El sector de la construcción es uno de los que más emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) genera a lo largo y ancho del planeta Tierra. No solo por la fabricación e implementación de diversos materiales que no son biodegradables como el concreto, el hierro y los ladrillos, sino porque gran parte de la basura generada no se puede recuperar.
Para emplear estos materiales es necesario un proceso de extracción y procesamiento de una importante cantidad de materias primas y recursos naturales, con los cuales elaborar nuevos materiales utilizados en las construcciones.
Según se estima, el 50% de los materiales utilizados por el sector de la construcción proceden de la corteza terrestre generando millones de toneladas de residuos tanto en la construcción como en la demolición de edificios. El sector de la Construcción es responsable de la mitad de los recursos naturales empleados, del 40% de la energía consumida (incluyendo la energía en uso) y del 50% del total de los residuos generados. De estos materiales, solo se recicla entre un 10% y 18%.
Hoy por hoy, el cemento más común utilizado en construcciones es el Portland, fabricado con piedra caliza de cantera que es necesario quemar por varias horas a altas temperaturas. Este proceso representa una gran parte de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) del material.
Se estima incluso, que es uno de los principales consumidores de materias primas ya que el 40% de lo que se extrae a nivel mundial se destina a la construcción de edificios. Para reducir estos números ya han empezado a aplicar la EC en el sector.
Por otra parte, la cantidad de residuos generados en una obra en construcción también es un gran aspecto negativo, ya que cerca del 35% de los descartes de las obras terminan en basurales a cielo abierto sin recibir los tratamientos necesarios para su postergación.
La Micofabricación, una alternativa sustentable
Frente a esta situación desafiante, diversos especialistas y referentes de la construcción han comenzado a trabajar en el desafío de emplear materiales de bajo impacto ambiental.
Philip Ross, un micólogo norteamericano es uno de estos especialistas que, junto a otros científicos se dedicaron a estudiar la capacidad de los hongos y experimentar su potencial en el uso de la construcción.
Si bien durante años solo se conoció la relación entre hongos y la comida, los recientes estudios han conseguido ir más allá en la profundidad del conocimiento de estas diversas cepas. La fructificación del hongo es lo que se conoce en fotos y restaurantes, sin embargo, la base de esto, conocida como “micelio”, es el factor que tiene la capacidad de transformar todo el sector de la construcción.
Este micelio o se puede cultivar y transformar en casi cualquier forma, ya sea en la naturaleza como en habitaciones de cultivo, y tiene una consistencia notable que lo hace más fuerte que la gran mayoría de los materiales empleados en la construcción incluso que el concreto. Además se trata de un material totalmente orgánico y compostable que ya se ha puesto en utilización experimental en ciudades como Nueva York, donde construyeron la reconocida Hy-Fi Mushroom Tower.
“Tiene el potencial de ser un sustituto de muchos plásticos derivados del petróleo. Con estas cosas es posible entrar en la producción de biomateriales. Por ejemplo, aquí en San Francisco (California) podríamos comenzar a producir muchos materiales locales utilizando este hongo y podríamos crear una especie de proyecto piloto”, expresó el experto en relación al tema.
Esta investigación experimental desembocó en lo que es reconocido como “micofabricación”, nombre que proviene del micelio empleado, convirtiéndose en una de las alternativas más eficientes a la hora de construir con materiales biodegradables.
En otras palabras, la micofabricación propone a construir materiales de construcción y tejido a base de hongos, específicamente del micelio, el conjunto de raíces de estos. Hay estudios que incluso indican que hay hongos capaces de descomponer plástico e incluso se han empezado a fabricar plásticos con diversos hongos.
Pero para entender mejor este proceso hay que ver cómo es la naturaleza de los hongos. Su capacidad de desarrollo les permite adherirse a cualquier superficie hueca donde sus hifas se reproducen de una manera similar a la que se expande el pegamento. Esto les da la posibilidad de tomar la forma que sea necesaria, un ladrillo por ejemplo en este caso.
Esto permite que, una vez que fructífera y se cosecha el fruto, es decir el hongo, el micelio seco queda duró como cemento con la forma del envase utilizado para su cultivo. Con la diferencia que, pese a ser un material duro, es fácilmente compostable.
De momento se trata de una iniciativa bastante nueva pero sin dudas una de las más prometedoras e innovadoras para cambiar la situación no solo del sector de la construcción, sino también del empleo de los plásticos no degradables, responsables de la mayoría de contaminantes del planeta.