Desde la creación histórica de las ciudades, uno de sus principales objetivos de las mismas siempre fue mejorar la calidad de vida de su comunidad. En ese sentido, el espacio público supo ocupar un lugar de relevancia, con muchos debates acerca de cómo gestionarlo. Si bien en diferentes notas hemos repasado algunos tipos de intervención pública que generan consensos, como el urbanismo táctico y las plazas de bolsillo, entre otras, ahora te contaremos sobre un claro ejemplo que genera controversia: la arquitectura hostil.
La misma hace alusión a una arquitectura urbana moderna mediante la cual por medio de las edificaciones o construcciones de mobiliarios incómodos o poco prácticos, los gobiernos buscan desalentar su utilización.
Se trata de aquellos casos donde las plazas o espacios públicos son cubiertos con pinches, metales, rocas o estructuras metálicas para evitar que aquellas personas sin hogar duerman al resguardo de la intemperie.
De esa manera, distintos gobiernos del mundo buscan desarticular puntos de reunión en espacios públicos o en comercios privados. Ya sea por una cuestión de imagen o de intereses comerciales, este tipo de diseños se ha comenzado a expandir con rapidez en muchas de las grandes ciudades de todos los continentes y Argentina no es la excepción.
UN ENFOQUE DESHUMANIZANTE
Los especialistas la describen como una política “deshumanizante y agresiva”, cuyo objetivo es expulsar de estos espacios a las personas en situación de calle o a los grupos estigmatizados de las ciudades.
Esta corriente tendió a popularizarse en todo tipo de ciudades, especialmente en aquellos destinos turísticos que buscan evitar representaciones culturalmente mal vistas como la indigencia o los encuentros juveniles siendo un símbolo de intolerancia a los grupos que demandan el espacio público.
En esta nota te mostramos algunos de los ejemplos más comunes que suelen pasar desapercibidos para poder identificar este tipo de arquitectura hostil en las ciudades que nos rodean. Muchos de ellos retratados para Télam por la fotógrafa Camila Godoy en urbes argentinas.
En algunas ciudades del mundo han comenzado a denunciar este tipo de medidas o a intervenirlas de forma que quede en evidencia la intención que esconden tras su simpleza.
1-Asientos incómodos
Estos asientos son la representación más gráfica de este tipo de arquitectura. Sin respaldo y sin textura. Sentarte para este movimiento es sólo algo transitorio referido a una espera o a atarse los cordones. Sin sombra y hasta con la duda de si realmente se trata de un banco.
Foto: Camila Godoy
Distinto a como ocurre en otras plazas donde hay incluso hasta tableros de ajedrez y mesas que invitar a ocupar el espacio, esta forma de intervenir el espacio busca evitar los encuentros prolongados en el tiempo como así también impedir que alguien tome una siesta o un descanso.
Si bien parecen esconder un diseño innovador, la única razón de ser de su diseño es evitar la comodidad o la ocupación de los espacios públicos en particular.
Foto: Camila Godoy
Incluso en algunos casos, parecen modernos pero son incomodos, especialmente para los adultos mayores. Y, adicionalmente, pueden acomular agua en momentos de lluvia.
Foto: Camila Godoy
2- Pinches afuera de locales comerciales
Las reiteradas quejas de los dueños de locales comerciales por disturbios, robos o simplemente invasión del espacio privado llevaron a que en muchos casos sean los propios comerciantes quienes impulsen esta metodología de intervención urbana.
Algunos con iniciativas más caseras como vidrios en punta pegados con masilla, otros como el caso de la foto con una estructura puntiaguda que evita que las personas se sienten en las inmediaciones de su comercio.
Sin dudas este es otro de los grandes ejemplos que se han popularizado a lo largo de estos últimos años.
Foto: Camila Godoy
Son diseños que no brindan el espacio público para que la ciudadanía encuentre su descanso, sino todo lo contrario, son anti confort.
Foto: Camila Godoy
Muchos especialistas y referentes de los derechos humanos han puesto el grito en el cielo y explicado que esta tendencia solo genera una mayor amplitud de la brecha social, ya que al despojar a los más necesitados de los espacios públicos sólo les queda la misma nada.
Por su parte, algunos referentes sociales denuncian que la intención de esta política es correr la pobreza del centro hacia las periferias donde los turistas no observen la realidad de la región.
A simple vista no parecen más que una vaga cuestión de diseño. Sin embargo, en el momento de los detalles, la arquitectura hostil pone en jaque la noción pública de los espacios públicos, generando además una gran desigualdad. ¿Reconoces alguno de estos ejemplos en tu ciudad?
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