Entre 2018 y 2020 el gobierno japonés tomó una serie de medidas para combatir el número de personas viviendo en situación de calle en sus ciudades, debido al fuerte incremento de esta problemática en sus ciudades por distintas crisis económicas en los últimos 30 años.
En este año, el porcentaje de ciudadanos sin techo en el país asiático descendió un 12%, pasando de 4.555 a 3.992 personas. Con una población total de más de 125 millones, esta reducción deja en total apenas un 0,03 % de los japoneses viviendo en las calles.
Japón y Argentina son dos países completamente distintos en lo que respecta a lo social, cultural y -sobre todo- económico. En Argentina el porcentaje de gente viviendo en la calle es mucho más elevado que en Japón, incluso siendo que la población total del país sudamericano es mucho menor a la del asiático.
Las ciudades japonesas se encuentran en mejores condiciones para luchar contra la indigencia que las argentinas, ya que este país es potencia mundial y, por ende, cuenta con más presupuesto en su cartera económica para destinar a este tipo de asuntos.
Aun así, es interesante tomar el ejemplo de otros países en los que se ha podido amedrentar este tipo de problemáticas, para intentar encontrar políticas públicas que puedan extrapolarse a países de esta región con menos recursos económicos.
Algunas de las medidas que tomó Japón ante esta problemática
En un principio, se debe destacar que en este país asiatico está prohibido pedir limosna. Por lo que esta actividad, bastante frecuente en espacios o transportes públicos en Argentina, no es una opción para las personas sin hogar japonesas, ya que puede traerles consecuencias penales.
Dejando de lado este marco legal y el prejuicio de gran parte de la sociedad japonesa hacia las personas sin techo, las autoridades pusieron en marcha una serie de leyes y programas en pos de apoyar a las personas que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad.
Entre las iniciativas que impulsaron se destacan los cursos de formación en oficios, incentivos para que empresas y negocios que los contraten y subvenciones destinadas al alquiler de viviendas. Estas medidas se suman a las viandas de alimentos que el Estado les brinda a las personas sin hogar.
Aunque los números oficiales muestran un rotundo triunfo por parte de la gestión del Gobierno en lo que refiere a esta problemática, recibieron críticas de parte de ONGs locales especializadas en el tema. Estas organizaciones afirmaron que algunas de las medidas que se llevaban a cabo para sacar a la gente de la calle en las grandes ciudades son “inhumanas”.
Entre otras críticas, las asociaciones civiles destacan el uso de mobiliario urbano hostil, ideado para que personas en situación de calle no puedan sentarse o dormir en espacios públicos. Este tipo de amueblamiento también se puede encontrar en algunas urbes de Argentina, como La Plata y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).
El efecto de la pandemia en las personas sin techo de las ciudades japonesas y su comparación con el caso de la Ciudad de Buenos Aires
Otro de los factores que contribuyó a la implementación de estas medidas y al descenso del porcentaje de personas en situación de vulnerabilidad -además de los programas asistenciales que ya estaban siendo aplicados por el gobierno- fueron los confinamientos obligatorios decretados a partir de la pandemia por el COVID-19 en Japón.
Tal como indicó ayer este medio -en una nota sobre el incremento del número de personas que viven en las calles de la CABA-, los “paradores” son los lugares en los que las personas sin techo pueden alimentarse, bañarse y dormir en la capital de la República Argentina. En las ciudades de Japón, sin embargo, este rol lo cumplen los cibercafés. En estos lugares no solo se brinda acceso a internet y videojuegos, sino que es aquí donde las personas que no tienen hogar y deambulan por grandes urbes -como Tokio, Osaka o Kioto- pueden alimentarse e incluso bañarse.
Lamentablemente, este rubro se vio muy afectado por las restricciones sanitarias impuestas por las autoridades del país, como consecuencia de la pandemia por el COVID-19 que afecta a todo el mundo. Debido a esto, las personas sin techo ya no disponían de un lugar fundamental para poder vivir con cierto grado de confort.
Ante esta problemática, las autoridades de Tokio -la ciudad en la que se encuentra la mayor cantidad de personas sin hogar de este país- les ofrecieron a los personas sin hogar alojamiento en los hoteles, que se encontraban vacíos por la suspensión total de la actividad turística.
Esta política pública fue copiada en otras localidades, como Saitama, donde también habilitaron edificios municipales (como polideportivos) para recibir a ciudadanos desamparados que no tenían donde realizar sus cuarentenas.

En la Ciudad de Buenos Aires, el censo a personas en situación de calle realizado este año también fue duramente criticado por parte de un grupo de ONGs especializadas en esta problemática. Esto se debe a que no se tuvo en cuenta a las personas que se encontraban en los paradores en el horario en el que el operativo fue llevado a cabo. Tampoco se contabilizó a las que buscan refugio en lugares cerrados y apartados de la ciudad para no pasar frío.
Según las asociaciones, estas omisiones llevaron a que el resultado oficial fuera de 2.500 personas en situación de calle. Las organizaciones civiles afirmaron que este número “no reflejaba la realidad” y que, según sus estudios de campo, para llegar a un resultado más acorde con los hechos se debía multiplicar esa cifra por tres. Esto elevaría el número oficial a un total de 7.500 personas sin techo viviendo en las calles de la CABA, un monto más acorde a la postal que ven todos los días las personas que viven o circulan por dicha ciudad.