción de la IA a nivel global, mientras que el 2024 traerá nuevos desafíos en su consolidación a nivel de desarrollos, competencia, regulaciones y derechos de autor, entre otros. Sumado al posicionamiento de la IAG.

La IAG se basa en el uso de algoritmos y redes neuronales avanzadas, destacando el aprendizaje profundo como su enfoque principal. Esta capacidad permite a la IA analizar grandes volúmenes de datos, identificar patrones y relaciones, y luego generar contenido completamente nuevo y único.

En el corazón de la IAG se encuentran las GANs, redes neuronales generativas que constan de 2 componentes esenciales: un generador y un discriminador. La interacción entre estas partes permite a la IA aprender de manera eficiente, generando contenido no visto anteriormente con una velocidad asombrosa.

Los impactos de la IAG se extienden a diferentes ámbitos, ofreciendo beneficios concretos y tangibles. Acá te presentamos algunos ejemplos:

   – Servicios al cliente: dado que puede asimilar diversas fuentes de datos en tiempo real y ofrecer recomendaciones en lenguaje natural, ayuda a la eficiencia de la atención al cliente a través de asistentes virtuales con más “empatía” y una mejor gestión de call centers y contact centers.

   – Arte, Música y Literatura: La IAG impulsa la creatividad al generar contenido nuevo en áreas como el arte, la música y la literatura, desafiando las fronteras de la expresión artística.

   – Publicidad y Marketing: Las capacidades de generación de contenido pueden revolucionar las estrategias publicitarias y de marketing, permitiendo a las empresas llegar a audiencias más amplias de manera innovadora.

   – Investigación Científica y Medicina: En campos como la investigación científica y la medicina, la IAG facilita el análisis de grandes conjuntos de datos, descubriendo patrones y relaciones que de otra manera serían difíciles de detectar, impulsando así avances significativos.

La IAG promete un futuro emocionante y lleno de posibilidades. La capacidad de crear resultados completamente nuevos, combinada con la capacidad de aprender y evolucionar, sugiere un impacto continuo en la sociedad. La novedad de la IAG radica en su capacidad para permitir que los algoritmos creen cosas nuevas, desviándose de la naturaleza analítica estándar de otros sistemas de inteligencia artificial.

El ritmo de crecimiento de la IAG será sostenido y exponencial en los próximos años. A tal punto que según Sopra Steria Next, consultora europea en servicios digitales y desarrollo de software, afirma que el mercado de la IAG podría multiplicarse por 10 para el año 2028, lo que lo llevaría a un nivel de US$ 100.000 millones (crecimiento anual aproximado superior al 60%).

A medida que la IAG avanza, surgen desafíos de todo tipo, entre ellos legales y éticos, relacionados con la creación y manipulación de contenido. La transparencia, la equidad y la responsabilidad se presentan como aspectos críticos que deben abordarse para garantizar un desarrollo ético de esta tecnología.

En conclusión, la IAG se posiciona como un pilar fundamental en la evolución de la inteligencia artificial, mejorando la calidad de vida, impulsando la creatividad y abriendo nuevas posibilidades. A medida que la sociedad abraza este avance, es esencial abordar de manera proactiva los desafíos éticos e incluso legales asociados, para garantizar un futuro equitativo y sostenible.

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