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Solo el 1% de la población mundial acumula el doble de la riqueza que todo el resto del mundo junto. Estas grandes contradicciones no solo evidencian la falta de igualdad, sino que se traducen también en hambre y pobreza, sobre todo en mujeres y niños. Conoce más en este informe de Oxfam.

Es sabido que históricamente  la gran mayoría de la riqueza mundial se estuvo concentrada en un puñado de hombres dueños de las empresas más importantes del planeta, en la actualidad principalmente referidas al área tecnológica, pero… ¿Qué sucede con las personas que quedan fuera del acceso a los grandes capitales? ¿Y qué con aquellos que apenas pueden sobrevivir?

Un reciente informe de Oxfam ha puesto de manifiesto la alarmante brecha de desigualdad en la distribución de la riqueza mundial. Según el estudio, el 1% más rico de la población acumula casi el doble de riqueza que el resto de la población mundial en los últimos dos años. Esta tendencia de concentración extrema de riqueza ha sido una constante en la última década, durante la cual los súper ricos han acaparado el 50% de la nueva riqueza generada.

La fortuna de los milmillonarios (aquellas personas cuyo patrimonio neto supera los US$ 1.000 millones) está creciendo a un ritmo vertiginoso de US$ 2.700 millones al día, mientras que más de 1.700 millones de trabajadoras y trabajadores luchan por sobrevivir en países donde la inflación supera el crecimiento de los salarios.

El informe de Oxfam destaca que la aplicación de un impuesto a la riqueza de hasta el 5% a los multimillonarios y milmillonarios podría recaudar la asombrosa suma de US$ 1,7 billones anualmente, lo que permitiría sacar de la pobreza a 2.000 millones de personas. Estos ingresos también podrían utilizarse para financiar la respuesta a llamamientos humanitarios existentes, eliminar el hambre en el mundo en un plan de diez años y apoyar a los países más pobres en la lucha contra los impactos del cambio climático, además de garantizar servicios universales de salud y protección social en países de renta baja y media-baja.

El informe revela que la concentración de riqueza está alcanzando niveles alarmantes. El 1% más rico ha acaparado casi dos tercios de la nueva riqueza generada desde 2020 a nivel global, una cifra valorada en US$ 42 billones, casi el doble de lo que ha recibido el 99% restante de la población mundial. Este desigual reparto ha contribuido significativamente al aumento de la desigualdad económica en el mundo.

EL MÁS RICO MANDA

«La ley del más rico», como ha sido denominado el informe, arroja luz sobre la situación económica actual mientras las élites se reúnen en el Foro Económico Mundial en Davos. 

Es una situación paradójica donde tanto la riqueza extrema como la pobreza extrema han aumentado simultáneamente por primera vez en 25 años.

Los súper ricos han logrado ganancias asombrosas durante la pandemia y la crisis económica mundial, mientras millones de personas luchan para llegar a fin de mes. La riqueza de los milmillonarios ha aumentado a un ritmo desconcertante desde 2020, obteniendo US$ 26 billones, que representa el 63% de la nueva riqueza generada en ese período. En contraste, solo el 37% ha llegado al resto de la población mundial.

La brecha entre los más ricos y los más pobres se ha ampliado en forma alarmante, y el informe muestra que por cada dólar de nueva riqueza global que percibe una persona del 90% más pobre de la población mundial, un milmillonario se embolsa US$ 1,7 millones de dólares. La fortuna de los milmillonarios ha crecido a un ritmo de US$ 2.700 millones diarios.

El crecimiento descomunal en sectores como la energía y la alimentación ha impulsado aún más las fortunas de los súper ricos. Las grandes empresas en estos campos han duplicado sus beneficios, generando extraordinarias ganancias por un total de US$ 306.000 millones. Estos ingresos masivos han contribuido al menos al 50% del crecimiento de la inflación en países como Estados Unidos, el Reino Unido y Australia.

NO ES SOLO POBREZA, ES HAMBRE

Mientras tanto, más de 820 millones de personas, aproximadamente una de cada diez, padecen hambre en todo el mundo. Las mujeres y las niñas son las más afectadas, representando casi el 60% de la población mundial que padece hambre. Además, más de 1.700 millones de trabajadoras y trabajadores luchan por mantenerse en países donde la inflación supera sus salarios.

Por esta razón, Oxfam insta a los gobiernos a tomar medidas inmediatas para abordar esta desigualdad extrema. Entre las propuestas se incluye la aplicación de impuestos progresivos a las grandes fortunas y beneficios empresariales, y gravar de manera significativa la riqueza del 1% más rico. La organización también aboga por elevar los impuestos sobre las rentas y ganancias del capital, que actualmente gozan de ventajas fiscales frente a otras formas de ingresos. Gravar la riqueza del 1% más rico con impuestos lo suficientemente altos permitiría reducir la enorme concentración de riqueza y generar una mayor redistribución económica.

El informe de Oxfam también destaca la necesidad de implementar impuestos solidarios temporales sobre la riqueza y los beneficios extraordinarios de grandes corporaciones que han obtenido ganancias significativas durante la crisis. Estas medidas fiscales podrían generar recursos suficientes para garantizar que unos pocos no se aprovechen de las dificultades que enfrentan millones de personas en todo el mundo.

En la actualidad, los impuestos sobre la riqueza y los beneficios extraordinarios apenas contribuyen a las arcas públicas. Por cada dólar recaudado en ingresos fiscales a nivel mundial, tan solo cuatro centavos provienen de gravar la riqueza. Esto refleja la falta de equidad en el sistema fiscal y la necesidad urgente de reevaluar las políticas impositivas para promover una mayor justicia económica.

HORA DE LOS GOBIERNOS

El informe también resalta la importancia de recuperar el enfoque progresivo en la tributación, como se hizo en el pasado. Hace décadas, muchos países aplicaban tipos impositivos sobre la renta de las personas más ricas superiores al 90%, lo que permitía financiar servicios públicos esenciales, como la salud y la educación. La reinstauración de impuestos progresivos puede ser una herramienta eficaz para reducir la desigualdad y revitalizar la economía.

Ante estas alarmantes cifras, Oxfam insta a los gobiernos de todo el mundo a actuar de manera decidida y valiente. Es necesario que los líderes políticos reconozcan la urgencia de abordar la desigualdad extrema y promulguen políticas fiscales y económicas que prioricen el bienestar de la mayoría de la población, en lugar de favorecer a unos pocos privilegiados.

Es esencial aplicar un enfoque integral que combata la desigualdad en todas sus dimensiones, desde el acceso a la educación y la salud hasta la protección del medio ambiente. La redistribución de la riqueza, mediante impuestos progresivos y políticas de protección social, puede ser un paso fundamental para lograr sociedades más justas y equitativas.

En este sentido, la opinión pública también juega un papel crucial. Los sondeos demuestran que la mayoría de la población mundial está a favor de aumentar los impuestos a los más ricos y abordar la desigualdad económica. Es hora de escuchar las demandas de la ciudadanía y tomar medidas concretas para combatir la creciente brecha de desigualdad.

En conclusión, el informe de Oxfam pone de manifiesto la necesidad urgente de abordar la desigualdad extrema en la distribución de la riqueza mundial. La concentración masiva de riqueza en manos de unos pocos súper ricos mientras millones luchan por sobrevivir es una injusticia que debe abordarse de manera contundente. La implementación de impuestos progresivos a las grandes fortunas y beneficios empresariales puede ser una herramienta efectiva para generar recursos que permitan reducir la pobreza y construir sociedades más justas y equitativas.

Es hora de que los líderes políticos actúen y promulguen políticas fiscales que reflejen un compromiso real con el bienestar de la mayoría, en lugar de beneficiar exclusivamente a una pequeña élite. Solo a través de la solidaridad y la acción colectiva podemos construir un mundo más justo y equitativo para todos. La desigualdad extrema no es inevitable, y con la voluntad política adecuada, podemos lograr un cambio significativo para un futuro más próspero y justo. ¿Y vos de qué lado te encontrás? 

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