Con el objetivo de lograr descarbonizar lo antes posible en el centro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se han empezado a realizar investigaciones destinadas a la electrificación del sistema de colectivos local. La intención es implementar una serie de coches eléctricos que permita a la ciudad disponer de un flujo eléctrico para reducir las emisiones.
Esta iniciativa se da en el marco del LAIF, un instrumento para Inversiones en América Latina que promueve la movilización de fondos de las instituciones financieras europeas y regionales, de los gobiernos y del sector privado para llevar a cabo proyectos de desarrollo sostenible en América Latina. En este caso el foco será sobre Ciudades y Cambio Climático, una medida impulsada por la Unión Europea e implementada en la región por el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF). Dicho organismo llevó a cabo un estudio que propone implementar, en 3 fases antes de 2050, la llegada de buses eléctricos a las calles de la ciudad.
El ambicioso proyecto propone en la primera etapa, renovar unos 300 colectivos antes de 2025, lo que se traduciría en unos 50 millones de viajes anuales reduciendo 9 mil toneladas de CO2 por año.
En tanto, la segunda fase de la implementación se replicará la iniciativa nada más que con unos 900 colectivos nuevos para el 2035 y así lograr cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en la región.
La fase que completaría este ciclo sería la tercera, equivalente a la renovación de 1800 unidades eléctricas para el 2050, lo que significaría completar la totalidad de la flota porteña para un correcto funcionamiento eléctrico.
Beneficios paralelos de la electromovilidad
A su vez se espera que la electromovilidad de la región y ciudades aledañas se vean impulsadas y fomentadas por la llegada de este ejemplo a la ciudad más importante del país.
Los números permiten establecer que se reducirá la emisión de 70 mil toneladas de CO2 anuales, lo que representaría 300 millones de viajes eléctricos en pos de lograr la neutralidad de carbono para el 2050.
Sin embargo, no es tan simple como solo traer los colectivos a la ciudad, sino que implicaría otras acciones complementarias en varios aspectos. Por un lado, es necesario hacer un estudio de mercado que permita establecer un proceso de electrificación. Eso incluye la capacitación a técnicos, algo similar a lo que ocurre en Uruguay, donde se implementó la primera tecnicatura en movilidad eléctrica.
Además, también se requiere construir la infraestructura que permita proporcionar talleres, estaciones de carga y garajes para las nuevas flotas eléctricas. Además, hay una serie de criterios económicos, técnicos, ambientales y sociales, que permiten identificar los vehículos y las líneas buses que harán parte de cada fases de renovación.
El estudio de prefactibilidad se realizó en 3 etapas. La primera etapa del estudio consistió en realizar un análisis de situación, una definición de indicadores y la identificación de oportunidades en la renovación de la flota.
Según el estudio del CAF, la implementación de la electromovilidad al transporte público no solamente implica retos en relación a la descarbonización, sino también diversas oportunidades económicas, institucionales, normativas y ambientales.
De esta manera esperan que desde el gobierno porteño, en consonancia con el nacional, se establezcan distintas medidas que favorezcan la electromovilidad. Por un lado, por ejemplo, las multas a aquellos que sigan utilizando este tipo de movilidad, o la sanción de la nueva ley de electromovilidad argentina. Ejemplos de esto son la nueva ley bonaerense y el proyecto nacional que se encuentra en el Senado.
Para ello deben ver qué infraestructura es necesaria para soportar esta cantidad de vehículos eléctricos y esperan que mejore la calidad del aire considerablemente reduciendo la cantidad de Gases de Efecto Invernadero (GEI) disponibles en la atmósfera.
Asimismo, se estudiaron las metas y compromisos planteados en electromovilidad en otras ciudades de Latinoamérica, prestando especial atención a aquellas que presentan mayores tasas de renovación de flota como Bogotá (Colombia), con 297 vehículos renovados al año; San José (Costa Rica), con 156 vehículos al año; Medellín (Colombia), con 134, o Santiago (Chile), con 83.
De esta manera se cumple con lo prometido por la Comisión Europea tras la COP26, donde quedó en evidencia la necesidad de inversiones extranjeras en el continente latinoamericano para lograr reducir la brecha económica que hay en relación a Europa o Norteamérica. ¿Te imaginás una flota eléctrica en la ciudad?