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Mediante la disposición de composteras o cestos marrones las principales ciudades del mundo buscan que sus ciudadanos separen los orgánicos y así reducir la cantidad de basura. En el mundo el 58% de los residuos son compostables, pero solo el 5% es reutilizado. Los ejemplos de Buenos Aires, Málaga y Bahía Blanca

La gran cantidad de residuos en todo el mundo es uno de los principales problemas urbanos y uno de los que más contaminación ha generado en los últimos años. Por esa misma razón, pensar en nuevas alternativas que eviten la generación de basura es una de las obsesiones del nuevo milenio. En ese sentido, el compostaje apareció como la mejor solución a los restos orgánicos del planeta tierra. 

Para entender mejor esta noción resta con ver los siguientes números. Actualmente se generan en el mundo unos 10.000 millones de toneladas anuales de basura, de los cuales el 58% se tratan de restos orgánicos. Actualmente solo el 1% de estos orgánicos es aprovechado y tratado correspondientemente. 

Pero…¿Cuál es la diferencia entre los orgánicos y los no orgánicos? La respuesta es simple. Orgánicos son todos aquellos restos de comida, de verduras o todo lo que alguna vez estuvo vivo. Hojas, maderas, papeles y hasta algunos excrementos. Estos residuos pueden ser descompuestos por la acción de bacterias, hongos otros microorganismos que lo transforman en compost o fertilizante para las plantas.

Por otra parte, los no orgánicos son aquellos que no pueden ser descompuestos de manera natural y necesitan de procesos industriales para poder recuperar los residuos. Como es el caso de plásticos, nylons, textiles, electrodomésticos, materiales pesados, etc. 

En la actualidad, organizaciones como la Red de Compostaje trabajan articulando la sociedad civil a los gobiernos municipales y también a las empresas. De esta manera logran generar un esquema de compostaje que permite avanzar en la cuestión. 

Pese a sus características individuales, durante muchos años, incluída la actualidad, la sociedad desechó orgánicos y no orgánicos en la misma bolsa imposibilitando los procesos de descomposición natural de los primeros y evitando la restauración de los plásticos, por ejemplo. Estos mismos, al no estar tratados como corresponde son enterrados juntos, generando cientos de contaminantes en los subsuelos y mares. 

Para entender la dimensión de esta problemática, desde los organismos internacionales establecieron la media de los residuos generados que se acerca a los 10.000 millones de toneladas anuales, de los cuales el 58% son orgánicos. De este total de residuos orgánicos, más del 90% termina enterrado o sin la disposición necesaria para no contaminar. 

Es decir, la gran mayoría de la basura del mundo proviene de los alimentos, por lo que separar correctamente esta parte de los residuos resulta un factor clave para reducir la cantidad de estos residuos generados. 

De hecho, el Banco Mundial realizó un relevamiento que indica que los residuos son responsables del  5% del total de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y el 12% de las emisiones mundiales de metano (CO4). 

EL CAMINO DEL COMPOSTAJE 

En busca de poder revertir esta situación es que diversas ciudades y gobiernos del mundo, como así también emprendedores han empezado a generar espacios comunitarios de compostaje. Algunos de ellos ponen puntos de recolección orgánica mientras que otros simplemente ofrecen un servicio más personalizado donde se cambian los restos vegetales por el compost ya realizado. 

Para aquellos que aún no están familiarizados con este proceso dialogamos con Pepo Zamora,  creador del emprendimiento Compostate Bien, quien aseguró a Utopía Urbana: Compostar es la forma en la que la naturaleza recicla y transforma los recursos naturales en abono, es parte del ciclo de la vida. Se puede usar cualquier tipo de material vegetal y el proceso lleva tiempo donde un montón de micro y macro organismos, básicamente bichitos, empiezan a degradar este material para generar el sustrato. Puede tardar entre unos 4 o 5 meses para la aparición del compos”

El proceso consiste en ubicar el material vegetal en un recipiente aireado, que puede ser desde un balde de pintura con agujeros hasta un cajón de verduras. Allí, con el paso del tiempo, la descomposición de la materia orgánica genera un microambiente propicio para que pequeños insectos y hongos desintegren la materia transformándola en sustrato, lo que comúnmente llamamos tierra.

Sobre este sustrato, generado sobre los propios desechos orgánicos, se puede sembrar, pero también puede ser utilizado como abono aplicando una pequeña capa sobre la superficie de nuestras plantas cada quince días. “El ser humano es el único que genera basura, los animales y las plantas no generan basura. Entonces tenemos que empezar a preguntarnos ¿Por qué generamos basura si es algo que nos lastima a nosotros y a nuestro medio ambiente?, replicó Zamora. 

PROYECTOS COMUNITARIOS: 3 EJEMPLOS DE CIUDADES EN ACCIÓN 

Si bien el conocimiento sobre compostaje ha demostrado que hay alternativas para compostar en pequeños espacios como monoambientes y departamentos, no todo el mundo está dispuesto a formar parte de este cambio. Los gobiernos del mundo lo saben, por eso han avanzado en dar soluciones para popularizar este hábito. Un ejemplo concreto es la instalación de  distintos puestos de recolección para que aquellos ciudadanos responsables puedan entregar sus orgánicos sin plásticos

Buenos Aires es uno de estos ejemplos, en pos de tener una ciudad más limpia y ordenada. Allí desde el gobierno porteño dispusieron varios puntos de recolección donde los vecinos pueden dejar sus restos orgánicos de martes a viernes de 14 a 19 y los sábados de 10 a 18 en las composteras ubicadas en los Puntos Verdes, de lunes a viernes de 9 a 13 en el Centro de Compostaje de Palermo y los sábados de 8 a 14 en las Ferias porteñas. Más información sobre los puntos verdes aquí.

La ciudad española de Málaga fue otro de los ejemplos que este último año instaló más de 30 contenedores marrones dispersos en su territorio  para que la gente pueda depositar sus residuos verdes y separar la basura de forma correcta. 

En total esperan poner más de 1500 en toda la ciudad y concientizar sobre la importancia y la facilidad de este tipo de proceso que además termina dándole un valor agregado nuevo a la materia prima generando humus y compost artesanal. 

Actualmente estiman que el 40% de lo que se tira al contenedor gris tradicional son residuos orgánicos, por esa razón decidieron emplearlos desde el Centro Ambiental de Málaga para hacer compost que pueda ser empleado en el abono para cultivos. 

 Otro ejemplo es el que se dió en la ciudad argentina de Bahía Blanca, donde gracias a las actividades del municipio pudieron articular algunas composteras en espacios públicos. De esta manera, según explicaron, buscan incluir a las personas que viven en edificios y no encuentran la facilidad para compostar

Es una manera de que la gente “vea el proceso y que pueda preguntar a quienes hacen el mantenimiento qué poder hacer con los residuos”, afirmaron en la Subsecretaría de Gestión Ambiental, conducida por Gastón Andrés Lucatini.

Estas prácticas han comenzado a ser habituales en distintos espacios del mundo con la intención de reducir la cantidad de residuos generada en las grandes urbes. Además, no solamente es una alternativa que genera empleo, sino que también aplica y se articula con la Economía Circular

De esta manera, incluso en el caso de aquellas ciudades con perfil más agrícola podrán también generar hábitos orgánicos dentro de sus cultivos y a su vez reducir el costo de la fertilización, teniendo en cuenta que el compost es una de las alternativas más completas cuando de nutrición se habla. ¿Vos ya compostas? 

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