Pese a los esfuerzos de distintas organizaciones, ONG y ambientalistas que han desarrollado diversas campañas de concientización acerca del cambio climático, los principales productores de combustibles fósiles estiman generar el doble de lo habitual de cara a los próximos veinte años, muy por encima de los consistentes que buscan limitar el calentamiento a 1,5 ° C o 2 ° C.
Estos números fueron arrojados por el informe anual sobre la Brecha de Producción 2021, elaborado por reconocidos institutos de investigación y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Desde el 2019 en adelante se lleva a cabo el estudio con la intención de conocer cuál es la verdadera postura que toman los gobiernos de los principales productores, entre los que se encuentran: Alemania, Arabia Saudí, Australia, Brasil, Canadá, China, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos, India, Indonesia, México, Noruega, Reino Unido y Rusia.
El informe fue elaborado por el Stockholm Environment Institute (SEI), el Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD), el Instituto de Desarrollo de Ultramar (ODI), el grupo de expertos de cambio climático E3G y el PNUMA. Más de 40 investigadores de numerosas universidades, grupos de expertos y organizaciones de investigación contribuyeron al análisis y la revisión.
“A medida que los países establecen objetivos de emisiones netas cero y aumentan sus ambiciones climáticas en virtud del Acuerdo de París, no han reconocido ni planificado explícitamente la rápida reducción de la producción de combustibles fósiles que estos objetivos requerirán. Más bien, los gobiernos del mundo planean producir más del doble de la cantidad de combustibles fósiles en 2030 de lo que sería consistente con limitar el calentamiento a 1,5 ° C”, explicaron en el informe.
Todos ellos se han encargado de promover durante los próximos veinte años el proceso de fracking y la producción de combustibles fósiles, en disonancia con las políticas estatales que se vienen desarrollando en otros países europeos, como es el caso de España. Los perfiles muestran que la mayoría de estos gobiernos siguen prestando un importante apoyo político a la producción de combustibles fósiles.
A su vez, no dejaron muchas dudas al respecto sobre la temática y explicaron: “La investigación es clara: la producción mundial de carbón, petróleo y gas debe empezar a disminuir de inmediato y de forma pronunciada para ser coherente con la limitación del calentamiento a largo plazo en 1,5ºC”, afirmaron.
Una de las voces habilitadas a brindar su opinión fue la de Igner Andersen, directora ejecutiva del PNUMA, quien aseguró: “Los efectos devastadores del cambio climático están a la vista de todos. Todavía hay tiempo para limitar el calentamiento a largo plazo a 1,5ºC, pero esta ventana de oportunidad se está cerrando rápidamente. Los gobiernos del mundo deben dar un paso al frente, adoptando medidas rápidas e inmediatas para cerrar la brecha de producción de combustibles fósiles y garantizar una transición justa y equitativa. Así es como luce la ambición climática”, concluyó Andersen.
Principales afecciones y consecuencias
La preocupación por parte de los especialistas parece tener mucha más lógica cuando se la ve en números. De hecho, según explicaron en el informe, para 2030 tienen previsto producir un 110% más de lo que sería coherente con el objetivo de limitar el calentamiento.
Además, los planes de proyección marcan un aumento del 240% en la generación del carbón, un 57% de petróleo y un 71% de gas de lo que se había pactado. De hecho, pese a los desastres ambientales que dejó en evidencia la pandemia, desde que comenzó la ola de Covid-19 en el mundo, los países destinaron más de US$ 300.000 millones para la producción de combustibles fósiles.
“Los primeros esfuerzos de las instituciones de financiación del desarrollo para recortar el apoyo internacional a la producción de combustibles fósiles son alentadores, pero estos cambios deben ir seguidos de políticas concretas y ambiciosas de exclusión de estos combustibles con el fin de limitar el calentamiento global a 1,5°C”, explicó en este sentido la asesora principal de políticas del Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD), Lucile Dufour.
De esta forma, queda en evidencia que aún hay una disputa clara entre los dos modelos económicos y de producción que se encuentran en vigencia. ¿Podrán las principales potencias mundiales alinearse a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) o seguirán explotando el capital de los combustibles fósiles pese al impacto que esa actividad genera al medio ambiente? De momento, todo parece indicar que, al menos por los próximos años, las campañas de concientización deberán seguir vigentes.