Hacia ciudades inteligentes,
sustentables e inclusivas.

Según lo expuesto en el documento “La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en el nuevo contexto mundial y regional” del organismo, una serie de diversos “problemas” o situaciones son los que en mayor o menor medida estancan e impiden la continuidad de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en Latinoamérica.

La necesidad de avanzar hacia un mundo más justo, sustentable e inclusivo es la vertiente propuesta por los principales organismos internacionales. Ellos velan por el desarrollo de un contexto que brinde posibilidades iguales para todos los países y personas. 

Para este fin se han elaborado distintos planes, destacándose la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que promueven una serie de políticas públicas para que los Estados, empresas y la sociedad civil puedan avanzar hacia un nuevo modelo de desarrollo capaz de eliminar la pobreza extrema, generar empleos de calidad, garantizar una vida sana y promover el bienestar de todos a todas las edades y enfrentar la crisis ambiental sin dejar a nadie atrás

Sin embargo, según lo expuesto por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), parte de la Organización de las Naciones Unidas “la gran heterogeneidad en el avance hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible pone en riesgo la integralidad de la Agenda 2030”. 

Esto lo determinaron en el documento La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en el nuevo contexto mundial y regional. Escenarios y proyecciones en la presente crisis”, donde han prestado especial interés en las principales tendencias económicas, sociales y ambientales en los contextos mundial y regional que inciden en la implementación de los ODS  y se ven reflejados en las tasas de desempleo, pobreza extrema y emisiones de gases de efecto invernadero. 

Desde el organismo han identificado una serie de diversos “problemas” o situaciones que son los que en mayor o menor medida estancan e impiden la continuidad de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en el mundo y, por sobre todo, en la región. La desigualdad económica, uno de los principales. 

En relación al sistema actual económico que rige al mundo- el capitalismo- el documento también se expidió al respecto y aseguró:  “Se consideraba que la desigualdad era el costo de una eventual prosperidad. Solo muy tarde se percibió que, sin la acción reguladora del Estado, la desigualdad y la inestabilidad de los mercados acabarían erosionando las bases de un sistema multilateral abierto”.

En otras palabras, pese a que las principales potencias explicaron que la desigualdad era “necesaria” para que los países con una mayor capacidad equilibraran el mundo, quedó en evidencia que ello  sólo trajo aparejado una creciente concentración de las riquezas y los recursos naturales

Es decir, mediante este poder económico, empresas norteamericanas y europeas principalmente se encargaron de explotar los recursos naturales de regiones como Latinoamérica con un impacto desmedido. Estas prácticas, además de explotar los recursos de continentes menos desarrollados por medio de actividades altamente contaminantes, no solamente afectaron significativamente las diversidades biológicas de la zona, sino que dificultaron el desarrollo y la implementación de las industrias nacionales. 

“El cambio más notable que se observa en la última década es que la versión neoliberal del multilateralismo dejó de ser una referencia a partir de la cual los actores nacionales e internacionales leen la economía política mundial y justifican sus acciones de política. El discurso y las miradas cambiaron. Ya no se pretende que en el mundo los mercados asignen recursos y definan ganadores, sino que los Estados intervengan activamente para definir liderazgos tecnológicos y cambiar las reglas del juego en favor de sus empresas, expresaron desde el documento de la CEPAL. 

Algo de esto se vio tras el Acuerdo de París, donde la Organización de las Naciones Unidas obligó a estos países potencia a elaborar diversos planes de acción y financiación para aquellos continentes que menos tienen. En parte para modificar el paradigma actual en el que se establece que la desigualdad es la forma, pero en parte también como compensación para el daño que le han generado a las economías incipientes. 

“El cambio del discurso podría resumirse del siguiente modo: el paradigma neoliberal, que argumenta que la paz sigue al comercio si los Estados no intervienen, perdió influencia frente al paradigma realista de las relaciones internacionales, que argumenta que las relaciones de poder son las que predominan en las relaciones internacionales y el comercio es un instrumento más en la lucha por fortalecer la posición de los países en el sistema internacional, sobre todo de los que disputan la hegemonía”, explicaron. 

En ese mismo sentido, si bien el capitalismo brutal ha sido expuesto por la desigualdad que siempre pregonaron para enriquecerse dejando devastadas las economías regionales en los países donde tuvieron una fuerte injerencia, desde la CEPAL indicaron: “La crisis del paradigma de la globalización neoliberal no significa que el multilateralismo, como marco institucional más adecuado para promover la paz y la cooperación entre los países, deba dejarse de lado

La globalización, en cierto modo, ha sido un sistema de opresión para aquellos países en desarrollo, que se vieron sometidos al poder político y económico de los grandes empresarios del mundo. Esto ha generado, por un lado el impulso económico de potencias como China e India -sin mencionar a los Estados Unidos- que han logrado sacar a su gente de la pobreza, pero por otro lado la devastadora crisis que azota regiones como África y América Latina. “A nivel nacional, ha significado un aumento de la desigualdad en la mayor parte de los países avanzados y en desarrollo”, aseguraron desde la CEPAL. 

Una visión a futuro… desalentadora en materia de ODS

El dinamismo de la economía mundial muestra una tendencia decreciente; el crecimiento del PIB mundial en la última década se encuentra muy por debajo del de la década previa a la crisis económica y financiera mundial (2,7% en el período 2011-2020, en comparación con un 3,4% en el período 1997-2006). En particular, el pasado año 2019 fue el de peor desempeño desde 2009, con una tasa de crecimiento económico mundial de solo un 2,5%. Para 2020 las perspectivas no eran mejores: antes de la crisis de la COVID-19 se proyectaba un crecimiento mundial similar.

Claro, que todo esto hay que verlo a través del cristal de la pandemia que ha profundizado esta crisis y agudizado algunas de las problemáticas citadas.

Esto ha llevado a que el mundo, ya sumergido en una desigualdad contrastante, con grandes problemas sociales y económicos que se ven trasladados al PBI que puede generar cada país, no pueda darle rienda suelta a la generación de nuevos empleos y productos en la medida de lo necesario. 

En este marco, la capacidad de invertir a largo plazo se ha visto afectada, como así también la posibilidad de impulsar proyectos que faciliten la llegada de los ODS a todos los países del mundo. Si no hay inversión no hay proyectos que permiten avanzar hacia la Agenda 2030, a su vez no hay trabajo ni capacidad de producir. Esto hace que la ruleta económica deje de girar en gran parte de los países del mundo y, por lo tanto, no se avanza hacia un mundo sostenible. 

La conclusión a la que se permite llegar la CEPAL, y que a su vez preocupa a todos los organismos ambientales del planeta, es que la crisis humana, económica y sanitaria que no tiene precedentes en el último siglo ha golpeado a las economías del mundo de manera brutal. Cabe destacar que si bien ya estaban debilitadas, el Covid 19 significó una profundización de estas crisis ampliando las brechas de desigualdad mundial. 

“Ante la incertidumbre sobre el alcance de la pandemia, las economías y las sociedades se cierran y paralizan. Los efectos de corto e, incluso, mediano plazo pueden ser devastadores. La región de América Latina y el Caribe enfrenta esta crisis en una situación de crecimiento económico insuficiente para reducir la pobreza y aumentar el empleo al ritmo que necesitan sus sociedades”, expresaron en el documento. Esto hace que, indirectamente, muchos de los objetivos expuestos para conseguir avanzar hacia un mundo más justo, integrado y sustentable, se han puestos en jaque y amenace su continuidad. Así lo han dado a entender desde la CEPAL, que aseguró: “La integralidad de la Agenda 2030 está en riesgo pues, mientras unas pocas metas se han logrado, muchas sólo podrían alcanzarse con marcadas intervenciones de política y otras parecen inalcanzables.La región debe acelerar sus esfuerzos en un decenio de acción y resultados y superar los modelos que debilitaron su capacidad de respuesta”, concluyeron.

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