Hacia ciudades inteligentes,
sustentables e inclusivas.

Es una de las “nuevas economías” que impulsan un enfoque alternativo a las demandas sociales y ambientales orientándose al triple impacto. La “economía de comunión” impulsa una filosofía económica catòlica ideada por la italiana Chiara Lubich en 1991 y propone “dar” sin pedir nada a cambio que sustenta la idea de la comunión. Es decir, estar para el otro sin ningún tipo de interés particular, solo buscando conseguir una mejor calidad de vida en el prójimo. Te contamos sus ideas y cómo avanzó en los últimos años

En los últimos años, frente a un mundo con nuevos desafíos y en el que el modelo vigente parece no dar respuestas concretas, empezaron a proliferar las “nuevas economías” intentando dar un nuevo enfoque de propósito e integrar el objetivo de mejorar la calidad de la vida de las personas al tiempo que se preserva al planeta. La “Economía de Comunión” es una de ellas y acá te contaremos cuál es su visión, sobre qué principios se rige y cómo se fue desarrollando. 

.Las “nuevas economías” intentan dar respuesta a problemas que derivan del cambio climático y de nuevas demandas de la sociedad bajo modelos alternativos y transformadores, en los que generalmente el ser humano tiene un lugar especial y suele primar el enfoque de triple impacto. Tanto empresas como  organizaciones pueden ir detrás del rédito económico aunque simultáneamente contribuyen a mitigar problemas sociales y ambientales.

Entre las nuevas economías pueden citarse modelos como la Economía Circular (EC), la Economía del Bien Común (EBC), las Empresas B, Economías Colaborativas, Economía de la funcionalidad, entre otras expresiones que invocan referencias a colores para referir el objeto tutelado, como el caso de economía azul, verde, naranja, plateada, por caso. 

La Economía de la Comunión, una iniciativa católica que busca comprometer a la comunidad con la promoción del “dar” basado en la reciprocidad que permita englobar a todas aquellas personas que no lograron integrarse al capitalismo más crudo y descarnado. 

Fue fundada en 1991 por la italiana Chiara Lubich, líder del movimiento de los Focolares, cuando en un viaje a San Pablo (Brasil) vío una desigualdad extrema en la sociedad. La economía de Comunión tiene el “objetivo de que empresarios, trabajadores, directivos, consumidores, ahorradores, ciudadanos, investigadores y operadores económicos comprometidos a distintos niveles en la promoción de una praxis y una cultura económica caracterizadas por la comunión, la gratuidad y la reciprocidad, proponiendo y viviendo un estilo de vida alternativo al dominante en el sistema capitalista”, explican desde el sitio oficial de la EdC. 

“A esta ‘cultura’ podemos definirla como ‘cultura del dar’, justamente en antítesis con la “cultura del tener”. El dar económico es expresión del ‘darse’ en el orden del ‘ser’. En otras palabras, revela una concepción antropológica no individualista ni colectivista, sino de comunión, afirman. 

Esto mismo es lo que le da el nombre, ya que se trata de que las personas entren en “comunión” tras estas acciones. Por eso mismo diferencian su filosofía del dar que simplemente “está contaminado por el deseo de poder sobre el otro, que busca el dominio o incluso la opresión de individuos y pueblos”, ya que lo consideran “una expresión egoísta”. 

Basados en una mirada religiosa de la economía, Chiara Lubich ha establecido algunos mandamientos para el correcto funcionamiento de la EdC desde hace más de 30 años, lo que le ha permitido expandirse por todos los continentes en la actualidad.  

Para ello, quienes pregonen este tipo de economía, deberán

  • Vivir y difundir una nueva cultura económica y cívica, desde la infancia hasta la ancianidad.
  • Formar nuevos empresarios y empresarios nuevos que compartan libremente los beneficios para sostener los fines de la EdC: la reducción de la miseria / exclusión, la difusión de la cultura del dar y de la comunión, y el desarrollo de la propia empresa y la creación de puestos de trabajo; empresarios que conciban y vivan sus empresas como vocación y servicio al bien común y a los excluidos de cualquier latitud y contexto social;
  • Luchar contra las distintas formas de indigencia, exclusión y miseria con una doble inclusión: comunitaria y productiva

Se estima que casi 1000 empresas en el mundo siguen este concepto de EdC. Las mismas se mantienen en la lógica del mercado pero se perciben como una comunidad de personas que trabajan organizadamente para crear un mundo mejor. Ponen a las personas en el centro, alejándose de la centralidad del beneficio económico. Incluso el modelo propuesto por Lubich plantea una manera particular de tratar a los beneficios impulsando el reparto en tercios (⅓ para inversión, ⅓ para actividades de difusión de la cultura del “dar” y ⅓ para la atención de personas empobrecidas en el contexto relacionado a la empresa).

En Argentina existe una pequeña localidad en el partido de Junín (provincia de Buenos Aires) que impulsa este enfoque en su comunidad y sus empresas. Se llama ciudadela Mariapolis Lía y cuenta con una población próxima a los 220 habitantes. 

Muchos especialistas ligados a las nuevas economías han dejado su visión sobre la Economía de Comunión.

Uno de ellos es el economista Stefano Zamagni quien ha afirmado en 2012 que la misma da “una aportación positiva que prefigura una salida al dilema propio de nuestras sociedades de cómo llegar al diseño de un modelo de gobernanza social capaz de aunar libertad, justicia (igualdad) y fraternidad”.

A su vez, alguien que  pregona desde hace algunos años es Edimer Pardo Flores, docente de la Universidad Gran Colombia, quien. El especialista sostiene que se trata de “hacer crecer a las personas y al medio ambiente de manera digna”. Para el especialista, este tipo de Economía “está centrada en la persona, describe, explica y analiza los presupuestos, realizaciones e implicaciones y perspectivas de una experiencia: La Cultura del Dar, cuyo núcleo es un proceso interactivo de elaboración doctrinal y puesta en práctica de un modo específico de vivir el cristianismo”.Para eso, busca poder activar distintos niveles dentro de esta economía, “creando puestos de trabajo para incluir a los excluidos del sistema económico y social, difunde la cultura del dar y de la comunión en distintas iniciativas educativas y culturales e interviene en las situaciones de emergencia con ayudas y con proyectos de desarrollo sostenible”.

En síntesis, la economía de comunión da un nuevo enfoque para hacer frente a los desafíos actuales, dando centralidad a las personas e impulsando un nuevo relacionamiento comunitario y un innovador perfil de empresas.

tienes que ser suscriptor para comentar