En la encrucijada entre la valoración cultural y la cruda realidad de la apropiación territorial, las comunidades indígenas en Argentina se encuentran en un dilema exacerbado por la expansión desenfrenada del sector inmobiliario. Este fenómeno, que ha tomado dimensiones alarmantes en los últimos años, plantea preguntas inquietantes sobre la relación entre el desarrollo urbano y la preservación de las culturas originarias.
Para poder abordar esta perspectiva desde una mirada integral, tendremos en consideración la obra y palabra de Cristina Oehmichen-Bazán, doctora en Antropología por la Universidad Nacional Autónoma de México. Se partirá de la base del informe sobre «La valoración de las culturas indígenas en el mercado turístico: ¿apropiación, despojo o resignificación?» donde la especialista arroja luz sobre la compleja interacción entre el turismo y la valorización cultural de las comunidades indígenas.
El turismo, al transformar las tradiciones en productos turísticos, puede generar un reconocimiento superficial, pero ¿realmente se traduce este reconocimiento en un respeto genuino en la vida cotidiana?
En el caso de Argentina, si bien esta actividad ha impulsado a los pueblos indígenas a proteger sus tierras y recursos culturales, llevándolos a crear proyectos turísticos propios o buscar empleo en la industria turística, este paradigma coexiste con una realidad mucho más sombría: el despojo de tierras por parte del sector inmobiliario.
Durante el año 2020, numerosas comunidades fueron desalojadas en flagrante violación de la normativa federal que suspendió los desalojos de comunidades indígenas.
GREENWASHING INMOBILIARIO
Si bien se han escondido en el lema de la sustentabilidad aprendiendo el discurso necesario para vender una imagen sustentable, estos megaproyectos suelen ser más que violentos con el entorno.
En el norte argentino, en provincias como Salta, Tucumán, Jujuy, Chaco y Santa Fe, se presenció un aumento alarmante de desalojos. La comunidad guaraní Cheru Tumpa, en Colonia Santa Rosa, Salta, fue desalojada con violencia, dejando a noventa familias sin hogar. En Palpalá, Jujuy, la comunidad indígena de Tusca Pacha fue desalojada por la policía, en un operativo que dejó viviendas destrozadas y miembros de la comunidad heridos, incluyendo a un niño inocente.
En el sur del país, la fuerza del poder económico internacional se ha manifestado en la adquisición de vastas extensiones de la Patagonia para fines diversos hasta la construcción de imponentes centros de esquí, mientras que las costas de los lagos son despojadas por estancias pertenecientes a magnates del sector inmobiliario, como el caso notorio del inglés Joe Lewis, quien se adueñó del único acceso público al Lago Escondido, dejando a los habitantes locales sin su conexión ancestral con ese cuerpo de agua.
Este proceso sistemático sobre comunidades indígenas contradice la narrativa del reconocimiento cultural promovida por el turismo. En lugar de beneficiar a estas comunidades, el sector inmobiliario, respaldado por intereses internacionales, perpetúa una lucha desigual, desafiando la misma esencia de la diversidad cultural y la coexistencia pacífica. Es imperativo que la sociedad y las autoridades reflexionen sobre estos conflictos y busquen soluciones que respeten los derechos de las comunidades indígenas y preserven su patrimonio cultural ancestral.
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