Mucho se ha hablado durante los últimos años de la necesidad mundial de transicionar hacia un modelo sustentable. Está claro que este desafío no incluye solamente a los actores sociales y políticos como partes del juego, las empresas ocupan un rol fundamental en este objetivo.
Como principales transformadores de la materia prima, el destino que le dan a la misma debe replicar un modelo ambiental que no perjudique directamente al entorno que lo rodea. Conservar la flora y la fauna, pero también tener conciencia sobre la utilización de los recursos naturales no renovables es uno de los principales ejes a considerar.
Que las firmas entren dentro de este modelo y no solo regulen la extracción, sino también la no generación de plásticos de un solo uso o la utilización de combustibles alternativos en sus tareas cotidianas es algo que aún se encuentra lejos de la realidad, aunque el proceso de transición está iniciado.
Como venimos remarcando en Utopía Urbana, todo tipo de empresas, aunque con más visibilidad las más importantes del planeta, se encuentran en un claro proceso de adecuación de sus prácticas hacia estrategias sustentables y amigables con el medio ambiente. Las presiones a las que están expuestas, desde la necesidad de adaptarse a los nuevos requerimientos de mercado y regulatorios hasta la continua búsqueda de mejorar la reputación corporativa las llevan a readecuar sus modelos de negocio hacia una lógica sostenible y a exponer sus avances y compromisos asumidos en reportes de sustentabilidad.
Aquí en Utopía Urbana hemos repasado estrategias de sustentabilidad de empresas variadas como McDonalds, Samsung, Mercado Libre, hasta La Serenísima y Sancor Seguros, como ejemplos. Pero en esta ocasión nos interesa contar acerca del Sistema B, que permite otorgar la Certificación de Empresa B a aquellas organizaciones que realizan voluntariamente una evaluación integral de su gestión de triple impacto.
Sistema B: certificación por triple impacto
Como respuesta a esta problemática, algunas instituciones han empezado a dar ciertos incentivos para coordinar y acelerar la transición sustentable de las empresas. Uno de estos casos es el de Sistema B, una “organización sin fines de lucro que cree que los gobiernos, las organizaciones de la sociedad civil, los movimientos sociales, los ciudadanos y la responsabilidad social de los negocios, todos juntos, deben trabajar junto a las Empresas B y otros actores económicos en América Latina, para construir una nueva economía”, tal como explican en su página web.
Esta nueva economía, según expresan, representa un nuevo modelo capitalista tras el fracaso del sistema económico global que impulsa la sobreproducción generando una mala utilización y explotación de los recursos naturales. “Es necesario que los principales actores del mercado replanteen el modelo económico actual y evalúen la mejor manera de incorporar formas e instrumentos que reflejen las necesidades actuales de nuestra sociedad y el medio ambiente”, aseguraron.
En ese contexto, desde Sistema B buscan impulsar a las diversas empresas del mundo para que formen parte del sistema que les permite certificarse como Empresa B asumiendo un compromiso de mejora continua poniendo el foco en la sociedad y el medio ambiente. Se trata de una evaluación voluntaria e integral de las instituciones acerca de su gestión de triple impacto.
Las Empresas B se diferencian por tener un propósito de impacto claro y definido, y por redefinir el sentido del éxito de las empresas. Tal como afirma Alejo Cantón, presidente de Directorio de Sistema B Internacional, “al certificarse, las Empresas B asumen un compromiso de mejora continua y ponen su propósito empresarial social y/o ambiental en el centro de su modelo de negocio.
Miden y analizan las cinco áreas más relevantes de su empresa: Gobernanza, Trabajadores, Clientes, Comunidad y Medio Ambiente, con el fin de identificar su fortaleza y, también, posibles puntos de mejora y oportunidades para ser un agente de cambio en la economía. La certificación les ayuda a proteger su misión en el largo plazo y a utilizar la fuerza de mercado para dar soluciones a problemas sociales y ambientales, potenciando el triple impacto.
Para ello deben medir y analizar lo que denominan “las cinco áreas más relevantes de su empresa: Gobierno, Trabajadores, Clientes, Comunidad y Medio Ambiente” para así poder “identificar todos los posibles puntos de mejora y oportunidades para ser un agente de cambio en la economía, protegiendo la misión y potenciando el triple impacto”.
Esta certificación es brindada por B Lab, una entidad sin fines de lucro que se inicio en 2004 con sede en Estados Unidos que somete a todas las empresas a una evaluación integral anual de sustentabilidad para mantener vigente ese estricto certificado.
Estas empresas deben terminar este proceso de certificación y tener un propósito, que les motive a buscar un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente, el requisito legal que amplía el deber fiduciario de accionistas y gestores, la certificación y la interdependencia.
Desde la creación de Sistema B (representación del movimiento del B Lab en Latinoamérica) hace unos 10 años, ya se han certificado a unas 900 empresas en la región que, “demostraron altos estándares de gestión de sus impactos sociales y ambientales, y que se comprometen de forma personal, institucional y legal a trabajar para resolver las problemáticas más urgentes”.
“No hay futuro posible si no se cambian radicalmente los modos. Se vuelve imprescindible que los negocios, ya desde su misión y visión, tengan como prioridad atender las necesidades sociales y preservar el ambiente en el que se desarrollan y que resulte tanto o más importante que los beneficios económicos que persiguen”, explican desde la empresa.
En tanto, en el mundo Movimiento B está integrado por más de 5.200 Empresas B en más de 150 industrias, y con presencia en más de 80 países. La Empresa B más grande del mundo se encuentra en la región: la multinacional brasileña Natura & Co.
Por otra parte, lejos de lo que se esperaba, la región está ubicada en el tercer puesto del ranking de continentes con más empresas B certificadas por detrás de América del Norte y Europa.
Las estadísticas arrojadas por Sistema B indican que “de estas 900 empresas 26% son de Brasil, 24% de Chile y el 19% de Argentina. Analizando por sector, los que se destacan por tener más empresas certificadas son 19% servicios y 13% bienes manufacturados”. De esta manera, Sistema B busca impulsar un nuevo modelo empresarial que se base en el compromiso ambiental y social y permita obtener una expansión económica que no modifique o dañe el medio ambiente y a los que viven en él.