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Conversamos con “Goga” Dodero, fundadora de La Sachetera, una organización dedicada a elaborar abrigos y otros productos con sachets para donar a gente en situación de calle.

“En La Sachetera abrazamos a quien lo necesita y nos movilizamos para que no haya más personas durmiendo en la calle, nadie merece eso”, dice Gabriela Dodero, a quien todos conocen como “Goga”, con su habitual empatía.

Goga es la cara visible de una organización que no para de expandirse y crecer en impacto desde su nacimiento en 2012: La Sachetera. 

Este proyecto, surgido a partir del deseo de ayudar a personas en situación de calle a través del reciclaje, es un gran ejemplo de la autogestión y la iniciativa ciudadana.

“El origen de La Sachetera fue un regalo que me hizo una amiga para un cumpleaños: un bolso muy bueno hecho con sachets. Eso fue un disparador muy grande porque yo soy vestuarista y lo pensé como un material posible para obras sin presupuesto”, cuenta Goga acerca de la semilla inicial, que luego fue cambiando en su cabeza.

Después de ese episodio inicial, Goga terminó de darle forma a su idea con un enfoque de ayuda social: “Una vez me fui de campamento 3 días y llovió bastante. Mientras estaba en la carpa me puse a pensar en las personas que viven en la calle y se me ocurrió hacer bolsas de dormir con sachets. Eso me quedó en la cabeza”.

Y esa vocación social que despertó en Goga ese día se transformaría a la acción tiempo después, cuando decidió sacar dos sachets de la basura, lavarlos y cocerlos para probar su resistencia y su utilidad frente al frío. La impresión positiva que sacó como conclusión de esa prueba fue lo que la impulsó a movilizarse y creer en su idea.

“Ahí empecé a creer que este proyecto era posible. Por eso fui a la escuela de mis hijos a pedir sachets de leche a los alumnos. Después de recibir los primeros sachets comencé a proyectar a futuro, me di cuenta que esto se podría replicar fácilmente en muchos hogares, enseñando a la gente a coser y generando una red”, describe Goga, que a partir de ese día inaugural vio cómo su proyecto creció rápidamente.

Las primeras reuniones de voluntarios fueron organizadas en su casa y cada vez más gente asistía, incluso personas que ella no conocía y que se interesaban en su propuesta. Por eso su casa fue quedando chica para el incesante número de voluntarios, que replicaban su idea en otros círculos y nutrían cada vez más al equipo de La Sachetera. 

Allí fue cuando comenzaron a formarse otros grupos y a extenderse el proyecto a otras ciudades. Hoy en día La Sachetera trabaja con equipos propios en Zona Norte de Buenos Aires, que es el grupo madre, también en 3 de Febrero, Merlo, La Plata, Tandil, Balcarce y está comenzando en todo Santa Fe a través de Cáritas. Incluso se replica en el establecimiento penal de General San Martín. Además tiene equipo fuera de Argentina, cómo es el localizado en Montevideo (Uruguay).

“La idea original de La Sachetera es la reutilización de los sachets para fines solidarios, es completamente voluntario y todo lo que producimos se dona”, explica Goga, que lo define como “una gran cadena de mujeres voluntarias que coordinamos bastantes grupos” y que creció como “en unidades pequeñas y como un semillero”.

Respecto a la proporción de género de la organización, que cuenta con muchas más mujeres que varones y en donde las coordinadoras de los diferentes equipos son todas mujeres, Goga afirma que “se dio así de manera natural y ahora ya quedó estipulado que tienen que ser mujeres”. Y agrega: “Siempre me llamó la atención que las que toman acción y se interesan en el proyecto son mayoritariamente mujeres y no tengo explicación. En general son mujeres voluntarias en varios proyectos, que tienen familia y trabajo, mucha energía”.

Muchas de estas mujeres, a pesar de ser madres y trabajadoras, dedican su valioso tiempo y su inagotable energía a este proyecto que las une a la distancia. 

“Tenemos un grupo de WhatsApp con todas las coordinadoras de proyectos, donde cada aporta ideas o consulta dudas, probamos diseños y subimos mejoras, vamos creciendo en grupo”, cuenta Goga a propósito del vínculo entre estas lideresas que se encuentran esporádicamente en los encuentros que organizan entre todas. 

¿Qué productos elaboran con los sachets?

Primero hicimos la bolsa sachetera, que es como una bolsa de dormir realizada con sachets. Después los aislantes simples y los aislantes dobles de 2 m. x 2 m. 

Hacemos también ponchos con capuchas para gente en situación de calle y para chicos que viven en poblaciones rurales. El poncho aísla de la humedad, del frío y de la nieve, funciona como un rompevientos y es fantástico realmente.

Además hacemos juegos y libritos con los que colaboramos con hospitales, con hogares y maternidades en temporada de verano.

¿Cómo interactúan con instituciones, gobiernos, ONGs y empresas?

Con las escuelas rurales, por ejemplo, nos comunicamos con padrinos o asociaciones que hacen de intermediarios. Este año, a través de una organización que se llama Padrinos Rurales, hicimos una donación de ponchos a una escuela de Jujuy.

A veces las maestras de escuelas se acercan a nuestros encuentros o nosotros vamos a dar charlas y así les podemos mostrar qué puede hacer el colegio para involucrarse un poco más en nuestro proyecto, cómo cambiar su mirada y que su acción vaya más allá de la recolección de sachets. Los colegios deberían educar sobre el reciclado y otras cuestiones ambientales, generar conciencia en los alumnos.

Durante la pandemia armamos una campaña con la ayuda del Consejo Publicitario Argentino que se llama «El Otro Frío», donde articulamos con Fundación Espartanos y Caminos Solidarios Argentinos. Todos en ese momento no podíamos hacer nuestro trabajo por el aislamiento.

“No es tan necesario que algo esté industrializado para darle un segundo uso”

Como parte de la campaña se organizó una recolección de sachets masiva y tuvimos apoyo de empresas que donaron logística, selladoras y máquinas de coser. Nosotros le pasamos toda nuestra experiencia a Espartanos, que produjeron los abrigos, y Caminos Solidarios los repartió. Hoy en día la campaña sigue y ya se produjeron 2 mil aislantes hasta ahora.

Este proyecto para mi es ideal. Fue una campaña espectacular donde crecimos mucho porque hizo que la idea orgánicamente se acomodara en un momento muy complicado y las empresas vieron que no es tan necesario que algo esté industrializado para darle un segundo uso.

¿Qué expectativas tienen con el proyecto? ¿Cómo esperan seguir creciendo?

A futuro nuestra idea es seguir formando grupos nuevos, seguir armando campañas a través de los colegios y redes solidarias, que son super importantes.

Me parece que está muy bueno generar campañas con otras organizaciones. El camino es ese, unirse con otros para armar mensajes claros y concisos y dar oportunidades laborales con materiales reciclados a las personas.

“El camino es unirse con otros para armar mensajes claros y concisos”

Estamos muy abiertas a lo que nos pongan en el camino, a seguir escuchando. A mi me encantaría que el sachet como material desaparezca y vuelvan las botellas de vidrio que son infinitamente reciclables, aunque es medio utópico.

La parte de biomateriales también es super interesante y es posible abrir caminos por ese lado dentro del proyecto.

¿Cómo analizas el avance del reciclaje en Argentina y la conciencia colectiva que se necesita para transformar los hábitos?

Yo estoy muy incentivada porque creo que en los últimos años creció muchísimo el reciclaje y hay más conciencia en las personas. Más allá de que ahora todo es «eco» o sustentable por moda, bienvenido sea aunque parezca un poco frívolo. Es importante que empiece a resonar.

Además, para que siga avanzando el reciclaje, es determinante que articulen varias partes como en la campaña «El Otro Frío». Cuando nosotros arrancamos, el polietileno no se reciclaba y cantidades industriales iban a parar al CEAMSE. Tengo esperanza de que la tierra no tenga la capa de plástico que la envuelve.

 “Cuando te das cuenta que todo comienza en tu casa con lo que vos consumís, el cambio es muy profundo”

Hay un montón de mejoras que van a llevar tiempo, como las ciclovías o los sistemas de reciclaje eficientes. Pero cuando la gente sepa qué pasa con las cosas que reciclamos, cómo funcionan los puntos verdes y cómo se transforman las vidas de las personas que trabajan en las cooperativas de reciclaje, la sociedad va a volverse cada vez más activa y va a querer mejorar su vida también. Cuando te das cuenta que todo comienza en tu casa con lo que vos consumís, el cambio es muy profundo.

En esto las escuelas tienen muchísimo que ver y me alegra que comiencen a ponerlo sobre la mesa, porque a veces son los chicos los que, con pequeñas palabritas, van insistiendo en que cambiemos nuestros hábitos. Yo creo mucho en esos pequeños gestos. Tenemos que parar la pelota y construir desde casa y activamente un mundo mejor.

En síntesis

La Sachetera

  • Año de inicio: 2012.
  • Misión: luchar por un mundo amigable con el ambiente y sin desigualdad social
  • Principales acciones:  reutilización de los sachets para fines solidarios con la elaboración de abrigos y otros productos. Campañas de conciencia y educación  ambiental.
  • Impacto: Desarrollo de bolsas sacheteras, ponchos con capuchas, juegos y libritos a partir de reciclaje de sachets. Cómo ejemplo más de 2 mil aislantes producidos en campaña “El Otro Frío”.
  • ¿Cómo ayudar? Donar selladoras y participar en los encuentros de voluntarios para elaborar productos.

Medios de contacto

Instagram: @lasachetera

Facebook: La Sachetera

Twitter: @LaSacheteraLP

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