La necesidad de avanzar hacia ciudades inteligentes y sustentables ha elevado la vara de arquitectos, diseñadores y funcionarios que buscan obrar por conseguir un mejor desempeño ambiental de sus construcciones.
Persiguiendo este objetivo, las ciudades verticales han sabido ocupar un lugar fundamental ya que la escasez de terrenos habitables que se acrecentó en las últimas décadas desembocó en la revolución de los edificios por todos lados, que terminó acrecentando la densidad urbana. Actualmente el 55% de la población mundial vive en ciudades, siguiendo una tendencia creciente. Incluso se espera que para el año 2050 casi 7 de cada 10 personas vivan en áreas urbanas en el planeta.
En ese sentido surgió el concepto de ciudades verticales, que buscan emular el crecimiento que se da en la naturaleza, donde todo crece hacia arriba en búsqueda del sol. De esta manera, estos innovadores proyectos buscan ganar altura sin que eso signifique perder luz solar. Para ello utilizan construcción espiraladas o escalonadas, que brinda la oportunidad de que todas las personas tengan acceso a la luz del sol.
Puntualmente, las denominadas ciudades son un tipo de edificaciones buscan emular el crecimiento que se da en la naturaleza, donde todo crece hacia arriba en búsqueda del sol. De esta manera, estos innovadores proyectos buscan ganar altura sin que eso signifique perder luz solar. Para ello utilizan construcción espiraladas o escalonadas, que brinda la oportunidad de que todas las personas tengan acceso a la luz del sol.
Sin embargo, el caso que revisaremos hoy es distinto a todos los mencionados antes. Se trata de Tianjin Eco-City, que surge de los esfuerzos compartidos de los gobiernos de China y de Singapur en medio de la búsqueda de preservar el ambiente, los recursos y la energía, como así también organizar a la ciudadanía de manera inteligente de acuerdo a los espacios planteados en el territorio.
Este proyecto surgió en el año 2008 a unos 150 kilómetros de la capital de China, Beijing. El lugar seleccionado fue uno de los espacios con menor biodiversidad y uno de los ambientes más dañados repletos de salinas, desechos industriales y pequeños caudales de agua intoxicada por la actividad petrolera en la región.
La intención de los gobiernos es poder regenerar el espacio y demostrar que, por medio de políticas ambientales se puede reconstruir la naturaleza y avanzar hacia la mitigación del cambio climático.
Al momento de la construcción de este proyecto las tierras no eran cultivables bajo ningún punto de vista, sin embargo, por medio de la cobertura de los espacios secos y la siembra de diversas especies nativas la microbiología empezó a hacer su trabajo. Pero, repasemos cómo es que llevaron adelante este trabajo.
Sustentabilidad como horizonte ciudadano
No hay, bajo ninguna perspectiva, sustentabilidad si las ciudades son excluyentes de sus propios ciudadanos. La capacidad de albergar a gente de todas las escalas sociales es una de las deudas pendientes de las ciudades inteligentes. Por esta misma razón, desde el gobierno chino han elaborado una serie de subsidios para aquellas personas de bajos recursos.
Bajo esta medida, los funcionarios otorgarán diversos planes de pago para que quienes deseen mejorar su calidad de vida puedan migrar hacia este tipo de ciudades.
Allí la ciudadanía obtendrá la energía de manera no convencional por medio de energías alternativas como los paneles solares y aerogeneradores. Además se utilizarán bombas de calor para aprovechar la temperatura de la tierra. También el subsuelo contará con túneles de ventilación, que permitirán obtener un aire acondicionado 100 por ciento natural.
De los 30 kilómetros cuadrados prometidos en 2008 se consiguieron construir y edificar unos 20 kilómetros, en el que ya viven unas 120 mil personas.
En la Eco-Ciudad existen 34 escuelas y jardines de infancia con cerca de 23.400 alumnos; cuatro centros comunitarios que integran funciones comerciales y de bienestar público y una biblioteca, que se han puesto en uso; seis complejos comerciales, incluidos el centro comercial Keppel Seasons City y el Eco-City Wanda Plaza y una serie de restaurantes, hoteles económicos y con estrellas y centros de fitness.
Además han logrado desarrollar una serie de apps inteligentes que le permitirán a aquellas personas que necesiten ayuda poder acceder a un servicio de voluntariado. De esta manera ancianos, enfermos y niños podrán tener la ayuda de sus propios vecinos que, en el afán de ayudar, lograr una ciudad más inclusiva aumentando la comodidad para sus residentes y ayudando a mejorar su acceso a los servicios públicos y comunitarios.
El territorio que era conocido por ser un desierto contaminado pasó a convertirse en una isla ecológica propicia para el turismo basada en diferentes principios de armonía comunitaria y con el medio ambiente. Estos principios se han traducido en características específicas de esta ciudad que se erige como modelo para el futuro de las ciudades en China
La gestión de los residuos no será una de las excepciones del lugar. Tal como sucede en China, las personas deberán pagar por no separar y por sacar la basura. Además, si bien la intención es que no exista la basura en la ciudad, el 60% de la basura generada será reciclada en una planta cercana que será trasladada a través de tuberías, y el agua de lluvia será reciclada mediante otra planta de tratamiento.
Con respecto a la movilidad, se tratará de una ciudad en la que exclusivamente habrá motorizaciones eléctricas, donde el 90% del transporte será público, con sistemas eléctricos y vías exclusivas para ciclistas y tranvías. Además, los espacios verdes predominarán en toda la ciudad.
Se trata de un claro ejemplo de regeneración ambiental donde, por medio de la urbanización inteligente lograron mejorar la calidad del agua y el aire, además de generar espacios verdes en zonas desérticas. La intención es poder expandir esta idea por el resto del continente y mejorar el ritmo de vida de los asiáticos.