La necesidad mundial de controlar el calentamiento global acordada en París y reiterada en Glasgow, establece el límite de 1,5° de aumento anual. Por esta misma razón, las principales industrias mundiales comenzaron a establecer pruebas piloto en sus actividades. Esta vez, en una coparticipación entre alemanes y británicos, buscan comprobar si la utilización de letrinas para las vacas en los campos de pastoreo ayuda a reducir la generación de gases de efecto invernadero.
Esto, según los especialistas, se debe a que, al hacer sus necesidades al aire libre se genera una acumulación y propagación de residuos que puede contaminar el suelo y, por contaminación de las napas, también a los flujos fluviales de la región. Muchas veces, por otro lado, los agrotóxicos utilizados en el riego de los cereales y pastos ingeridos por las vacas muchas veces ayudan al desarrollo de esta contaminación.
El principal contaminante que se da en esta ocasión, es el famoso amoniaco que se encuentra presente en los desechos del ganado vacuno. Este, junto al metano conforman el combo de gases contaminantes para la atmósfera. Sin embargo, el principal problema está cuando el primero se filtra en el suelo, ya que los microorganismos presentes en el ecosistema lo convierte químicamente en óxido nitroso, nada más y nada menos que el tercer gas productor del efecto invernadero, sólo después del metano y el dióxido de carbono.
La agricultura y la ganadería, en este caso, son los principales contaminantes de estos gases, ya que se encuentran presentes en fertilizantes y agrotóxicos utilizados. Es por esta razón, que también, los principales laboratorios del mundo-y también de Argentina, más que nada Río Negro y el Alto Valle- empiezan a introducir el hidrógeno verde en la realización de estos mismos. Pero eso se trata de una historia aparte.
Lo importante en esta nota es que científicos británicos y alemanes demostraron que, en contra de lo que comúnmente se cree de estos animales, las vacas pueden ser entrenadas para utilizar letrinas fáciles de limpiar donde se pueden recoger y tratar sus desechos.
De hecho, hasta ya tiene un nombre. Lo han denominado entrenamiento MooLoo y es un trabajo conjunto entre los científicos del FBN, FLI de Alemania y la Universidad de Auckland, en Nueva Zelanda. Básicamente se rigen en un sistema de premios para acostumbrar a los animales a utilizar los baños vacunos.
Para ello, no solo los felicitan cuando siguen las instrucciones, sino que los castigan en los momentos que no lo hacen, para que los terneros tengan la costumbre de sentir una mala experiencia al orinar fuera de la letrina. “Como castigo, primero utilizamos unos auriculares en el oído y produjimos un sonido muy desagradable cada vez que orinaban fuera -explica Langbein-. Pensamos que esto castigaría a los animales, no de forma demasiado agresiva, pero no les importaba. Al final, un chorrito de agua funcionó bien como disuasión suave”, explicó a la revista Current Biology, Jan Langbein, psicólogo animal del Instituto de Investigación de Biología de Animales de Granja (FBN) en Alemania y coautor de MooLoo.
Los avances fueron notables, ya que en solo un par de semanas entrenaron a casi el 80% de las vacas del equipo -11 de 16-. Los niveles demostraron que los terneros aprenden más rápido a orinar en el baño incluso antes que un niño pequeño.
“Después de diez, quince, veinte años de investigación con el ganado, sabemos que los animales tienen una personalidad, y manejan las cosas de forma diferente. No son todos iguales”, añadió.
Sin dudas, la necesidad de reducir los gases de efecto invernadero y la crisis climática del mundo, ha invitado a especialistas, fábricas, industrias y dirigentes, que es menester revisar todas las prácticas, desde las más cotidianas a las menos usuales.