La Amazonía, el pulmón verde del planeta, enfrenta una amenaza sin precedentes que puede cambiar el mundo tal y como lo conocemos. De hecho, si no se empieza a modificar esta situación, para 2050 el mundo quedaría sumergido en una gravísima crisis ambiental de la que no sería tan simple volver.
Esto lo determinó la Revista Nature en un estudio realizado por diversos especialistas y profesionales del mundo ambiental. Este análisis sugiere que el sistema forestal amazónico podría llegar a un punto de inflexión, desencadenando un colapso a gran escala debido a una combinación de factores como el calentamiento global, sequías extremas, deforestación e incendios.
Durante 65 millones de años, la selva amazónica se mantuvo resiliente, pero ahora, según una investigación de esta prestigiosa revista está expuesta a tensiones que podrían alterar irreversiblemente su ecosistema. Es necesario considerar que se trata del bosque tropical más extenso y biodiverso del mundo.
Con sus 7 millones de kilómetros cuadrados que abarcan 8 países y albergan a más de 40 millones de personas, la Amazonía no solo es esencial para la biodiversidad global, sino que también desempeña un papel crucial en la regulación climática del planeta.
«Las perturbaciones graves son cada vez más comunes en el núcleo del Amazonas. Y si estas perturbaciones actúan en sinergia, podemos observar transiciones inesperadas en los ecosistemas en áreas previamente consideradas resilientes, como los bosques húmedos de la Amazonía occidental y central», expresó el autor principal del estudio, Bernardo Flores, de la Universidad de Santa Catarina.
El estudio advierte que las tensiones recientes, marcadas por el aumento de temperaturas, sequías, deforestación e incendios, están debilitando los mecanismos naturales de resiliencia del Amazonas. Los investigadores identificaron 5 factores críticos, como el calentamiento global y la deforestación acumulada, que podrían llevar al bosque a un punto de inflexión. Se estima que entre el 10% y el 47% de la Amazonía estará amenazada para 2050, y cruzar ese umbral podría desencadenar un colapso del ecosistema.
Los expertos señalan la necesidad urgente de abordar la deforestación, la degradación forestal y las emisiones globales de gases de efecto invernadero para mantener la resiliencia del bosque. La pérdida de la Amazonía no solo afectaría a sus habitantes y la biodiversidad, sino que tendría repercusiones a nivel global, intensificando el cambio climático y afectando patrones de lluvia en gran parte del continente sudamericano. La llamada es clara: la preservación de la Amazonía es crucial para el equilibrio ambiental del planeta.
PRINCIPALES PROBLEMAS
Las condiciones climáticas actuales, marcadas por el calentamiento global y la alteración del patrón de lluvias, están disminuyendo la resiliencia del bosque. Se proyecta que entre el 10% y el 47% de la Amazonía estará expuesta a perturbaciones combinadas para 2050, aumentando así el riesgo de transiciones inesperadas y exacerbando el cambio climático regional. La pérdida de resiliencia se manifiesta en la disminución de la productividad del bosque y el aumento del estrés térmico.
«Descubrimos, por ejemplo, que con una precipitación media anual inferior a 1.000 mm por año, la selva amazónica no puede existir. Sin embargo, por debajo de los 1800 mm por año, se hacen posibles transiciones abruptas de la selva tropical a una vegetación similar a la de la sabana. Esto puede deberse a sequías individuales o incendios forestales, que se han vuelto más frecuentes y más graves en los últimos años», afirmó el especialista.
Este análisis se basa en 5 impulsores principales de estrés hídrico, que incluyen no solo el cambio climático, sino también la deforestación y los incendios forestales. La deforestación continua y los incendios, a menudo impulsados por actividades humanas, han debilitado las defensas naturales de la Amazonía. La pérdida de bosques, que almacenan grandes cantidades de carbono, también contribuiría significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero.
AMAZONAS BASE DE LA VIDA
La Amazonía no solo es esencial para la biodiversidad global, sino que también es hogar de más de 40 millones de personas, incluidas comunidades indígenas cuyas vidas y modos de vida están intrínsecamente vinculados a este ecosistema. La pérdida del bosque tendría impactos devastadores, no solo ambientales, sino también socioeconómicos y culturales.
Para mantener el bosque amazónico dentro de límites seguros, se deben combinar esfuerzos locales y globales. La deforestación y la degradación forestal deben terminar y la restauración debe expandirse. Además, queda mucho por hacer para detener las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo», concluyó.
Es crucial actuar rápidamente para preservar la Amazonia, lo sostienen los investigadores pero es algo sabido desde hace tiempo. La gestión sostenible, la reducción de emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI) y esfuerzos coordinados a nivel internacional se presentan como medidas cruciales. Ni hablar de la necesidad de cortar de raíz los incendios forestales. La Amazonía no solo es un tesoro natural invaluable, sino también un regulador climático global. La llamada es clara: proteger la Amazonía es proteger nuestro futuro.
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