La felicidad de las personas en el mundo es uno de los factores más importantes para comprender el desarrollo de la vida moderna tal como se lo conoce. De hecho los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) apuntan a conseguir un mundo que, además de oportunidades y derechos de toda índole, permita que la sociedad en general pueda mantenerse dentro de los parámetros esperables de la felicidad, bajo un enfoque sostenible.
Ha quedado demostrado por especialistas e investigadores de la sociología moderna que, las personas cuando se sienten felices rinden mejor en sus trabajos, presentan menos problemas de salud y, por sobre todo, tienen una mejor experiencia en el mundo. Eso es, sin dudas, lo que se busca.
Sin embargo, se trata de algo difícil de medir, ya que es un sentimiento totalmente subjetivo de las emociones humanas. Por eso mismo es vital entender que para que haya un sentimiento de felicidad completo las personas deben tener vivienda, trabajo, alimento y vivir en condiciones dignas.
Si bien hay discursos que durante los últimos años han buscado romantizar la pobreza y demostrar que las personas pueden ser felices en condiciones insalubres o en contextos desfavorables para el desarrollo de su niñez y adolescencia, desde Gallup se han encargado, desde 2006, de realizar una Encuesta de Emociones Globales.
Números y tendencias del ranking
En 2021, las personas en todo el mundo se sintieron más preocupadas, estresadas y tristes que en cualquier otro momento de los últimos 16 años. También tuvieron menos experiencias positivas que en 2020. Un 28% de las personas dijeron haber experimentado mucha tristeza el día anterior, el porcentaje más alto jamás registrado. Por otro lado, un 42% de las personas dijeron que experimentaron mucha preocupación el día anterior, frente al 40% en 2020.
Para este informe, Gallup consultó a unas 40 mil personas de unos 41 países de todo el mundo, lo que determinó que a nivel mundial un 56% de las personas se sienten “felices”. Solo Colombia (79%), Kazajstán (76%), Albania (74%), Malasia y Ecuador (63%) estuvieron por encima de ese nivel.
La contracara, con los países con un índice de percepción de la felicidad más negativo se encuentran Ghana (2%), Afganistán (9%), Hong Kong (11%), Iraq (17%) y Rusia (18%). En estas regiones el hacinamiento y la inestabilidad política y económica son grandes factores de infelicidad.
Ya desde el año 2011 las encuestas han arrojado una retracción en los indicadores anuales, pero este 2022 se sorprendieron con los niveles más altos de descontento mundial en la historia. El record, sin dudas responde al aumento de la crisis global que se tradujo en una creciente pobreza, además de las perdidas ocasionadas por la pandemia que han desolado a millones de personas y obligado a vivir en el encierro más violento de todos incrementando la sensación de soledad.
Por otra parte la sociedad europea ha demostrado también una creciente infelicidad que se relaciona directamente con la guerra entre Rusia y Ucrania que ha revivido viejos recuerdos y memorias de una Guerra Mundial que destrozó la mitad del continente.
Esto ha llevado a que muchas personas sientan que los sistemas ideológicos y de valores que promueven el cuidado ambiental pero también de las propias personas se vean atacados por la falta de políticas que trabajen en la realidad de las personas. Por otra parte, la sensación de vulnerabilidad que la pandemia ha dejado en las personas es uno de los indicadores del aumento de la preocupación a nivel mundial.
En este contexto, de encierro y aburrimiento, las redes sociales también significaron un rol fundamental a la hora de medir la realidad de las personas. Las comparaciones entre las distintas publicaciones donde los usuarios tienden a mostrar una sensación de felicidad, ha contrastado notoriamente con la realidad cotidiana de gran parte del mundo.
La intención de este informe, según explicaron desde Gallup es poder medir las experiencias positivas y negativas de las personas del mundo, “brindando a los líderes información sobre la salud emocional de sus sociedades, que los indicadores económicos tradicionales no capturan”.
Según entienden, esto afecta directamente sobre la experiencia humana de las personas y por ende en su capacidad de desarrollarse tanto social como económicamente. Por esta razón, se podría estimar en parte, que una persona que debe ocuparse de sus problemas emocionales no se encuentra preparada para desplegar su mejor capacidad laboral y profesional.
Al mismo tiempo, indirectamente esta infelicidad y sensación de constante crisis se ha visto acompañada por un gran incremento en la demanda de los pacientes psicológicos durante los últimos dos años, siendo la pandemia uno de los principales fundamentos de este aumento.
Gran desafío para los países, sobre todo en aquellos que se encuentran por debajo de la media del mundo, poder estabilizar estos indicadores y, en el peor de los casos, aunque sea no aumentar estos medidores de infelicidad. ¿Que visión tenés al respecto?