Cientos de ciudades españolas se han visto obligadas a reducir las emisiones de sus zonas céntricas tras la nueva Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que pone como principal objetivo en el país la implementación de Zonas de Bajas Emisiones (ZBE).
El proceso no es tan simple, ya que para convertir la movilidad actual basada en motores diesel es necesaria una conversión hacia una más sostenible y eléctrica y no es algo que se pueda hacer de la noche a la mañana.
Lo que sí es urgente es la necesidad de los centros con más tráfico en el mundo de reducir las emisiones que llenan su cielo y por lo tanto su aire de smog. Por esta misma razón, diversas compañías han elaborado sistemas de monitorización de la combustión para lograr dispersarla sin que se congestione en el aire.
Con el aval de los distintos gobiernos, las empresas desarrollaron un sistema de monitoreo capaz de ser aplicado en las condiciones del exterior y de soportar múltiples comunicaciones de datos que corroboren la calidad del aire ambiental.
Esto, en conjunto con las medidas de restricción de los distintos ayuntamientos a los vehículos en los centros urbanos, terminan siendo un plan gubernamental para la implementación de las ZBE.
El objetivo es que, para mediados de 2023, reduzcan considerablemente las emisiones en los principales centros urbanos del mundo para entrar dentro de los parámetros saludables explicitados por la Organización Mundial de la Salud.
Por eso mismo ya han iniciado con la distribución de los sensores en puntos estratégicos para medir los contaminantes establecidos por la normativa, además de la velocidad y dirección del viento, temperatura, humedad relativa, presión, radiación y precipitación.
Este sistema necesita de los equipos necesarios para la implementación de Zonas de Bajas Emisiones. Así, ayuda a las administraciones adaptándose a sus necesidades para conseguir ciudades libres de contaminantes mediante la implementación de la tecnología al servicio de la humanidad.
Estos sensores ofrecen la posibilidad de visualizar los datos y combinarlos con los distintos dispositivos de medición para vigilar la calidad del aire, los parámetros meteorológicos, detectar posibles desastres como inundaciones y alertarlas a la ciudadanía. Pero, por otro lado, también son capaces de identificar las fuentes de contaminación para actuar y mejorar la salud ambiental.
La importancia además, es que permite a los gobiernos establecer distintas prácticas y políticas para fomentar la dispersión del aire y organizar rutas a los vehículos con motor diésel de forma que se distribuyan son aglomeraciones de tráfico.