Hacia ciudades inteligentes,
sustentables e inclusivas.

En diálogo con Utopía Urbana, el presidente de la Fundación Internacional para el Desarrollo Local (FINDEL) y reconocido académico de la Universidad Nacional de Quilmes, se refirió a la actualidad del sistema municipal argentino y los problemas estructurales que dificultan su autonomía y desarrollo.

Para crear una fundación hay que ver su valor adicional, su utilidad. Creo que eso distingue a FINDEL: entendemos que, en Argentina, lo hemos logrado, especializándonos en los temas municipales “. Así se refiere, orgulloso, Daniel Cravacuore a la fundación que preside desde 2017, su año de nacimiento.

La Fundación Internacional para el Desarrollo Local (FINDEL) fue pensada “para promover el debate y la construcción de capacidades en torno al tema de los gobiernos locales y el federalismo”, describe Daniel, que también se desempeña como Director del Centro de Desarrollo Territorial de la Universidad Nacional de Quilmes, así como profesor de posgrado en distintas universidades nacionales y extranjeras.

Las principales actividades de FINDEL son la capacitación municipal y el debate constructivo entre funcionarios de alto nivel y académicos sobre temas locales. “También hacemos regularmente asistencia técnica en algunos temas en particular, como capacitación y asociativismo intermunicipal” aclara su presidente.

Desde su creación, FINDEL no detuvo su crecimiento. En la actualidad cuenta con una sede en Chile, que funciona desde 2019, y otra en camino en España, buscando que cada una de ellas se adapte a la realidad municipal de cada país.

La pandemia no significó un freno para sus iniciativas: por el contrario, las actividades formativas de la fundación ya se transmitían desde 2018 por Facebook y You Tube, por lo que no tuvieron dificultades en la virtualización completa.

Por eso, desde el año pasado, hicieron más de 50 seminarios online, tanto de debate como de enseñanza sobre herramientas de gestión municipal, sus dos ejes principales, con la participación de más de 8.000 asistentes.

FINDEL es un espacio diverso. Nosotros proponemos garantizar la ecuanimidad y la diversidad, en lo partidario y también en lo académico”, afirma Daniel Cravacuore, remarcando la búsqueda institucional de evitar la discusión partidaria de coyuntura para tratar cuestiones estructurales que afectan al conjunto de los gobiernos locales.

Un sistema municipal anacrónico

¿En qué situación se encuentran los municipios argentinos y qué cambios experimentaron en los últimos años?

Penosamente, la situación ha cambiado relativamente poco: hace tres décadas años que no hay grandes cambios, con excepción de la ampliación de las agendas locales, algo que depende en mucho de las capacidades institucionales de cada municipio. Los mayores cambios se dieron en la Transición Democrática, desde 1983 hasta la primera mitad de los años noventa. El sistema municipal argentino está estancado. Terminar este año una investigación sobre esto, encargada por el proyecto internacional Local Autonomy Index 2.0 liderado por la Universidad de Lausana, Suiza, y los resultados son desalentadores.

Nuestro sistema municipal tiene unas directrices estables, que moldean sus características. No me refiero exclusivamente al régimen municipal de cada provincia sino a las leyes sectoriales que involucran al gobierno local. Penosamente, tienen una gran estabilidad.

“La sociedad cambió mucho en 30 años y eso genera una disociación”

Sí cambiaron las agendas locales en muchas municipalidades: es indudable que temas como la discapacidad, la protección de los derechos de la infancia y la adolescencia, del género y las diversidades, así como en la formación profesional están más presentes hoy que en la década de 1990. Básicamente, los cambios ocurrieron en la agenda social, pero no hay modificaciones sustanciales en materia de transporte o en la descentralización sanitaria y educativa. Un caso particular es la seguridad ciudadana en las municipalidades más pobladas.

Paradójicamente, la sociedad cambió mucho en 30 años y eso genera una disociación.

– ¿Qué transformaciones cree que se deberían gestar? ¿Esta disociación genera falta de representatividad en la comunidad local?

Los principales cambios deberían ocurrir en el nivel provincial. El gobierno nacional puede apoyar con recursos extraordinarios a los gobiernos locales, para obras públicas o política social, y dar señales presupuestarias para moldear un rumbo, pero no tiene mucho más que ofrecer. Las que sí tienen más para modificar son las provincias. Todo el aparato institucional municipal depende de ellas Tienen sus constituciones y su legislación sobre municipios.

“Hay muchas asimetrías en el sistema municipal”

Las provincias deben tener agendas de descentralización y de fortalecimiento municipal. Al contrario, tienen políticas municipales pobres, antiguas y tradicionales, sin modificar por treinta o más años.

Los municipios, por otro lado, tienen sus dinámicas de funcionamiento interno y deben mejorar su gestión. Aunque existen muchas asimetrías al interior del sistema municipal. Hay gobiernos locales que funcionan muy bien porque sus actores políticos decidieron emprender procesos de transformación, de modernización y de fortalecimiento. Pero el problema es que, si desde niveles superiores de gobiernos no se dan señales concretas de descentralización y modernización, muchos siguen en la dinámica tradicional.

Hacer bien o mal las cosas en los municipios depende de los funcionarios a cargo. El sistema no empuja los cambios y que se produzcan depende de la voluntad de las personas: eso no está bien.

“Cada municipio tiene que generar su propio proyecto”

Creo en la autonomía municipal, en que cada municipio tiene que generar su propio proyecto, pero el sistema tiene que empujar y apoyar, dar incentivos, porque las provincias y el Estado federal tienen muchos más recursos económicos y humanos para lograr avances.

La tecnología como medio, pero no como fin

– ¿Considera importante la utilización de herramientas digitales para la modernización de los municipios?

Lo más importante en la modernización no es la incorporación de tecnología digital en sí; me temo que existe una concepción asociada a que, por si, moderniza la gestión.

Por ejemplo, en la Provincia de Buenos Aires; la Ley Orgánica de las Municipalidades data de 1958; la Ley de Coparticipación de 1987; el RAFAM, dos décadas y aún no está completo. Se quieren incorporar tecnologías, sí, pero aún los procedimientos se regulan con leyes arcaicas. Primero hay que actualizar las normas para que las herramientas digitales ayuden a cambiar la cultura organizacional de los municipios.

“Hay que actualizar primero muchas normas para que las herramientas digitales ayuden a cambiar la cultura organizacional de los municipios”

Hay cuestiones que pueden mejorar mucho con la tecnología digital: por ejemplo, la accesibilidad, que avanzó bastante. Pero una vez que una solicitud ciudadana ingresa a la municipalidad, si previamente no hubo un proceso de modernización interno – simplificación administrativa, firma digital, capacitación- sólo vas a tener una interfaz digital pero el procedimiento -y el resultado- será el mismo que si no la hubieras incorporado.

Estas nuevas iniciativas que utilizan tecnologías digitales no las descarto ni devalúo, por el contrario, pero quisiera ver más intervenciones sobre aspectos que son menos visibles.

Podemos fomentar mucho la participación ciudadana -básicamente, el control- y la gobernanza con la tecnología, pero si las reglas y procedimientos retrasan todo, pasa mucho tiempo hasta que las iniciativas puedan realizarse.

– ¿Cree necesario estimular la participación ciudadana en la gestión municipal?

Una mejor gobernanza siempre es para bien porque permite reajustar el accionar municipal. La sociedad se ha vuelto muy volátil y la validación de los ciudadanos de la gestión municipal es, cada vez, más cotidiana. Actualmente, si un funcionario comete un error en la gestión municipal, las redes sociales rápidamente se lo hacen saber mediante comentarios y reclamos.

La participación, bien llevada, bien estructurada, con distintos niveles de participación, alinea a las gestiones con las demandas ciudadanas. Requiere de muchísimo más trabajo para los funcionarios municipales, pero tiene una gran ventaja: las políticas públicas pueden tener una efectividad mayor.

En tiempos de tanta volatilidad en el humor social, tener relación estrecha con la ciudadanía en la gobernanza territorial es importante porque puede calibrar mejor los factores que garantizan una mayor eficacia de las políticas públicas.

“La sociedad se ha vuelto muy volátil y la validación de los ciudadanos es cada vez más cotidiana”

Los cambios partidarios en la dirección de los municipios son más frecuentes porque ha cambiado la sociedad y los gobiernos no cambiaron lo suficiente. Se abre una brecha con los ciudadanos y si no se construye un buen diálogo, la paciencia se acorta.

Por otro lado, la gobernanza no puede ser neo corporativa: no puede acordarse cada política únicamente con los sectores que van a ser afectados o beneficiados. Deben existir mecanismos que incluyan a todos los ciudadanos. Para eso hay que tener un mapa real de los actores sociales, de todo tipo, aquellos que tienen mayor influencia real y permiten validar las acciones del gobierno frente a la sociedad.

En Argentina, lamentablemente, no tenemos una sólida tradición en el uso de los instrumentos de participación ciudadana que tenemos en las constituciones, pero se utilizan muy poco.

tienes que ser suscriptor para comentar