Desde Utopía Urbana venimos contando que el mundo nos plantea grandes desafíos, frente a los cuales hay un camino a seguir: actuar con decisión en todos los niveles (gobiernos, sociedad civil, sector privado, academia) hacia la Agenda 2030, persiguiendo los ODS. En ese proceso, se vuelve determinante aplicar un nuevo enfoque, que permita un significativo impacto positivo a nivel social y ambiental.
Muchos emprendimientos y empresas se están moviendo en esa lógica, pero tienen dificultades de todo tipo para dar el salto. Una restricción común es el financiamiento. En muchas condiciones, los requisitos, condiciones de acceso y repago de los créditos que propone la banca tradicional son un verdadero problema o bien barreras imposibles imposibles de saltar para emprendimientos sostenibles incipientes.
Frente a este dilema, es que en los últimos años se fue consolidando un esquema diferente de financiamiento: la Banca Ética. La misma opera con un enfoque distinto a la que acostumbran las bancas tradicionales. Su intención es poder financiar e impulsar proyectos destinados a generar cambios sociales, ambientales y ecológicos. Este tipo de banco promueve economías alternativas que buscan establecer un impacto social en las comunidades, dandole lugar a proyectos sostenibles, por ejemplo empresas sociales y de triple impacto.
Un ejemplo de este tipo de prácticas fue diseñado por Muhammad Yunus, quien fue condecorado en el año 2006 con el Premio Nobel de la Paz. Este hombre fue el inventor de los microcréditos, es decir préstamos que escapaban de la norma e integraban a todas aquellas personas que quedaron atrapados por la crisis mundial sin posibilidad de conseguir trabajo para pagar grandes sumas.
Estos microcréditos, que hoy son la base de la banca ética, permitió brindar préstamos a personas y emprendedores que buscaban salir de una mala situación. Bajo este formato se abre el financiamiento a empresas sociales que busquen impulsar movimientos culturales, comercio justo, economía circular, energías renovables o Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN).
Y un tema clave de la Banca Ética es que nace para poner en práctica la idea de una entidad financiera que toma un rol de nexo entre ahorradores que desean gestionar su dinero de una forma más consciente y responsable, y diversos emprendimientos y proyectos basados en los principios de un modelo de desarrollo humano y social sostenible.
La presencia de la Banca Ética en América Latina
En América Latina, uno de los ejemplos más conocidos es el de la Banca Ética Latinoamericana, quienes se catalogan como “un grupo financiero latinoamericano que tiene el propósito de potenciar empresas y organizaciones de sectores clave de la economía que generen impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente, desde el Golfo de México hasta la Patagonia”.
En ese sentido, buscan promover la educación y la cultura para que cada persona tenga los medios y capacidades para elaborar su propia opinión, forma de pensar y entender la realidad. Por esta razón, según explicaron desde la banca, la intención es “potenciar la riqueza de la diversidad cultural latinoamericana a través de la gestión del financiamiento para empresas y organizaciones que desarrollan proyectos educativos, artísticos, culturales y creativos”.
Fuente: Banca Etica Latinoamericana
Además, el desarrollo social que impulse la paz social y la armonía con las relaciones humanas en pos de lograr una integración social es la razón por la cual generan crédito para “empresas y organizaciones que aportan al desarrollo de ciudades sostenibles, la inversión social, la inclusión laboral y de inmigrantes, la equidad de género, entre otros sectores relevantes, para la promoción de una sociedad donde la dignidad humana sea el centro”.
En el caso de Banca Ética Latinoamericana ya han dado crédito a más de 500 emprendimientos por más de US$ 61 millones (39% en proyectos de Desarrollo e Inclusión social; 33% en proyectos de Educación y Cultura; y el 28% restante en proyectos de Medio Ambiente).
Beneficios de la Banca Ética
En primer lugar, y en base a lo detallado, se podría decir que las bancas éticas son una gran herramienta para lograr impulsar el progreso hacia la Agenda 2030 gestionada por la ONU y la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
En segundo lugar, constituye un mecanismo de financiamiento clave para un sinnúmero de empresas con impacto positivo en lo ambiental y en lo social, con condiciones adecuadas a sus necesidades (en cuanto a requerimientos, tasas, formas de fondeo y condiciones de repago, entre otras). En ese sentido, apunta a emprendimientos que busquen conectar al hombre con una mirada de desarrollo cultural alternativa, que tienda a un relacionamiento con otros grupos y comunidades sano, a la vez que acentúa su vinculo con la Tierra a partir de un enfoque amigable al medioambiente.
Para poder avanzar en la Banca Ética, se están buscando ciertos patrones de comportamiento. Un ejemplo de ellos para el caso de España, pero que deja enseñanzas a nivel internacional, es el rol de la Asociación de Financiamiento Ético y Solidario (FETS), que determinó cinco principios básicos para las finanzas éticas que rigen todo tipo de créditos de este tipo que se impulsen a raíz de este movimiento.
- Transparencia: los ahorradores e inversores tienen el derecho a saber cuál es el destino de su dinero y en qué se está invirtiendo. Además, es fundamental que exista claridad en la relación que les une con la entidad financiera correspondiente.
- Utilidad social: los proyectos avalados por las corporaciones deben apuntar hacia temas como la creación de empleo, la ayuda a la inversión socio-laboral o la reducción de la desigualdad, entre otros.
- Apoyo y negociación: las entidades no solo se centrarán en la recuperación de los fondos prestados; harán lo posible por negociar y ayudar a sus clientes.
- Viabilidad: las corporaciones que apoyen las directrices de la banca ética no aprobarán proyectos inviables que pongan en riesgo el capital de las personas ni perjudiquen los entornos donde se implementarán.
- Responsabilidad: por un lado, la banca ética evaluará la responsabilidad del inversor; por el otro, estudiará cada una de sus decisiones tomando siempre como referente el desarrollo humano y social.
Se puede concluir, entonces, que la Banca Ética tiene un objetivo y un origen totalmente distinto al de las bancas tradicionales, que se desprende de una forma de intercambio más asimilada al capitalismo puro que ya ha quedado anacrónico a la luz de las necesidades del mundo actual. En consecuencia, es válido afirmar que por medio de este tipo de préstamos no solo se persigue una generación económica, sino también un objetivo social y ambiental de cara a la Agenda 2030.