Uno de los principales objetivos a tratar en las ciudades del futuro está vinculado a la descarbonización de la movilidad. Aunque se plantea como una gran meta que para el año 2050 ningún país del mundo permita la comercialización de vehículos de combustión interna, el foco actual aún está centrado en reducir la contaminación de los combustibles vigentes, mientras se genera la transiciónd.
Pero esta tarea no es fácil y se barajan varias alternativas, cada una con pros y contras. Algunas tendientes a promover combustibles derivados de fuentes orgánicas, otras que apuntan a combustibles sintéticos y por supuesto la alternativa del uso de la electricidad como fuente reemplazante de los combustibles fósiles, aunque en ese caso también es determinante saber el origen renovable o no de la misma.
En este contexto, los biocombustibles, los e-fuels y el uso de la electricidad en vehículos alternativos (eléctricos enchufables, híbridos u otros) se presentan como pilares fundamentales para lograr una transición energética exitosa y alcanzar un futuro más limpio y sostenible en el sector de la movilidad. En algunas latitudes los cambios tecnológicos y normativos van más acelerados, como es en la Unión Europea donde ya se debate la legislación de los e-fuels o combustibles sintéticos, en un marco en el que se profundiza la transición energética.
Por supuesto que hay otras fuentes de energía para la movilidad que están en desarrollo pero por cuestiones económicas, de infraestructura y de desarrollo, todavía están en un segundo lugar, como el caso del Hidrógeno Verde.
Biocombustibles:
Los biocombustibles se producen, directa o indirectamente, a partir de recursos naturales y la biomasa (fuente de energía que proviene de materiales no fósiles y de origen biológico). Los mismos representan una solución efectiva para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Su importancia radica en su carácter renovable y en su capacidad para ser utilizados como combustibles en motores de combustión interna sin modificar la infraestructura existente.
Los más conocidos son el etanol (reemplazante parcial o total de la nafta tradicional) y el biodiesel (reemplazante parcial o total del diesel convencional). Es que según el país y las tecnologías disponibles, pueden usarse de manera plena o en “cortes” (o sea combinando con combustibles fósiles). Casos como Estados Unidos, la Uniòn Europea, o mismo en nuestra región como Brasil y Argentina vienen implementado el uso de biocombustibles en sus vehículos automotores, marcando un paso importante hacia la descarbonización del transporte.
En la Unión Europea, incluso van más allá. Por ejemplo, el respaldo al uso de biocombustibles en la aviación a través de la iniciativa ReFuelEU Aviation es un claro ejemplo de cómo estos combustibles están siendo reconocidos como una vía para descarbonizar sectores clave de la economía. Con la implementación progresiva de combustibles sostenibles en la aviación a partir de 2025, se busca reducir significativamente las emisiones contaminantes provenientes de esta industria.
Este tipo de biocombustibles se proyecta como una solución de transición hacia fuentes de energía más limpias y eficientes, en tanto se desarrollan tecnologías completamente descarbonizadas.
E-fuels: combustibles sintéticos y bajas emisiones
Los e-fuels, combustibles sintéticos fabricados en laboratorio sin recurrir a recursos derivados del petróleo, presentan una alternativa prometedora en la búsqueda de combustibles más limpios.
Aunque su proceso de fabricación es complejo y requiere un uso intensivo de electricidad, hidrógeno verde y dióxido de carbono capturado de la atmósfera, su impacto ambiental es significativamente menor en comparación con los combustibles fósiles convencionales.
Algunos países europeos están apostando por los e-fuels como una solución a largo plazo para reducir las emisiones de carbono en sectores difíciles de electrificar, como la aviación y el transporte marítimo. Esta tecnología podría revolucionar la forma en que nos movemos al ofrecer una alternativa viable y sostenible a los combustibles convencionales.
Hacia una movilidad electrificada y sostenible
La electrificación de la movilidad es un mercado en constante crecimiento y una pieza clave en la transición hacia un futuro descarbonizado. Sólo en 2022 se vendieron más de 10 millones de vehículos eléctricos en el mundo, lo que representó el 14% de las ventas de todo tipo de vehículos motorizados del planeta. Y la potencia es tal que viene creciendo año tras año, en 2021 esta participación era 9 % y en 2020 menos del 5 %, según la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés).
Los vehículos eléctricos (VE) se alimentan de electricidad, que puede provenir de fuentes renovables, reduciendo así las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación local. La matriz energética de cada país es fundamental para garantizar que la carga de estos vehículos sea verdaderamente limpia y sostenible.
La Unión Europea ha marcado un hito al prohibir la venta de automóviles y vans que emitan dióxido de carbono después de 2035, fomentando la adopción de vehículos eléctricos y estableciendo una meta ambiciosa para una movilidad completamente electrificada. Incluso en algunos países esta meta es más ambiciosa. Este enfoque busca acelerar la transición hacia una movilidad descarbonizada y contribuir a los esfuerzos globales para combatir el cambio climático.
El futuro de la movilidad radica en una combinación equilibrada de diferentes tipos de combustibles para una movilidad que está en transformación. Los biocombustibles servirán como puente hacia tecnologías más avanzadas y completamente descarbonizadas, proporcionando una solución viable a corto y medio plazo. Los e-fuels, por su parte, prometen ser una alternativa prometedora a largo plazo para sectores difíciles de electrificar.
Por su parte, la electromovilidad (con una amplia gama de alternativas de motorizaciones eléctricas e híbridas) seguirá siendo un pilar central en esta transición, respaldada por la infraestructura de carga y la producción de electricidad a partir de fuentes renovables. Es fundamental promover la adopción masiva de vehículos eléctricos y fomentar políticas que aceleren su desarrollo y acceso.
En conclusión, la descarbonización de la movilidad es esencial para alcanzar objetivos climáticos y mejorar la calidad de vida. La combinación de biocombustibles, e-fuels y vehículos eléctricos representa un camino hacia un futuro más limpio y sostenible, con un impacto positivo en el medio ambiente y en la salud de las personas. Es necesario trabajar de manera colaborativa en la implementación efectiva de estas tecnologías y en la adopción de políticas que impulsen esta transición hacia una movilidad totalmente descarbonizada.
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