Pensar en formas naturales de prevenir y mitigar el cambio climático es tan simple como entender que la solución es dejar de explotar los recursos naturales de forma indiscriminada para convertirlo en un sinfín de productos manufacturados que terminan siendo pilas y pilas de basura mal gestionada.
Aunque no lo parezca, cada esquina del planeta donde hay un espacio verde o una cuna nativa de recursos cumple un rol fundamental: fijar el carbono. El mar también es uno de estos gracias a su extensiva vegetación e infinidad de especies de todo tipo que habitan en el fondo.
Entre todos los ecosistemas disponibles actualmente en el mundo absorben y neutralizan casi un 40% del total de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) del planeta. Sin embargo, la tala indiscriminada de árboles, la contaminación de los mares, la caza furtiva y la explotación de los recursos naturales en general ha disminuido considerablemente la capacidad de retener carbono convirtiéndose en uno de los principales problemas de los últimos tiempos.
En un mundo donde la tecnología está en las grandes agendas y toda la solución ambiental parece estar por cuenta de los dispositivos y su capacidad de reducir el consumo, la figura de las Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN) empieza a aparecer con fuerza. Tal como lo indica el nombre, son una alternativa al calentamiento global que consiste, básicamente, en fortalecer aquellos focos naturales que cumplen un rol fundamental en el equilibrio mundial.
Según la CEPAL, “son un conjunto de estrategias para la gestión sostenible de los ecosistemas, recuperando o incrementando los beneficios que la naturaleza brinda a las personas, y que permiten abordar varios desafíos sociales de manera eficaz”. Además “se relacionan con los nuevos paradigmas de producción sostenible, como la bioeconomía y la agroecología, por cuanto abordan el uso sostenible de los recursos biológicos para proporcionar bienes y servicios para el bienestar de la sociedad”.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) también se ha referido al respecto y destacó la importancia de empezar a emplear este tipo de soluciones: “Las SBN pueden reducir el calentamiento global y poner a nuestras economías y sociedades en un camino sostenible”.
Además brindaron mayor precisión sobre la capacidad de reducir las emisiones: “Con una planificación cuidadosa y una mayor inversión, las soluciones basadas en la naturaleza pueden reducir las emisiones netas en el equivalente de hasta 18 gigatoneladas de dióxido de carbono por año para 2050”.
Entendiendo a SBN como aquellas que buscan proteger y conservar los ecosistemas naturales para poder explotar su capacidad, las turberas aparecen como una de las opciones más interesantes a tratar por medio de este concepto. Si bien cubren solo un 3% de las áreas terrestres del mundo, desde la ONU aseguraron que retienen casi el 30% del carbono del suelo.
“Preservar y restaurar las turberas significa mantenerlas húmedas para que el carbono no se oxide y salga a la atmósfera. Cuando estos ecosistemas se drenan para darle uso a la tierra, se vuelven susceptibles a incendios que pueden devastar la vida silvestre, contaminar regiones enteras y ser difíciles de contener”, explicaron.
Además, se trata de una alternativa de bajo costo que se puede lograr sin la necesidad de incorporar grandes capitales en tecnología. “Es una forma rentable de preservar las reservas masivas de carbono y las especies de plantas y animales”, aseguraron en un informe de la ONU. “Al igual que los bosques, las turberas regulan los suministros de agua dulce y evitan las inundaciones, al tiempo que suministran alimentos y combustible a las comunidades”.
SBN en América Latina
Para poder profundizar en el concepto de Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN) es necesario comprender que son procesos lentos y pensados a largo plazo, pero que ocupan un rol fundamental en la regeneración de los ecosistemas además de ser una de las mejores opciones para mitigar el Cambio Climático.
Según el estudio realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), titulado “Soluciones Basadas en la Naturaleza en América Latina y el Caribe: situación regional y prioridades para el crecimiento”, en la región está surgiendo una base sólida de proyectos de SBN. Este proyecto identificó 156 proyectos en la región de Latinoamérica y Caribe que utilizan SBN, sea en forma exclusiva o en combinación con infraestructura gris, para garantizar el suministro de agua, mejorar la calidad del agua, reducir el riesgo de deslizamientos de tierra o ayudar a abordar la erosión y las inundaciones urbanas, costeras y fluviales. Según el documento: “Se comprobó que menos de la mitad (74 proyectos) están en fase operativa y la mayoría (82 proyectos) está en preparación. Los países con la mayor cantidad de proyectos son México (31), Colombia (21) y Brasil y Perú (17 cada uno)”.
El estudio también da cuenta que “los proyectos utilizan una gran variedad de SBN que ayudan a restaurar y conservar los bosques, los pastizales, los manglares, las llanuras aluviales, los ecosistemas ribereños, los arrecifes de coral, los parques urbanos y los biocanales de drenaje de la región; a crear pavimentos permeables y a fomentar la agricultura sostenible”. La mayoría de los proyectos identificados en este proyecto tienen la finalidad de beneficiar al sector de agua y saneamiento, y se encuentran en México, Colombia, Perú o Brasil. Pero para el BID aún queda mucho margen para una mayor adopción de SBN en la región.
Recorrer todos y cada uno de ellos resulta imposible para los objetivos de este informe, pero revisaremos algunos de los SBN más importantes que se están llevando a cabo en Latinoamérica y el impacto que tendrán en los próximos años.
Uno de estos casos es el del Fondo de Agua de San Pablo (Brasil), donde desde el Gobierno Nacional buscan restaurar 4.000 hectáreas de bosques críticos en relación con el agua para reducir la contaminación por sedimentos un 36 % en un plazo de 30 años, “lo que reduciría casi a la mitad la turbidez e impulsaría potencialmente el suministro de agua cuando este sea más escaso”, explicaron en dicho informe.
Algunas de estas SBN no solo se proponen para reducir el impacto ambiental, muchas de ellas son establecidas para poder obtener un rédito económico con el paso del tiempo, como es el caso de Encourage Capital, ubicado en Medellín (Colombia) donde invirtieron US$ 1,75 millones en SBN para mejorar las condiciones del agua utilizado en la producción agrícola y se estima que terminaría dando un rédito de US$ 36,8 millones anuales después de ocho años
La ley que busca preservar los humedales en Argentina corre por este mismo lugar, entendiendo el rol clave que tienen dentro de la vida tal y como se la conoce, siendo lugares que albergan a gran parte de los ecosistemas nativos.
Pretender que las SBN regulen las condiciones climáticas de un día para el otro es absurdo. Tal y como se expresó más arriba, se trata de soluciones a largo plazo que buscan darle un valor agregado a la protección de las reservas naturales entendiendo que, no solamente se trata de recursos no renovables, sino también de roles claves dentro de la conservación ambiental.
Fuente: BID (“Soluciones Basadas en la Naturaleza en América Latina y el Caribe: situación regional y prioridades para el crecimiento”)