Hablar de la felicidad en contexto de pandemia, crisis y guerras parece ser de vital importancia para medir la sensación de bienestar de las personas y así poder comprender la necesidad de avanzar hacia medidas que permitan un mejor pasar en la sociedad.
Ha quedado demostrado, a lo largo de la historia y sus diferentes conflictos sociales, bélicos y ambientales, que ninguna persona que se encuentre bajo los parámetros de la infelicidad podrá rendir bien en su trabajo o relacionarse de una manera beneficiosa entre sus pares.
Así lo entienden desde la World Happiness Report, donde cientos de especialistas analizaron los datos de las encuestas realizadas por Gallup, a quien reconocieron “socio de datos”, como por ejemplo la del descontento de los países. De allí recopilan información y realizan el informe atendiendo algunos ejes centrales: producto interno bruto per cápita, apoyo social, esperanza de vida saludable, libertad para tomar sus propias decisiones de vida, generosidad de la población en general y percepciones de los niveles de corrupción interna y externa.
La intención, según explicaron en dicho reporte, es que todos los gobiernos tengan a su disposición información clave de las sensaciones de sus habitantes para impulsar medidas que den “más importancia a la felicidad y el bienestar al determinar cómo para lograr y medir los objetivos sociales y económicos desarrollo”.
Queda claro que este tipo de iniciativas están sujetas a un contexto inevitable, que se ve atacado por las epidemias, las guerras y las interminables crisis económicas que derivan en las culturales y sociales. Esto afecta directamente a la capacidad de relacionarse, pero también de llevar adelante proyectos personales por parte de las personas.
Los países nórdicos han logrado prevalecer en este ranking, en parte por la capacidad de impulsar diversas acciones sustentables a lo largo de los años, siendo los pioneros muchas veces en cuestiones ambientales. Vienen liderando rankings “verdes” y tecnológicos durante la última década y se han logrado establecer dentro de la élite mundial en cuestión ambiental.
Algunos ejemplos de esto pueden ser Copenhague (capital de Dinamarca), que ha basado su estrategia en el diseño urbano y el modelo de sustentabilidad por medio de las energías alternativas y la reducción de las emisiones del transporte; Oslo (capital de Noruega), por medio de su estrategia para reducir las emisiones de carbono generadas por su actividad o Lathi, la ciudad finlandesa de la que habla todo el mundo.
De hecho, es Finlandia el país que ocupa el primer puesto del ranking, nada más y nada menos que ¡Por quinto año consecutivo!. Según expresaron en el reporte, ha sacado una considerable ventaja con respecto a otros países del mundo, incluso de aquellos que ocupan los primeros lugares del ranking. Dinamarca , también nórdico, por su parte sigue ocupando el segundo lugar, con Islandia subiendo del cuarto lugar el año pasado a 3º este año. Suiza ocupa el cuarto lugar, seguida por el Países Bajos y Luxemburgo para completar el top 5. Si se sigue avanzando en el ranking, los países que continúan son Luxemburgo, Suecia, Noruega, Israel y Nueva Zelanda, entre los 10 líderes.
La conclusión definida por el WHR 2022, es obviamente, que las variables que hacen a la felicidad de las personas se han encontrado con mayor frecuencia en los países nórdicos, que han logrado liderar el ranking con 5 países dentro del top ten, dejando de lado experiencias asiáticas de las que se esperaba más durante esta edición. “Debemos enfatizar que esto no ha sido logrado por las culturas orientales medias que no se han destacado en resaltar, promover y comprender el equilibrio/armonía. Como tal, las experiencias y preferencias por el equilibrio/armonía parecen tener forma, al menos hasta cierto punto, por la situación social y económica de las personas”, expresaron.
Que pasa más allá del Top 10 de países
Para encontrar a los países latinoamericanos dentro de este reporte no es necesario bajar tanto la bolilla del mouse como si ha pasado en otros rankings mundiales. Ya dentro de los primeros 50 se pueden encontrar a Costa Rica en el puesto 23º, Uruguay (30º) y Brasil (39º), que son quienes mejor lideran en la clasificación regional.
En tanto, Argentina tampoco se encuentra mucho más abajo, aunque sí quedó fuera de los primeros 50. En el puesto 56, el país ha logrado establecer un equilibrio que la puntúa como una de las naciones más felices del continente.
Venezuela, en tanto, es el latino peor ubicado, ya que se encuentra en el puesto 108 y ha reducido considerablemente sus parámetros de felicidad por la dura situación económica. Sin embargo, cabe destacar que estos rankings están destinados a una parte de los países del mundo y no representan necesariamente casos desastrosos o catastróficos.
El último lugar se lo llevó una región devastada: Afganistán. Las numerosas guerras y los procesos de guerrilla que han llevado al país a la miseria y al hambre, pero también a casos de explotación laboral infantil lo que influye directamente sobre la capacidad de ser feliz de la sociedad.
Con niños fuera de las escuelas, presos del trabajo esclavo junto a mujeres, muchas veces sus madres, la capacidad de crecer en un mundo feliz se disminuye y la sensación de infelicidad se incrementa y se arrastra con el pasar de los años.
Este país también salió entre los más infelices del mundo en el reporte de Gallup. Solo un 9% de sus ciudadanos han demostrado haber sentido sensación de felicidad durante los últimos años. De esta forma, la foto muestra dos realidades disímiles y una gran predominancia nórdica en lo que respecta a urbanismo y ambiente, pero también en los registros de felicidad. Sin dudas, además de ser un ranking que mide algunas cuestiones que muchas veces son consideradas abstractas por los gobiernos, es un llamado de atención para que funcionarios y empresarios tomen cartas en el asunto.