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“La gente no se imagina el futuro que se viene” alertó Eric Schmidt, ex CEO de Google acerca del avance de la inteligencia artificial. En una entrevista filtrada de Stanford, sembró inquietud, destacando el impacto inminente de los modelos de lenguaje grande y la creciente autonomía de la IA. Conoce su visión y sus opiniones

Eric Schmidt, ex CEO de Google y uno de los líderes más influyentes en el mundo de la tecnología, ha sido una figura clave en el desarrollo de la tecnología moderna. Durante su gestión en Google entre 2001 y 2011, Schmidt ayudó a transformar la empresa en una de las más grandes del mundo, consolidando su dominio en el mercado de la búsqueda en línea, la publicidad digital y el desarrollo de tecnología móvil. Asimismo, también se desempeñó como asesor técnico de Alphabet, el holding de Google, asesorando a sus líderes sobre tecnología, negocios y cuestiones políticas entre 2018 y 2020. Como visionario tecnológico, ha sido elogiado por su habilidad para anticipar las tendencias tecnológicas y por su papel en la expansión global de Google.

Sin embargo, su legado no está exento de controversias. Schmidt ha sido criticado por su enfoque en la acumulación de datos y el uso de la información personal de los usuarios. Las preocupaciones sobre la privacidad y el monopolio de Google bajo su liderazgo aún persisten. En varias ocasiones, ha sido señalado por minimizar los riesgos éticos asociados con el uso de tecnología avanzada, especialmente en lo relacionado con el seguimiento de datos y la influencia de las plataformas digitales en la vida cotidiana.

En una entrevista reciente realizada en la Universidad de Stanford, Schmidt volvió a generar inquietud al hablar sobre el futuro de la inteligencia artificial (IA). En este encuentro, que fue filtrado a los medios antes de ser retirado por la inclusión de información confidencial de Google, Schmidt lanzó una advertencia que ha resonado en la industria tecnológica: “La gente no se imagina el futuro que se viene”, refiriéndose al potencial desmedido de la IA.

Schmidt se centró principalmente en los modelos de lenguaje grande (LLMs, por sus siglas en inglés), describiendo cómo estas herramientas tienen el poder de transformar no sólo la forma en que interactuamos con la tecnología, sino también la estructura misma de la sociedad. Según Schmidt, los LLMs pronto superarán la influencia de las redes sociales al replicar la capacidad del cerebro humano para procesar información, generar contenido creativo y realizar tareas complejas de manera autónoma.

Al mismo tiempo, destacó 3 componentes clave que hacen que la IA sea cada vez más poderosa: las ventanas de contexto (que permiten una especie de memoria temporal en los sistemas), la capacidad de transformar texto en acciones (comandos en lenguaje natural), y el aprendizaje continuo. Este último elemento, según Schmidt, impulsará una IA cada vez más autónoma, capaz de adaptarse a situaciones nuevas sin supervisión humana.

A pesar de los avances prometedores, Schmidt no ocultó sus preocupaciones sobre los riesgos. Mencionó la cantidad masiva de datos y potencia de cómputo que estas tecnologías requieren, así como los desafíos relacionados con la opacidad de los resultados de la IA y los peligros asociados a la desinformación y la automatización descontrolada, lo que podría generar pérdida masiva de empleos.

Las declaraciones de Schmidt han generado un fuerte debate en la industria tecnológica y en la sociedad en general. La posibilidad de una IA que supere nuestra capacidad de control ha encendido alarmas en múltiples sectores. La idea de una IA que, en poco tiempo, podrá ejecutar acciones por sí misma, como programar reuniones o realizar transacciones financieras, plantea preguntas sobre hasta qué punto los humanos mantendrán el control sobre sus propias decisiones.

Además, Schmidt advirtió que en los próximos años, especialmente hacia 2025, veremos avances significativos que podrían cambiar radicalmente las industrias, desde la atención médica hasta la ciberseguridad. La mayor autonomía de la IA podría ser beneficiosa en algunos aspectos, pero también plantea serias inquietudes sobre cómo manejar los errores que estos sistemas podrían cometer y cómo controlar su impacto en la sociedad.

Schmidt sembró aún más incertidumbre cuando sugirió que los usuarios aún no comprenden por completo lo que está por venir. Sus palabras han sido interpretadas como una advertencia de que la IA podría evolucionar más rápido de lo que las regulaciones y el entendimiento público pueden manejar, lo que podría llevar a un desbalance significativo en términos de poder y control.

Si bien Schmidt expresó su optimismo sobre el potencial positivo de la IA, también subrayó la necesidad de que esta tecnología sea desarrollada y utilizada de manera responsable. La IA tiene el poder de transformar industrias y mejorar la vida de millones de personas, pero también conlleva riesgos considerables si no se maneja con cuidado. La creación de marcos regulatorios sólidos, la inversión en ética tecnológica y la educación pública sobre el uso de la IA son fundamentales para mitigar los peligros que plantea.

El futuro de la IA está en nuestras manos, y es crucial que los avances en esta área se realicen con una visión clara de las consecuencias a largo plazo. Schmidt enfatizó que la IA no es solo una herramienta más; es una tecnología que tiene el poder de alterar el equilibrio de poder en el mundo y, por lo tanto, debe ser tratada con la máxima precaución.

Las advertencias de Eric Schmidt sobre la IA no deben tomarse a la ligera. La aceleración del desarrollo de modelos de lenguaje y sistemas autónomos puede tener consecuencias profundas para la sociedad y la economía global. Aunque el potencial es inmenso, también lo son los riesgos. La clave para avanzar reside en un desarrollo tecnológico responsable, que considere no solo la innovación, sino también el bienestar de la humanidad.

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