Hacia ciudades inteligentes,
sustentables e inclusivas.

La conferencia internacional puso en evidencia la necesidad de tomar cartas en el asunto del cambio climático. Sin embargo, pese a las idas y vueltas para ponerse de acuerdo, finalmente se creó el Pacto Climático de Glasgow.

Finalizó la COP 26 y los principales actores y dirigentes de los gobiernos del mundo regresaron a sus países. Algunos volvieron con sonrisas en sus rostros, mientras que otros con las manos un tanto vacías. Sin embargo, todos allí firmaron el Pacto Climático de Glasgow, nombre que se le dio a las decisiones finales de la conferencia. 

Dentro de este pacto se destaca la necesidad de contribuir al avance de la ciencia climática, de hecho, según expresa el propio texto: “Destaca la urgencia de mejorar la ambición y la acción en relación con la mitigación, la adaptación y las finanzas en esta década crítica para abordar las brechas en la implementación de los objetivos del acuerdo de París”. 

Claro, es que si a las medidas establecidas en la capital francesa fue difícil ponerlas en marcha antes de la pandemia, mucho más se complejizócon las cuarentenas totales que azotaron al mundo por más de un año y medio. 

Por esta razón, uno de los principales motivos por los que se veló en Glasgow, y que hasta quedó establecido en el documento, es que a fines de 2022 los países presenten “compromisos de reducción de emisiones de sus NDCs alineados con el objetivo de calentamiento del Acuerdo de París, establecido en 1,5°”. 

Sin embargo, hay dos fundamentales problemas para lograr este número. Por un lado la crisis emergente post pandemia que retrasa la -ya difícil- tarea de establecer medidas que reduzcan la combustión y la emisión de carbono. Por el otro lado, se suma al egoísmo de las principales potencias productoras de combustibles fósiles. 

De hecho, pese a lo firmado en el acuerdo de París, las emisiones de carbono aumentaron casi en un doble en los últimos años. Es que hay países como India y Estados Unidos que se rehúsan a respetar esto, o al menos a aprovecharlo hasta el último momento. 

Fue en ese mismo sentido que el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, fue crítico y anunció: “No nos hagamos ilusiones. Si los compromisos se quedan cortos al final de esta COP, los países deben revisar sus planes y políticas climáticas nacionales (NDCs) todos los años, no cada cinco. Se tiene que lograr un acuerdo para poder limitar el calentamiento debajo del 1,5°C hasta que se dejen de subsidiar combustibles fósiles, hasta que haya un precio del carbón”. 

Seguramente Guterres estuvo mirando de reojo a algunos que otros dirigentes al momento de su discurso, aunque cuesta creer que su intención no haya sido levantar polvo con sus palabras. Es que, hoy por hoy, las predicciones ponen todo en un escenario de entre 1,8°C y 2,4°, bastante lejos de lo establecido. 

COP y combustibles fósiles

Toda esta situación llevó a que se hable de combustibles fósiles en el borrador del Pacto de Glasgow, de hecho dejaron escrito que «se exhorta a las Partes a acelerar la eliminación progresiva del carbón y los subsidios a los combustibles fósiles». 

Claro, es que desde la revolución industrial hasta ahora, el vigente modelo de producción se ha expandido hasta copar los polos industriales más importantes. 

Sin embargo, todo parece indicar que finalmente, pese a quien le pese y frente al descontento de los principales productores de combustibles fósiles, se empezó a socavar la recta final del consumo de hidrocarburos. Esta vez, fue el turno del carbón. 

De hecho, según se acordó, tras el pedido de India y Estados Unidos, entre otros, se utilizará el carbón hasta su extinción. Es decir, reducir la producción hasta que se agoten las reservas. Es que claro, sería difícil de imaginar que quienes sostienen la producción industrial siguiendo la lógica actualdigan que no quieren utilizar sus reservas, ¿No?

«Exhorta a las Partes a que aceleren el desarrollo, despliegue y difusión de tecnologías, y la adopción de políticas, para hacer la transición hacia sistemas energéticos bajos en emisiones, incluyendo la ampliación rápida del despliegue de generación de energía limpia y medidas de eficiencia energética, incluyendo la aceleración de los esfuerzos hacia la reducción gradual de la energía de carbón y la eliminación progresiva de los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles, al tiempo que se brinda apoyo específico a los más pobres y vulnerables de acuerdo con las circunstancias nacionales y se reconoce la necesidad de apoyo hacia una transición justa», es lo que indica el texto del pacto. 

Artículo 6, finalmente

La deuda principal del Acuerdo de París, era la imposibilidad de llegar a un acuerdo por todas las partes en el articulo 6, en relación a la reglamentación para el mercado y no mercado. Ahora, después devarios días de tensiones, los países llegaron a un acuerdo que establece nuevas reglas para el mercado de carbono, logrando así el objetivo de conseguir un “libro de reglas del acuerdo”. 

Finalmente, en relación a este punto, se logró establecer un mecanismo de comercio de carbono centralizado y supervisado por un organismo “designado por la Conferencia de las Partes”, es decir, seguramente la ONU. 

Allí se deliberó además, que las transacciones que formen parte de este esquema deberán pagar un impuesto para cubrir los costos de administración en pos del apoyo necesario para los países con menor desarrollo en ese sentido y por lo tanto más vulnerables y dependientes en el camino de la descarbonización. 

Finalmente, lo que se decidió, es que las transacciones conducidas a través del mecanismo de supervisión centralizado deberán abonar un impuesto de una tasa del 5%. 

Los que dentro de este acuerdo aún no festejan del todo, son los países latinoamericanos, que aún esperan el financiamiento de 100 mil millones de dólares que habían sido prometidos para lograr la descarbonización y la transición en el continente. 

El que lo lamentó, fue Osver Polo, miembro del Movimiento Ciudadano frente al cambio climático de Perú, que recordó: “el financiamiento climático para los países del sur, para que puedan implementar sus planes de adaptación y de mitigación, aún sigue siendo una promesa incumplida”. 

¿Será la solución? Aún es muy pronto para saberlo. Lo cierto es que, tras varias idas y vueltas, la redacción del artículo 6, pendiente desde París, significó para todos un avance en la descarbonización. Seguramente habrá que hacer ajustes para que aquellos países o continentes que quedaron un poco relegados o perjudicados puedan tener una mejor transición sustentable.

tienes que ser suscriptor para comentar