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En la afueras de la capital de Ghana (Africa) está uno de los principales cementerios de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE) a nivel mundial. Si bien intentaron limpiarlo en varias oportunidades no han tenido éxito generando un espacio altamente contaminante para las personas y animales. Conoce más acá. 

En Ghana, África occidental, se encuentra uno de los mayores vertederos de residuos eléctricos y electrónicos (RAEE) del mundo, conocido como Agbogbloshie. Este inmenso terreno baldío es el destino de la basura tecnológica proveniente principalmente de Europa. A pesar de que las autoridades intentaron desalojar y desmantelar este cementerio electrónico en el año 2021, cientos de personas siguen recogiendo desechos electrónicos altamente tóxicos en la zona.

Los desechos electrónicos acumulados en Agbogbloshie contienen una compleja mezcla de cientos de materiales, incluyendo metales pesados como plomo, mercurio y cadmio. Por ejemplo, un teléfono móvil puede contener entre 500 y 1.000 compuestos diferentes. La obtención de estos materiales pone en peligro la salud de los trabajadores en las minas y fábricas. Además, al final de su vida útil, si no se tratan adecuadamente, estos materiales liberan sustancias peligrosas que contaminan el medio ambiente y afectan la salud de las personas.

La quema de estos desechos electrónicos en Agbogbloshie emite gases peligrosos que contaminan la atmósfera, y los líquidos que resultan de la descomposición penetran en la tierra, causando una grave contaminación del suelo y la atmósfera por metales pesados. La población local no está consciente de estos problemas ambientales, respirando los gases tóxicos y consumiendo los recursos naturales de los alrededores, lo que agrava la situación.

Solo para tener en cuenta, según el Global E-waste Monitor, de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), en 2019 se generaron en el mundo 53,6 millones de toneladas métricas de desechos electrónicos y la cifra aumenta una media de 2,5 millones de toneladas cada año. Lo más común son productos desechados con batería o enchufe, como computadoras y teléfonos móviles, aunque la variedad de RAEE es enorme. De esas 53,6 millones de toneladas, solo un 17,4% fue reciclado correctamente. A su vez, se estima que para el año 2030 los desechos electrónicos a nivel mundial alcanzarán las 74,7 millones de toneladas métricas.

Datos publicados en 2011 por el Programa de la ONU para el Medioambiente (PNUMA) calculan que aquel año se generaron en Ghana 171.000 toneladas de residuos electrónicos y solo un 0,2% fueron procesados por recicladores formales.

IMPACTO EN LA CALIDAD DE VIDA Y NECESIDAD DE ACCIÓN

La situación en Agbogbloshie, localizado en un barrio de la ciudad de Acra (capital de Ghana), refleja un círculo vicioso en la producción y desecho de dispositivos electrónicos. La mayoría de los metales necesarios para fabricar estos dispositivos se extraen en minas de países en vías de desarrollo, poniendo en riesgo la salud de los trabajadores. Estos materiales luego se utilizan para producir dispositivos que se venden en todo el mundo, incluyendo en países desarrollados. Pero luego, al momento de su desuso vuelven tienden a volver a países de bajos ingresos como RAEE.

En Agbogbloshie, miles de personas viven y trabajan en condiciones precarias, recogiendo y desmantelando estos dispositivos para obtener metales y otros componentes valiosos. A pesar de los riesgos para la salud, esta actividad se presenta como una de las pocas opciones para estas comunidades. La contaminación generada afecta directamente la salud de quienes residen en la zona y, a su vez, se extiende a la comunidad circundante, especialmente a través del comercio de alimentos en la barriada vecina.

El caso de Agbogbloshie resalta la urgente necesidad de concienciar sobre los peligros de la gestión inadecuada de los desechos electrónicos y la importancia de un manejo responsable de estos productos en todas las etapas de su ciclo de vida. La comunidad global debe abogar por una producción más sostenible, un manejo adecuado de los desechos y la promoción de tecnologías limpias. La responsabilidad ampliada del productor es uno de los caminos.

Es esencial que los gobiernos, las organizaciones internacionales, la industria y la sociedad civil colaboren para abordar este problema de manera integral. Esto implica regulaciones más estrictas, educación ambiental, fomento de la economía circular y apoyo a comunidades en situaciones como las de Agbogbloshie para encontrar alternativas sostenibles de subsistencia. Juntos, podemos mitigar los impactos negativos de la basura electrónica en nuestra salud y medio ambiente, construyendo un futuro más saludable y sostenible para todos.

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