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En diálogo con UTOPÍA URBANA, el Coordinador del NQN Lab de la Provincia de Neuquén (Argentina) y del Federal Lab, resaltó la importancia de los laboratorios de innovación pública para promover la participación ciudadana y lograr resultados a partir de la inteligencia colectiva.

Pasión. Lo que transmite Ernesto “el negro” Figueroa cuando habla sobre la gestión pública es pasión. Ese empuje lo llevó hoy en día a coordinar el NQN Lab, un espacio de co-creación y colaboración para la innovación pública abierta dependiente del Ministerio de Ciudadanía de la Provincia de Neuquén (Argentina), el primero de su tipo en el país.

Este espacio, que hoy es referente y facilitador de la innovación pública en Argentina, según Ernesto “es el emergente de un fracaso previo” porque faltaba un «dispositivo de gestión de lo planificado». La autocrítica, pocas veces ejercitada en Argentina, es un elemento clave del progreso de NQN Lab, ya que su coordinador considera que “desde la gestión pública es muy importante hacer un relevamiento de las cosas que no salen bien porque muchas veces son oportunidades para que surjan maravillosos proyectos”. Y así fue.

– ¿Cómo surgió el NQN Lab y cuáles son sus principales líneas de acción?

NQN Lab es parte del Ministerio de Ciudadanía del Neuquén, una osadía de la arquitectura institucional, que trabaja para construir ciudadanía como un elemento clave, un eje transversal a la gestión.

Como en 2016, cuando surgió el Ministerio, no existía otro de su tipo en Argentina, tuvimos que construir el barco mientras navegaba, no teníamos un GPS brindado por una experiencia previa. 

“El Ministerio de Ciudadanía del Neuquén es una osadía de la arquitectura institucional”

En ese momento generamos un tríptico de 3 ejes de gestión: 

– La participación: más evolucionada que la que se promueve comúnmente, con un concepto más ligado al gobierno abierto. Sin gente sentada haciendo un digesto de sus problemas. 

Queríamos salir de la idea de que desde los gobiernos tenemos respuestas a todos los problemas frente a la complejidad de la agenda ciudadana. Pensamos en complejizar la convocatoria, tomar gente que no participa en general de las discusiones, preguntarnos si faltaba  perspectiva de género o de derechos.

– La innovación: creíamos que si se hacen siempre las mismas acciones va a haber siempre los mismos resultados. Queríamos promover la innovación pero no vinculada a la tecnología sino a las personas, una forma de pensar y hacer gestión pública. Frente a la discusión de la modernización del gobierno, nosotros creemos que hay que innovar. No ponerle GPS al Fiat 600 sino ampliar la estructura del vehículo.

La innovación es generar ideas útiles que transformen la vida de la gente y la nuestra como servidores públicos. Y eso se logra generando valor público, promoviendo derechos, satisfaciendo necesidades no contempladas o mejorando servicios públicos. 

– La incidencia: es el eje clave porque si no se transforma algo no sirven de nada la participación ni la innovación.

A este diseño maravilloso le faltaba un empuje para que todo tuviera encarnadura. Es muy difícil transformar la cultura organizacional de nuestras instituciones. Por eso en 2017 desde el área de planificación empezamos a crear NQN Lab, que surgió a partir del fracaso de pensar que solo la planificación alcanza para transformar la realidad. Siempre es necesario generar dispositivos de gestión de la estrategia planificada.

 “Es muy difícil transformar la cultura organizacional de nuestras instituciones”

En el laboratorio empezamos a capacitar, entrenar y conectar estos conceptos y ejes de nuestro ministerio y hoy somos el área de gestión estratégica del ministerio. Es decir, los que trabajamos todos los días para poner en acto esa planificación estratégica que diseñamos en 2016.

– ¿Cómo se estimula la participación ciudadana en los laboratorios de innovación?

Esta pregunta es el caracú del puchero. A la ciudadanía le gusta participar, lo que muchas veces no les gusta son las propuestas de participación que desde los gobiernos hacemos porque no tenemos la capacidad de erotizar lo suficiente. Si el funcionario utiliza los espacios de participación para legitimar o validar los proyectos del ejecutivo, la participación ciudadana es simplemente un contrato de adhesión. Es pedirle a la gente que venga a convalidar lo que nosotros ya definimos. 

A finales de los ‘90, a partir de la crisis de la democracia representativa, surgen los escenarios de democracia participativa para sumar gente en el diseño del presupuesto municipal, pero frente a la hegemonía de los representantes apareció la hegemonía de los representados. Se creó como una planta permanente de vecinos y vecinas super participativos. Pero el 90 % de la gente estaba fuera de esos escenarios. 

Entonces nosotros trabajamos sobre la tesis de la democracia convidativa. Salimos a convocar a todos los que no están en la discusión de lo público para involucrarlos en los temas de agenda que son sensibles para la ciudadanía.

Mientras hay gente en la gestión tomando decisiones, otros estamos en laboratorios de innovación pensando ideas para dar soluciones a problemas de más largo plazo. Ahí es cuando tenemos que hacer un ejercicio de empatía que implica sacarse los zapatos de la gestión pública para pensar qué temas le interesan a la ciudadanía. Si los temas están desconectados no se da la participación y se produce un simulacro, una coreografía. En los laboratorios no queremos confirmar lo que ya sabemos sino descubrir lo que desconocemos, son espacios de incertidumbre.

Por eso convocamos a la ciudadanía para pensar a partir de la inteligencia colectiva.

“Si los temas están desconectados no se da la participación y se produce un simulacro, una coreografía”

Como afirma Ernesto Figueroa, la participación ciudadana es un elemento clave para que los laboratorios de innovación sean realmente efectivos y sus iniciativas estén alineadas a las necesidades de la comunidad. 

Cuando llegó el COVID-19 esta participación presencial se vio interrumpida abruptamente y los diferentes gobiernos tuvieron que adaptar sus propuestas al nuevo escenario de distanciamiento social.

– ¿Cómo modificó la pandemia de COVID-19 el proceso de participación ciudadana y las iniciativas de NQN Lab?

El año pasado lo digital hizo triplicar nuestra capacidad de empatía. Uno de los proyectos que trabajamos el año pasado fue cogobierno, colaboración y coworking en gobiernos. Los gobiernos suelen brindar espacios de coworking para la ciudadanía pero hay que hacerlos también dentro de la gestión. Napoleon decía «no se puede encabezar una carga de caballería si uno se siente ridículo encima de un caballo». Cómo se puede proponer trabajo colaborativo hacia afuera si adentro lo que hay son cubículos en donde cada uno no sabe lo que hace el otro área.

Entonces en nuestro gobierno tiramos paredes porque la pandemia nos unificó. El desafío era común y teníamos que ver cómo maximizar recursos humanos y presupuestarios para dar soluciones. 

La pandemia nos sirvió mucho para maximizar la colaboración, que sería el cuarto eje que venimos trabajando. La colaboración no es filantropía o solidaridad, sino un imperativo ético. Es la ética hacker usada en la gestión. O sea poner a disposición de la gestión pública cada cosa que sabemos, aprendemos o en la que fracasamos.

“La colaboración es la ética hacker usada en la gestión”

El NQN Lab, junto a otros laboratorios de Argentina, utilizan el método CHE para desarrollar los proyectos junto a la ciudadanía. La CHE, que significa Comunidades Hilando Estrategias, es una metodología de participación, innovación e incidencia ciudadana que impulsa la detección de problemas comunitarios y el diseño de propuestas para solucionarlos desde el empoderamiento comunitario y el acompañamiento gubernamental.

Esta forma de trabajo era empleada en las jornadas de participación presenciales y tuvo que ser readaptada a la lógica digital.

– ¿Y cómo se dió la colaboración con la ciudadanía en formato digital?

La colaboración la trabajamos en lo «extitucional» también. Durante la pandemia convocamos a la ciudadanía para que compartan lo que saben para solucionar problemas que se dispararon a causa de ésta. Antes de la pandemia trabajábamos con el método “CHE” que era presencial y lo tuvimos que convertir a travesías digitales. 

Además aprendimos a trabajar por Zoom, tuvimos que readaptar nuestras capacidades de facilitación y humanizar lo digital, hacerlo analógico. Sobretodo para la gente grande es difícil entrar a zoom pero es fácil irse. En un evento presencial, irse es más complicado, quedás más expuesto. Pero en Zoom apretás un botón y listo. Entonces hay que mantener la tensión y descubrir que el tiempo digital es distinto. 

 “Tuvimos que readaptar nuestras capacidades de facilitación y humanizar lo digital”

Ernesto, además de su rol en NQN Lab, coordina el Federal Lab, desde el que se relaciona con los demás laboratorios del país y acompaña su crecimiento.

– ¿Cómo se relacionan desde NQN Lab con otros laboratorios de Argentina y del exterior?

Cuando arrancamos tomamos como modelo el laboratorio de innovación de Nariño, en Pasto (Colombia). Tenemos una autopista imaginaria entre Neuquén y Pasto. Trabajamos con ellos hace 5 años.

Además somos parte de la Mesa Federal de Participación Ciudadana y la mesa tiene un laboratorio de innovación federal, el Federal Lab, que tengo la suerte de coordinar. Está integrado por casi 30 municipios y 16 gobiernos provinciales.

“Tenemos una autopista imaginaria entre Neuquén y Pasto”

Recientemente la Secretaría de Innovación Pública de la Nación lanzó el Plan Federal de Gobierno Abierto y el Federal Lab va a hacer seguimientos a  50 proyectos de gobierno abierto de todo el país. Tenemos un ejercicio maravilloso y federal de fortalecimiento de espacios de innovación pública abierta en todo el país.

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